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Mensaje por Paradox Dom Mayo 01, 2011 5:03 am

Llegué pasando por los largos pasillos a una enorme sala. Estaba salvaguardada por varios guardas en las entradas, los cuales me pidieron que entrara.

Se trataba de una sala enorme. Había un altar y un majestuoso premio donde suponía que se sentaría el todopoderoso Hades. Esos rumores podían ser ciertos. Ya se notaba su poderoso cosmos llegando al castillo Heinstein. ¡Era él, Hades-sama!

Sentí gran admiración hacia él sólo de pensar en él. No era incluso digno de estar ante su presencia, pero lo haría y luego comunicaría mi informe sobre la expedición a China. Afrontaría pues, mi castigo con todo el peso. Nunca pensé que fallaría mi plan, pese a que sea un dios tan poderoso.

Pensaba en la situación y rayos de esperanza iluminaban mi situación. Era obvio que la deidad en el santuario era muy peligrosa, y toda la población la notó, eran testigos del peligro que había en su villa y esperaban una respuesta por parte de su dios, y así concluyó con éxito mi plan.

No fue perfecto, pues aún no tenemos China, pero había puesto en Jaque al dios Fuxi, dejándole a dos opciones.
Como aquella siniestra presencia tenía un cosmos superior o igual a Fuxi, si combatieran quedarían desgastados por igual, con alguien muerto, y eso era lo que quería, y esa sería le primera opción de Fuxi. Hacer caso al poderoso cosmos comportaría ese brutal combate, a lo que en seguida podríamos tomar China por la fuerza y por el exterior.

La otra alternativa que había dejado a Fuxi era pasar de la presencia. Los habitantes de China escucharon la conversación y notaban la presencia y... ¿qué pensarían si su dios no les puede o no quiere protegerles ante un peligro? Su reputación se desmoronaría y las revueltas empezarían, estallando una guerra civil en china, que aprovecharíamos para atacar y conseguirla.

Era obvio que eso eran ideas vagas, pensamientos base. Sabía que no fallaría del todo y ahora sólo había que esperar a China, y qué pasaba con ella, pues esa ciudad ya me interesaba de forma sobrehumana.

Mientras yo pensaba profundamente en mis pensamientos, esperaba en la sala enorme el regreso del todopoderoso Hades. Esta guerra sería nuestra.
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Mensaje por Ricardo Mar Mayo 03, 2011 1:56 am

un furte vinto se escucho a las afueras de la gran camara de heinstein, un viento funebre y fetido llego de la nada, aleteos hacian eco en aquel elemento sin apariencia fisica determinada, luego unos pasos metalizados producian un sonido escalofriante y una energia sombria y llena de odio, ira furia y resentimiento se podía sentir proviniendo de aquel pasillo detrás delante del salón, y de pronto, las puertas se abrieron y un viento frió entro aun mas fuerte, en medio de la puerta apareció un joven de fría mirada, aspecto juvenil pero traía cubriendo su cuerpo una armadura de tonalidades oscuras, miro el interior del salón y camino lentamente.

El señor Hades se dirige hacia este lugar y apenas un simple espectro común es quien ha llegado antes que yo, espero que los demás lleguen rápido, de lo contrario sufrirán un castigo impuesto por mi propia mano, luego callo, el silencio inundo la sala y el joven continuo su trayecto y tomando una silla de un rincón la rodó y se sentó, cruzo las piernas se coloco el casco de su armadura y oculto sus ojos, no pronuncio mas palabra alguna, ignoro a quien estaba allí presente y se quedo a la espera del rey del inframundo, el dios Hades.
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Mensaje por Aiakos Mar Mayo 03, 2011 2:27 am

La noche sumergía en la oscuridad eterna el mundo, yo me encontraba por entrar al imponente castillo del dios del inframundo, me refería al castillo Heinstein el cual se encontraba en una ubicación de Grecia simplemente conocida por los espectros del gran Dios. ¿Pero, para que me encontraba allí? Esa era la pregunta que de seguro todos se debían hacer, pues era obvio el gran dios había despertado y ese antiguo castillo utilizado antiguamente como central de lucha contra los dioses enemigos sería usado una vez más. Esta vez para recibir al gran y poderoso soberano de las tinieblas, me refería al gran dios que sumergiría el mundo en la oscuridad eterna, Hades…

-El señor oscuro ha despertado, de seguro su referente lo ha guiado a este mundo atravez del cuerpo más noble y digno. Pandora al fin debe de haber cumplido su misión y estará de regreso en este gran castillo dando órdenes al ejército de Hades junto a mis dos hermanos… será divertido ver el desarrollo de esta guerra y cuanto tiempo pasa antes de que Hades tome el mando de su ejército en vez de dejárselo a Pandora. Según puedo percibir aquel será el momento cumbre de la guerra, el momento donde solo el ejército más poderoso permanecerá de pie.- Aquel era mi oscuro pensamiento y de seguro el de todos los jueces infernales que pretendían de un momento comenzar la lucha contra los distintos dioses aunque principalmente contra el ejército rival por defecto, contra el ejército ateniense.

Abrí la puerta del castillo lentamente y esta resonó en todo el palacio del señor de las tinieblas... no había nadie dentro, el castillo estaba completamente vacío o por lo menos eso era lo que parecía a primera vista, tal vez todos los espectros se encontraban en la recamara de discusión que teníamos los tres jueces infernales además de pandora y los dioses del ejercito. Aunque esto era algo muy raro, como dije antes era muy raro que los espectros comunes entraran en esta sala solo para recibir al gran dios de las tinieblas, Hades.

Camine con la armadura que me había sido conferida en todo mi cuerpo, cada paso resonaba en el inmenso castillo. A pesar de esto yo caminaba sin preocupación alguna, con el casco de mi armadura en una de mis manos dejando a la vista mi cabeza, mi cabello y mis ojos algo realmente raro en los jueces y mucho más en mi. Pero la situación lo ameritaba, era el momento en el que volvería a ver a la señorita Pandora y al Dios Hades.
Al fin luego de caminar llegue a la sala de reuniones características del gran castillo, al igual que con la puerta principal la abrí lentamente dando gran suspenso de quien se encontraba tras la puerta.

Al abrirse completamente la imponente puerta de la sala de reuniones observe completamente quien se encontraba en esta. Para mi gran sorpresa solo había dos personas, uno de ellas era un simple espectro del cual no conocía siquiera la armadura que portaba, eso mostraba lo insignificante del espectro que se encontraba junto al poderoso juez Wyvern, quien se encontraba con su casco sentado en la sala de reuniones esperando al dios Hades.

-Que tenemos aquí, Juez Wyvern y un espectro desconocido juntos. ¿Acaso tienen una relación que se encuentran aquí juntos? O ¿Es simplemente una conspiración contra Pandora y Hades? De todas maneras no se preocupen, no pienso meterme en problemas y asuntos ajenos. En todo caso si lo que dije es cierto Pandora o Hades se encargaran de hacerlos pagar por esto.- Dije en un tono algo burlón mientras tomaba mi lugar en la gran sala pero en vez de sentarme como era de costumbre me quedaba parado esperando el retorno del gran dios y la imponente Pandora.

-Oye tu espectro desconocido ¿Cómo te llamas y que armadura es la que portas? No conozco las armaduras poco importantes del ejercito.-
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Mensaje por Morfeo Mar Mayo 03, 2011 3:52 am

La humedad caía contra el piso mientras que las telarañas lo cubrían casi todo, mucho tiempo paso de que los espectros y los Oneiros se habían reunido en este lugar. Hoy hacían honor a ese momento, después de mas de dos siglos Hades ha despertado y con el la avaricia, la putrefacción, la ira, el desorden y sobretodo la guerra se alzan entre el estandarte del ejercito de Hades. Las puertas del Heinstein se abrían, un rayo de luz lo cegó todo mientras que de detrás de la puerta solo mi sombra, la del gran Morfeo se veía. Lentamente comenzaba a entrar a la habitación y viendo de rincón a rincón veía a todas las personas presentes, ¿Solo tres personas? Donde estaba el sangriento ejercito de Hades.

A este paso todos deberían estar aquí, pues su dios había vuelto de su eterno sueño para cobrar venganza contra Athena. Había ya pasado mucho tiempo desde que no veía al juez de Garuda, sin duda el mas magnifico y poderoso de los tres, por otro lado estaba Wyvern que aun no había brillado y todavía no demostraba merecer ser uno de los tres gloriosos juecez espectrales. Miraba fijamente al espectro con mis ojos carmín pues apesar de que tenia pinta de un hombre calmado, gracias a el nos habíamos ligado la desconfianza de los dioses chinos.

- Buenos días a todos, vaya Aiacos no te había visto desde que habías muerto a manos de aquel insecto de Athena. ¿Como estas?. -

Sonreía de forma maléfica pues trataba de controlar mi furia contra aquel espectro de Mandragora, si fuera por mi ese infeliz ahora estaría nadando entre las millones de almas de Morphia para quedarse allí de una vez por todas. Mantenía sus ojos entre cerrados mientras aun mantenía esa sonrisa en su rostro, una sonrisa que presencio la destrucción y muerte de todo Jerico. Una sonrisa que seguiría presenciando la muerte y la destrucción a su paso, los dos hermanos estaban presentes. Solo faltaba Seisyll de Griffo para que todos estén aquí.

- ¡Mandragora! Espero que tengas una excusa para explicarle a Hades que hacías en China .
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Mensaje por Paradox Mar Mayo 03, 2011 9:53 pm

Tiempo después de mi llegada al castillo de Heinstein, entró en el castillo un poderoso cosmos, que enseguida llegó a la sala. Se trataba del poderoso juez de Wyvern.
Él ignoró mi presencia con a primeras vistas muecas de desprecio, o eso me parecía. Cuando el poderoso juez tomo su asiento, supe que no podía comparar nuestro poder y que yo sólo era un mísera rata que se había colado en una reunión hombres poderosos de la superficie.
Sin embargo, logré mantener la compostura y seguí con mi porte serena y seria con, por supuesto, mi alzamiento para hacer una reverencia al Juez de Wyvern.

- Saludos, messer Wyvern, lamento mi inesperada estancia en la sala, tan sólo deseaba poder ver el regreso del poderoso Hades. Si soy molestia, me iré sin dilación.

A continuación, me levanté de mi elegante reverencia y tomé lugar lo más alejado posible del lugar de los jueces, como muestra de respeto e desigualdad de poder, mientras mis pensamientos retomados en los acontecimientos de china eran interrumpidos de nuevo por la entrada de otro poderoso y prestigioso soldado de las huestes de Hades, el muy prestigioso Juez de Garuda.

El Juez de porte imponente bramó unas palabras de acusación hacia el Juez de Wyvern y yo. Me fijé en su tono y no pude deducir si se trataba de una broma o una acusación seria, más decidí, ante la adversidad, aclararlo.

Así pues, aún en mi lugar alejado, me levanté y hice una elegante reverencia al Juez Garuda, al que, sin levantarme le aclaré el asunto.

- No tiene de qué preocuparse, señor Juez, si soy digno de preocupación. Me hallo esperando el regreso del señor Hades y, con el perdón de su Juez de Wyvern por hablar por él, creo que se encuentra en una situación similar.- Le respondí, a lo que el Juez preguntó de nuevo por mi identidad. Me levanté y, con pose firme, hablé-. Mi nombre es Fedor, soy la estrella celeste del Terror, portador del Sappuri de Mandrágora. Como bien dice, mi rango no es digno de reputación así que, como le he informado al Juez Wyvern, si soy molestia o tan siquiera indigno, comúniqueseme y me iré.

Me volví a sentar cuando de repente se notó un cosmos mucho más poderoso. Se trataba del poderoso Dios Morfeo. Muy reputado era y parecía muy amistoso con el juez Garuda.

Yo me fijaba en la escena. Eran tres poderosos guerreros de las huestes de Hades mientras que yo era un mísero guerrero común. No pegaba ahí pero la presencia de todos los espectros se pedía ante la presencia del Hades, y yo no sería menos.

Sin embargo, otro sobresalto se puso en mi contra en mi esfuerzo de mantener la compostura. El dios Morfeo me miraba de forma desquiciada con una sonrisa. Era obvia su rabia hacia mí, a lo que luego preguntó por mi perdón en lo acontecido en China.

Me sentí de nuevo avergonzado, pero mi enorme orgullo pudo vencer al miedo y, manteniendo de nuevo la compostura, me levanté de nuevo y, tras hacer una reverencia, me puse en el suelo en señal de disculpa y le conté todo lo ocurrido en China.

(Leer:
Para saber lo que me pasó en China)

- Pido disculpas por mi pueril comportamiento en China. La guerra Santa está próxima y quería compensar el regreso de Hades con nuevos territorio, o, como mucho, planes. Os explicaré mis pensamientos. China es una misteriosa ciudad con grandes recursos tanto minerales como espirituales. Es el centro del monopolio del comercio y, por tanto, una gran potencia económica.
Me adentré de icógnito sin ninguna malicia. Inspeccioné la gran mayoría de la parte superficial de la ciudad y copié lo planos, haciendo un mapa.

Obviamente, pensé en la aparición del dios de China, pero, al ser el dios del equilibrio, nunca pensé que sospecharía de un turista del Inframundo. Sin embargo, él lo hizo.
Me cogió de sorpresa pero me di cuenta de que se notaba una enorme presencia y, poniendo como testigos la población, le di la opciones de dañar su reputación o enfrentarse al ser. Sin embargo, ese plan tenía un punto flaco, como podréis ser digno de haberos dado cuenta del cuál es.
No sabemos si el ser es amistoso o enemigo, pero, traté de manipular psicológicamente la mente del dios para que atacara al ser.

Sin embargo, soy tan sólo un guerrero, aún no puedo hacer contra la mente del dios.
Sin embargo, he de comunicaros, dios Morfeo, que nuestra reputación no está del todo perdida. Es un dios que se ve neutral y dudo que juzgue mi comportamiento de malvado sin razones ningunas, más, sin embargo, veo vuestra furia, trataré de cerrar el caso. Asumo total responsabilidad y pido perdón de nuevo, mis señores
.- Finalicé, con un tajante perdón, tomando asiento de nuevo, temiendo lo peor y tomando lugar de nuevo en un lugar alejado, muestra de respeto e inferioridad por mi parte.
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Mensaje por Seisyll Jue Mayo 05, 2011 10:20 pm

La puertas de la recamara se abrieron de par en par ante la firme intromisión de un brazo cubierto por una fina armadura que resultaba ser mas rara que la de un espectro común e incluso mas fuerte que la de un caballero dorado. Su tono violáceo reflejó la tenue luz de la recamara, mostrando un brillo asombroso, detrás, justo en la entrada de la recamara hombres con sus cabezas agachas hacían reverencia a la intromisión del Juez. Seisyll, seguramente se habrá remarcado en la mente de quienes lo veían llegar y conocían. Junto con su entrada, ingresaba una pequeña ventisca, calma pero la justa como para hacer que cualquier guerrero de la justicia tuviera un frío presentimiento, aquellos que recorrían la espinilla cuando la furia del Griffo se desataba. – ¡Y vaya que tendrás que pedir perdón y mucho, Mandrágora…!

Retomó con velocidad la charla. Había escuchado todo, pero era un hombre con una sutileza y una táctica tan inquebrantable que no decidió interrumpir sino hasta que terminara de hablar, pues había escuchado detrás de la puerta con su presencia cósmica disminuida al mínimo para no ser reconocido. – Sin embargo, tus informes son exactos, son Dioses neutrales pero por otro lado, no había porque levantar sospechas o ir a investigar, un simple espectro sin el consentimiento de un superior, ¿No lo crees?

No molestaré a Garuda, ni a Wyvern, ni mucho menos Deidades como Pandora, Morfeo o Hades, en sus respectivos cargos de importancia. Somos jueces y estamos para juzgar…
– Sentenció con un habla fuerte, mientras se podían sentir sus pasos hacer un eco tenebroso por el piso de madera y detenerse justo frente al espectro, tomándolo de su mentón y obligándolo a que lo vea a los ojos, aquellos ojos que parecían tan pacíficos y escondían tanta demencia muy en el fondo de su alma. –… Juzgo tu valentía a pesar de que seas la Estrella Celestial del Terror, sí, te conozco muy bien, me informo de aquellos que están por debajo de nosotros porque nunca se sabe quien te puede dar una puñalada por la espalda. Pero como decía, eres muy valiente para estar en el recibimiento del Señor Hades y no en el pasillo haciendo de escolta como el espectro que eres, vales mucho mas que solo el resto y por eso, por tu atrevimiento, te juzgo a que seas mi escolta personal… supongo que eso te salvará de que no te maten como el insecto que eres comparado ante el inmenso poder de nuestro Káiser y tampoco nos sirve a nosotros que alguien de tu calaña muera, porque eres alguien que vales... al menos por ahora.

Soltó el mentón de Fedor con violencia corriéndole la cara, observando a sus camaradas, no iba a llamarlos hermanos pues no los relacionaba una sangre sino una causa y era servirle a su Señor. Acomodó sus hombros y se cruzó de brazos. Giró su puño alrededor de su muñeca y con un temple intacto aplicó un golpe de revés con su mano tensada al espectro, haciendo que el sonido estruendoso del golpe se hiciera sentir por toda la habitación. – Eso es para que aprendas a respetar a los que están por encima de ti de ahora en adelante. Deberías sentirte orgulloso de que te salvara el pellejo.

Miró a Aiakos y luego a Ricardo, su temple seguía intacto, sin embargo al observar al Kamei que estaba por encima de él en Rango, simplemente cerró sus ojos y llevó la mano a su pecho, con el puño cerrado justo a su corazón e hizo una reverencia generalizada a todos, en señal de respeto, después de todo eran sus pares. – No crean que me he vuelto débil, simplemente valoro la valentía de este espectro al querer ampliar el terreno del Inframundo él solo, hacen falta mas valientes como él. Supongo que con un poco de mano dura y un entrenamiento que valga la pena, será un buen guerrero para las huestes que lucharán la próxima guerra santa.

Abrió sus ojos, estaba calmo, aquellos orbes celestes eran como si los Campos Eliseos se conservaban comprimidos en sus pupilas. Tanta calma y esperanza irradiaba, que cualquiera hubiera pensado que era un caballero ateniense. Sonrió y se sentó en una silla, eran guerreros pero aquel lugar estaba preparado para la reunión que se llevaría a cabo, esperada desde hace mucho tiempo. – Mi súbdito es libre de quedarse y aquel que le moleste tendrá que vérselas conmigo y no importa si sea mi par o incluso un Dios no le temo absolutamente a nada ni nadie.

Abrió una pequeña bodega sacando un par de tarros y un fino vino cosechado hacía ya un par de años, cualquiera hubiese dicho que era de la misma guerra santa pasada, pero cuanto mas viejo mejor. Colocó los tarros en una mesa y sirvió rápidamente tomando uno, era un buen vino, se podía apreciar simplemente con olerlo, esa exquisitez calmaría un poco su sed lo llevó a su boca, deleitándolo con su paladar sin duda alguna era delicioso. – Son libres de servirse cada uno de los tarros que están en la mesa, ¡Hoy se festeja el nacimiento de nuestro Káiser, una vez más…!

Hizo un ademán poniéndose de pie y señalando los cuatro tarros que habían quedado, invitando, incluso al mismísimo Fedor, por la suma de éstos. Bebió un poco mas, manchando su barba que prontamente iba a ser limpiada por las yemas de sus dedos que llevaba con cautela hacia su boca para servirse un poco mas del buen vino que tenían.
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Mensaje por Ricardo Sáb Mayo 07, 2011 12:34 am

Sentado y parifico se encontraba aquel juez infernal que regia con furia a los espectros bajo una estrella celeste, Ricardo de Wyvern, lentamente presencias oscuras y nefastas se podían sentir acercándose a heinstein, sin embargo, el único indigno de estar allí según Ricardo era el espectro de mandrágora, sin embargo no estaba para pleitos, sin embargo, un fuerte cosmos apareció en la entrada y con una brisa dio su entrada otro de los jueces, el acogido bajo la estrella celestial de la valentía, Garuda, mientras entraba se pronunciaba, tan sarcástico y burlón como siempre, aunque no lo pareciese, Ricardo no objeto palabra alguna pues no creía apropiado discutir por cosas sin sentido y presuntas "acusaciones" o conjeturas sin fundamento, lógica, no mucho tiempo paso, solo unos cuantos minutos y apareció de la nada el dios morfeo, , wyvern solo lo observo de reojo y continuo sentado, escuchando todo lo que los hasta ahora presentes decían y mandrágora hablo, sus palabras eran simples excusas para sus actos, pero bien sustentadas, sin embargo no lo salvarían de las repercusiones o castigos por parte de alguno de sus superiores. en aquellos instantes el últimos de los tres jueces entro a la sala, griffo, bajo la estrella celeste de la nobleza, elocuente y neutral, justo como siempre, sus palabras eran sensatas y sus acciones igual, luego de aquel golpe a mandrágora, el rostro de Wyvern se levanto y los observo a todos.

Merecido se tiene ese espectro por sus osadías, aunque eso solo fuese un leve regaño, es merecedor de un castigo mas grande, pero eso te lo dejo a ti griffo, pues de ahora en mas como tu mismo lo exclamaste es tu guardia personal y por ende debes ser tu quien tome las decisiones sobre su destino, no me entrometeré en tus asuntos pues no quiero rivalidad por niñerías, menos cuando la guerra santa esta en puertas, y Garuda, ten mas cuidado con tus palabras, dio unos pasos aquel joven y tomo una de las copas con vino y se sentó nuevamente, sirviendo un poco de aquel liquido y mirando su entorno.
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Mensaje por Aiakos Sáb Mayo 07, 2011 4:42 am

La puerta se abrió una primera vez y quien entro fue nada mas ni nada menos que un superior según se podía apreciar por su armadura, no sabía cual de todos los hijos del Dios de Sueño pero era evidente que era uno de aquellos cuatro. Centre mi mirada en el y escuche detenidamente todo lo que dijo, como era obvio el me conocía de la era pasada como yo conocía a todos de aquella era, observe mas detenidamente al Dios y al fin pude deducir quien era, Morfeo… -Es un gusto volver a verlo Morfeo, perdóneme si no lo reconocí en un principio, ha pasado tanto tiempo que las únicas caras que recuerdo solo son las de Pandora y Hades.- Dije en tono calmado y respetuoso hacía el dios el cual era uno de los únicos que había despertado de momento y por aquello uno de los lideres del ejercito espectral.

Observe a aquel dios el cual con una sonrisa le recriminaba al espectro que se encontraba a mi lado por que había ido a china, algo realmente en lo que no me interesaba meterme. Si a alguien iban a castigar que fuera a aquel insecto por cuestionar las ordenes del dios del Inframundo y tomar sus propias decisiones al investigar aquella región desconocida aun para las tropas espectrales. Pero había algo que me empezó a llamar la atención, podía usar a aquel espectro como mi seguidor si lo ayudaba. Así el mismísimo hades me castigara tendría que ayudarlo y tener un seguidor mas al cual poder sacrificar mas adelante. –Mandrágora, por favor quédate según se ve eres muy apegado al juez wyvern y puedes ser de ayuda en la discusión que tal vez empiece mas adelante al llegar nuestro dios.- Le respondí al espectro del terror el cual estaba apunto de irse y esto no me servia para lo que tenía pensado con el.

La puerta se abrió otra vez más, y de ella una resplandeciente armadura morada apareció Era algo irritante su discurso queriendo convencer al espectro de mandrágora de ser su seguidor por no delatarlo además incentivo a este mismo espectro dándole un golpe en seco con la palma abierta. –Juez Griffon tu mismo dijiste que no me molestarías pero lo esta haciendo con tus comentarios hacía el espectro de Mandrágora, Yo mismo contacte a un espectro en la anterior guerra y le dije que ni bien despertara nuevamente se dirigiera hacía china para inspeccionar. Así que no te ponga a hacer discursos raros y deja de molestar a un espectro que nos ha traído valiosa información. Además tu comportamiento no es mejor al de el, obligando a un espectro a servirte cuando este le sirve a otro juez es un acto aun peor que el que cometió Mandrágora...- Le dije al juez de Griffon mientras seguía en mi asiento con mi casco a un lado esperando la aparición de Hades y la de Pandora.

Mire hacía un lado, el juez de Wyvern se paraba a tomar un poco del vino que Griffon había servido, a pesar de eso no era de mi interés aquello y deje de prestarle atención al juez hasta que me dirigió la palabra justo en el mismo momento que estaba apunto de dejar de mirarlo. Retome mi visión de apenas unos segundos y despreocupado de las palabras de aquel irritante juez de Wyvern conteste. –Cuidado con las palabras, esa frase es algo estúpida teniendo en cuenta que las palabras no son mal dichas si no mal entendidas. De cualquier manera tu eres el que debe “Cuidar las palabras.- Hice una seña con mis dedos como si me refiriera y diera a entender que repetía lo que el decía –si no quieres terminar muerto prematuramente en esta guerra.- Conteste a las palabras de uno de mis dos hermanos mientras me paraba y pasaba justo a su lado esta vez con mi casco puesto.

Di unos pasos mientras estos resonaban en la sala y me acerque al espectro de mandrágora. –Retomando con el tema creo que este chico no debe ser juzgado por sus actos actuales, el tenía una orden y como todo buen espectro la cumplió.- Aclare mientras apuntaba con el dedo a la estrella celeste del terror –Yo defenderé a este joven si se lo es culpado y asumiré mi responsabilidad. Por algo soy el juez más poderoso y con más influencia sobre Hades y Pandora…-

-Que molestos que son mis hermanos, me dan ganas de matarlos y destriparlos uno por uno. Lastima que seria tomado como traición si no lo haría aquí mismo… no me resultaría difícil acabar con ellos, lo que si me podría llegar a costar seria acabar con aquel dios si se pone del lado de mis hermanos. Pero como creo que el esta de mi lado no habría problema real alguno.
Aunque como dicen es mejor prevenir que lamentar…-
Aquel fue mi pensamiento mientras daba medía vuelta y observaba al Dios en la sala.

-Me disculpo si las acciones de Mandrágora le molestaron Morfeo.- Dije haciendo una pequeña reverencia y luego quedándome en silencio absoluto para escuchar todas las repercusiones de mis comentarios y la respuesta del hijo del dios del sueño, la respuesta del hijo de Hypnos y sobrino de Thanatos.
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Mensaje por Paradox Sáb Mayo 07, 2011 5:26 am

Tras contar mi historia, apareció, a simple vista, apaciguante el prestigioso Juez de Griffo.
Me soltó unas palabras.
Era un hombre tranquilo a primeras vistas, pero intimidaba. Sis serenos ojos ocultaban el sadismo interior protegido por el orgullo que tal vez era apoyado con algo de decencia. Pero, aún así, no podía comprenderle.

Humillándome, con razones sobrantes, me propuso el puesto de su guardaespaldas, generosamente. aún sin saberlo, era bien cierto que, como cualquier ser viviente en condiciones de humillación similares, sentía rabia por dentro, mas, en un lúgubre camino cuya pendiente descendía al triste lago de plantas marchitas, se alzó una luz blanca echando raíces sobre tal y, alzando con sus resplandecientes blancas ramas el camino en una nueva dirección, retomé una ruta distinta.

Y, así pues, tras ser alzado y recibir un golpe, me agache, con una rodilla levantada y con el brazo cuyo lado coincidía sobre dicha pierna.

- He de agradecer su aceptación cómo su escolta, mas, a saber que no era propuesta, acepto ser su escolta y estaré en plena gratitud con vos, pues, visto mi crimen, ha sido aún piadoso incluso para mí, y demasiado generoso, pero, como dudo que sea de importancia mi opinión en tales cosas, me quedaré aquí, disfrutando del privilegio que me ha brindado de poder ver el regreso de Hades-Sama.

Así pues, aún sintiendo rabia, me levanté y, como respeto al Juez de Griffo, tomé un recipiente de dónde llenar el Vino, donde el cual me eché lo suficiente para poder degustar su exquisito sabor, a lo que, tras beberlo, hice una reverencia de agradecimiento y me posé lejanámente a su lado, esperando el regreso mientras juzgaban mis desventuras.
Sin embargo, más tarde el Juez de Garuda habló.
Tras sus palabras, mi mente estaba nublosa durante un momento, pero luego recordé todo. Pertenecía a las huestes del Juez de Garuda, y le recordaba a él como uno de mis grandes superiores. Así pues, me levanté, hice una reverencia al Juez de Griffon.

- Lamento decirlo que posee la razón en cuanto a mi procedencia, pues, así pues, debo negarme a su aceptación. Por otro lado, Juez Garuda, gracias por acogerme de tal manera en sus huestes y por ser así de flexible con nos. Le serviré en cuanto pueda

Tras ésto, me coloqué en las lejanías de la sala, en el lado del Juez Garuda.
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Mensaje por Seisyll Mar Mayo 10, 2011 8:41 am

El rostro de Seisyll era sonriente, aunque sádicamente, aplaudía ante el festejo de que su Káiser estaba nuevamente con vida, sin embargo aquella chispa de júbilo se fue apagando lentamente como un fuego muere en la lluvia. Sus ojos se ensimismaron en la viva figura de Garuda y se ensancharon abriendo sus parpados de tal manera que parecía que iban a saltar hacia fuera, pequeñas líneas rojas se delineaban en su globo ocular y con nerviosismo comenzó a parpadear intermitentemente. Su faz había cambiado lentamente frunciendo su ceño y demostrando lo irritado que estaba. Tensó aquel tarro que tenía en sus manos con tal fuerza que pronto lo convirtió en trizas, arrojando los restos a la pared de aquel lugar, mientras el suelo parecía temblar un poco. – ¡Cállate!

Musitó Seisyll a regañadientes, mientras sus ojos se centraban en aquel mítico camarada de Hades. Su personalidad, sus palabras arrogantes, ya habían enfurecido realmente al hombre de cabello castaño claro, presionó su puño y unos hilos fueron iluminados tenuemente por la luz de las velas que estaban encendidas en aquella lúgubre habitación. Seisyll podría ser la vil y misma personificación del mal, pero las mentiras nunca eran buenas, aunque fueran tan pequeñas y diminutas como ahora era el cerebro de Aiakos. – ¿Por qué no te fijas lo que dices? ¡Que son meramente sandeces…!

¿Qué tiene de peor mi acto a lo que cometió Mandrágora? Simplemente le di el castigo que se merecía y ya. Si disteis esa orden eres un imbecil, como se nota que no tienes ni siquiera cabeza para darte cuenta de lo que haces. Estamos en guerra desde el momento en que Hades ha despertado, pero nuestra guerra es solamente con Atenea y tu mandas a un espectro de bajo rango, si quiera hubieses enviado a la élite si queríais investigar… pero no, envías a un solo soldado a levantar sospechas en China. Sabiendo que Atenea puede aprovechar esa chispa que avivaste para hacer un fuego y crear una alianza con uno de los Reinados que promete a futuro ser un gran Imperio.
– Las palmas de las manos de Seisyll arremetieron contra la mesa donde estaban apoyados los tarros provocando un estruendoso sonido por toda la habitación, mientras que se sentía el sisear de los hilos que se retraían, evitando la ofensiva. Pues entrar en un combate con Garuda sería completamente idiota y sin sentido, porque sería responder a su bajo intelecto de querer resolver todo con golpes.

Y es una falta de respeto que amenaces de muerte, ya sea indirecta o directamente, a un camarada, a un par tuyo, como hiciste con Ricardo algo que seguramente será informado a Hades cuando llegue para que recibas un digno castigo. Pues no me pienso ensuciar las manos contigo. – Seisyll refunfuñó y tomó asiento, apoyando los codos en la mesa y llevando una mirada fría a la nada, mientras cubría con sus puños trenzados su boca que mostraba una expresión de irritado. No podía creer lo cobarde y lo estúpido que podía llegar a ser Garuda. Fue en ese mismo momento que observó a Mandrágora. – No hay estrellas acunadas por ningún Juez, todas obedecen a Hades, de hecho cada uno elige a los mejores espectros para que formen parte de su propio ejército personal, al ver el futuro en los ojos de cada siervo de nuestro Káiser. Pareces un niño caprichoso al querer tomar a Mandrágora cuando sabes que yo lo solicité por verle primero, y me parece completamente fuera de personalidad para un Juez.

Sin embargo, tengo que decirte que cuando algo no está bien aquí y hay que tomar decisiones los tres lo hacemos, porque así es como funcionamos, dictamos las reglas en el Inframundo cuando Hades y Pandora están ocupados. Nos encargamos de todo, y como ya dije, proclamo que este espectro sea mi guardia personal, y así será pues cuento con la aprobación de Wyvern que dijo que estaba de acuerdo en que así sea, así que como verás, no me interesa que diga Fedor, ni lo que digas tú, Aiakos… solo cierra tu pico y adopta las reglas… Porque no eres mejor que nadie aquí... ¡Los tres valemos por igual!
- musitó Seisyll observando a Fedor, sin siquiera dirigirle la mirada a aquel que había faltado respeto a toda la sala, excepto a Morfeo.

Fedor ven aquí y has una reverencia a mi lado, perteneces a mi hueste personal de ahora en adelante y así se ha decretado. – sus orbes celestes tras musitar eso se posaron en la deidad que estaba por debajo de Hypnos. Uno de sus cuatro siervos personales, lo que se podía decir, dignos guerreros del Hades. – Disculpe que usted, una deidad, deba presenciar tales actos de irrespetuosidad Señor Morfeo, pero he de hacer valer las reglas como se deben en el Inframundo y espero esté de acuerdo conmigo.
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Mensaje por Pandora2 Miér Mayo 11, 2011 8:18 am

La actitud sumisa de Pandora indicaba hacia donde se encontraba su fidelidad, tenía el valor suficiente incluso de ser capaz el cuerpo puro de su dios y para aumentar tal atrevimiento dejar posar sus labios sobre su piel, tan gélida al contacto con Hades que solo la estremeció por unos segundos. Le rogó prácticamente para que partieran de ese sitio, como su “hermana mayor” tenía que protegerle pero en esa era no desempeñaba tal papel, solo era una subordinada más pues así fue el designio y destino que le impuso aquel ser divino.

Su mirada se tornaba hacia un solo punto, notando los detalles del dorso de su mano, la cual había dejado impregnado el calor de su boca. Ella seguía viva, tomando el cuerpo de una joven donde estaba predicho que despertara, increíblemente Amelie fue dotada de gracia y belleza, todo lo que se esperaría de una dama pero a la vez tan temible como una serpiente…

Detalles, solo eran meros detalles donde se desviaban sus pensamientos. El color de las cosas se desvanecía, el destello de la luna que les envolvía se apagaba; alarmada la pelinegra busco si sería castigada por el retraso, para su sorpresa Hades se mostraba complaciente por lo que dejaba pasar ese detalle. Admirada quiso grabar esa expresión que se plasmaba en su rostro pero el negro ya estaba teñido profundamente entre ambos sin que lograra ver absolutamente nada, sumidos en las tinieblas percibía su cosmos, la rodeaba, la abrazaba prácticamente para que fueran desplazados. Sin embargo, en la mente de la mujer sucedía lo impensable y ello era que sentía que le protegía del resto del mundo.

Todo parecía distorsionarse, el tiempo y el espacio en el que estaban ya no existía, solo esa especie de esfera negra que les envolvía para ser transportados a Heinstein. No recordaba el tiempo que pasó exactamente a lado de su dios pero era confuso, aseguraría estar una eternidad pero a la vez unos segundos al estar en esa posición. Pandora activo su cosmos para que se colocaran en la entrada, tenía que poner sobre aviso de la presencia de Hades.


Mi Señor Hades.. debe aguardar acá mientras anuncio su llegada… –su voz sonaba melodiosa, para oídos ajenos era sumamente seductor terminando de acatar cualquier pedido o sugerencia despedida por su voz. Su mano al fin se desenlazaba esperando que entendiera, no quería desagradarlo.

Su cosmos se había apagado totalmente, con el fin de que supieran que Hades estaba ya donde pertenecía y que su misión fue completamente exitosa. Nadie estaba a su encuentro, lo que la terminaba por exasperar, ya que entonces tenía que tomar el papel de un heraldo más aun cuando su cargo representaba algo más grande que eso. La sala se abría paso, Pandora solo logró escuchar como los jueces se disputaban un problema que realmente no les concernía.

Simplemente sonrió, dejando liberar opacamente su cosmos y formar unas cuantas mariposas que la rodearan y danzaran en torno a ese espacio, encantando a sus invitados probablemente. Dejándose ver a la tenue luz de las antorchas que se colocaban en rededor de la mesa, la silueta de Pandora se volvía visible para los presentes.


Simplemente causan vergüenza todos y cada uno de ustedes, se les deja solos a cargo del Inframundo y precisamente los tres jueces que deben demostrar más unión que cualquiera pelean como meros niños pequeños…

El cabello de la fémina ondeo vivamente a la vez que la serenidad de su voz se dejaba escapar de sus labios, reprochándoles por tal actitud. Rodeaba la mesa para observar el causante de dicho problema, un espectro. Lentamente se separaba de ese perímetro dirigiéndose a lado del trono exclusivo para Hades, las mariposas purpureas y violáceas no dejaban de revolotear ya que entre más intenso su vuelo, el cambio de temperamento de Pandora se transformaba en uno más agresivo.

Con que tú eres el problema en cuestión… -concentró su mirada en la silueta de ese ser casi insignificante. En realidad ella no estaba ahí para aclarar su traición o no pero si para reprender a Aiacos y a Seisyll- Garuda y Griffon… ¿acaso tengo que recordarles el orden de las cosas en el Inframundo?parecía que les hablaba como si estos no entendieran, era realmente engañosa la manera en como ella procedía. - Es verdad que ustedes se encargan exclusivamente a juzgar los pecados de los humanos que ya trascienden al reino de la muerte para tomar su “descanso eterno” pero… el juzgar la fidelidad de un espectro hacia Hades… ME CONCIERNE A MI!!! ¿Con qué derecho se creen el deliberar sobre el destino de ese insecto?!!! Espero no tener que recalcar esta situación, mucho menos cuando nuestro Señor Hades ya ha renacido nuevamente en el ser más puro de la Tierra. YO soy la que decide… nadie está por encima de mí a excepción de nuestro dios y sus dos consejeros, así que el asunto de Mandrágora queda cerrado.. ¿entendido?... Garuda… Griffon y Wyvern…
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Mensaje por Aiakos Jue Mayo 12, 2011 11:59 pm

El juez de Griffon se encontraba algo enojado y esto se izo evidente al ver como arrojaba un tarro repleto de vino y cuando golpeaba la mesa con gran fuerza provocando de esta manera un gran estruendo en el lugar, el cual resonó completamente por toda la recamara. Mientras veía este último acto escuchaba todas las palabras del juez las cuales me entraban por una oreja y me salía por la otra, pero algunas palabras las dejaba en mi mente para responderle al juez más débil de todo el inframundo, Seisyll de Griffon.

-¿He, que dijiste Griffon? La única palabra que escuche de todo lo que dijiste fue Aiakos eres mejor que nadie aquí, debó decirte gracias por tus palabras halagadores a mi persona pero realmente me resulta muy conveniente de tu parte. ¿Me alagas cuando antes me insultabas? Creo que solo actúas por tu conveniencia y que me entiendes cuando tome aquella decisión, pues en aquella época al igual que todos los demás pertenecientes a este vasto ejercito te encontrabas muerto, fuiste acabado en la primera invasión que hicimos al igual que Wyven, dejándome a mi todo el peso del ejercito espectral.-

Preste atención un poco y observe como pandora entraba al gran salón especial para las reuniones del inframundo, aunque lo hacía algo enojada. Como si hubiera escuchado toda la conversación y le molestara la disputa entre los tres jueces infernales, realmente algo muy gracioso ya que yo no debía mostrar unidad con aquellos hombres como ella decía, por algo nos separaban y nos daban a cada uno una parte del ejército espectral. -¿Orden de las cosas? Déjeme decirle con todo mi respeto señora pandora que aquí no hay orden, desde que nuestro al igual que usted fueron vencidos por la diosa Athena el caos ha reinado por aquí, los espectros que quedamos vivos nos tuvimos que organizar como pudimos haciendo todo lo posible para poder sobrevivir y darle tiempo al dios y a usted de resurgir. Además ¿Cómo quiere cumplir su función si se encontraba fuera encontrando a nuestro dios? Que yo sepa en este tipo de situación el siguiente al mando toma el control, en este caso Morfeo el cual no se ha mostrado ni a favor ni en contra de la situación por lo que no veo nada lógico en sus palabras.
Igualmente procedo a callarme y a escuchar todas las cosas que tenga que decir ya que nuestro dios ha despertado y en este momento usted ha vuelto para retomar su puesto.
- Le conteste en todo amable y serio mientras hacía una pequeña reverencia y me quedaba callado esperando a que el gran dios que sumergiría al mundo en la oscuridad entrara en la imponente sala para dar su “discurso”.
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Mensaje por Sune Vie Mayo 13, 2011 1:24 am

Rutina, luego de un largo y arduo día de entrenamiento, tomaba con tranquilidad un baño, refrescando el ardor tanto en mi cuerpo como en mis venas. Me permití desvestirme de cada pieza de la armadura, incluso los guanteletes metálicos que siempre debía llevar. Respiré profundamente regocijándome de la frialdad de cada gota de cristalina agua, lleve mi mano a mi pecho bordeando con mi dedo una de las muchas cicatrices en mi cuerpo. La observé detenidamente, de vez en cuando pensaba en la historia detrás de esas marcas, mi pasado como humana. Pero lo recordaba de manera distante, como si fuese solo algo que hubiese presenciado mas no vivido, pues mi vida estaba allí en el Inframundo.

Abrí mis ojos atónita al percatarme de varias presencias en el castillo, tan sumida dentro de mi mente que no me había dado cuenta. No solo Seisyll había regresado sino que cosmos impresionantes y reconocibles se distinguían entrando al siniestro lugar. No había forma de confundirse incluso sin conocerlos personalmente, la señora Pandora y nuestro señor Hades habían arribado al fin. Me vestí con apuro, tomando las mismas ropas que llevaba antes, aquellos ropajes que utilizaba bajo la armadura. No me resultó importante en ese momento el estar presentable sino el estar presente. Corrí buscando por los eternos pasillos, guiándome por las oscuras esencias que se extendían en el aire. Ese perfume bello y sofocante, me detuve en seco frente a la puerta de la sala de reuniones. Escuché la reprimenda que Pandora les estaba dando a los jueces, esa mujer, bajo esa sedosa voz se escondía un ser de temer y respetar. Me preguntaba tan solo por un instante si tal vez en ella también se escondiera algo más que lo que mostraba. Que idiota, ella era su superior y cosas como esas siempre tendían a permanecer en las sombras, incluso de quienes más confías y admiras. No pude quitar de mi mente la imagen de Seisyll. Sacudí la cabeza deshaciéndome de todo pensamiento y abrí al puerta con lentitud entrando con pasos sólidos y pausados.

-Señores jueces…Señorita Pandora…-
Lleve mi puño cerrado a mi pecho y me agazapé haciendo una leve reverencia como un saludo y bienvenida acorde de una servidora. – Disculpen mi interrupción, he sentido la llegada de su presencia señora Pandora y la de nuestro gran señor. Supuse que sería apropiado estar presente, para darle la bienvenida a nuestro dios nuevamente a su hogar. – Volví a erguir mi cuerpo, mostrándome firme mas no superior. Era y sería siempre una mujer que respetara y valorara su lugar. Observé a todos los presentes y no pude evitar que mi mirada se clavara en el juez de Griffon, pestañeé con lentitud intentando evitar que aquella obviedad pudiese ser tomada como una insolencia.

-Mi presencia y mis servicios están a su disposición.- mis cabellos goteaban y una gota cayó en mi mano, de reojo miré que en mi apuro no tenía puesto los guantes de metal. Llevé mis manos levemente hacia atrás, escondiéndolas detrás de mis caderas. Tal vez no debía de preocuparme, todos allí eran fuertes, pero nunca pude perderle ese temor a mi fuerza, a la capacidad destructiva con el más mínimo contacto. Era una virtud y una maldición...


Última edición por Sune el Sáb Mayo 14, 2011 7:10 am, editado 1 vez
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Mensaje por Anterior Alucard Vie Mayo 13, 2011 3:41 am

Despues de esperar un rato en la entrada de Heinstein, vi pasar a la señorita pandora y entrar a la sala de la reunion, me parecio que seria mi unica oportunidad de entrar y poder estar presente en el discurso del señor Hades, cuando ya me disponia a entrar vi que una sombra se disponia a entrar en aquella sala, esta vez se trataba de la espectro que llevaba el sappuri de Behemont, me parecio que lo indicado seria esperar un poco para que se acostumbraran a su presencia para luego mostrarme en el lugar, cada vez se sentia la presencia de mi señor mas cerca y mas viva en aquellos pasillos, era un hecho de que mi dios ya se encontraba en el lugar y sin duda alguna la señorita pandora habia entrado en esa sala para anunciar la llegada de Hades-sama, pero lastimosamente se habia encontrado con el bochornoso acto que se llevaba acabo en ese lugar, lo que habia demorado un poco mas los planes, y por esto mismo era que tenia la oportunidad de entrar a esta reunion.
Cuando ya habia pasado un poco de tiempo y todo se encontraba calmado, me dispuse a entrar para poder integrarme a la reunion, con paso lento pero firme, una mirada confiada y con una tez calmada me acerque a la puerta y sin hacer mucho ruido la abri e ingrese en el lugar.

-Buenos dias señorita Pandora, señores jueces del inframundo, dios morfeo presento mis disculpas por llegar en este momento, y espero ser bienvenido en tan importante lugar.

Dije mientras hacia una reverencia, pude ver que las cosas ya estaban calmadas y tambien pude ver a mandragora sentado en un extremo y con la mirada baja, tambien encontre que Behemont estaba ofreciendo sus servicios a los presentes, y me parecio lo mas indicado.
Me acerque a el juez de Griffon, Seisyll al cual yo le servia, me acerque y disimuladamente le hice una reverencia.

-Mi señor Seisyll estoy para lo que ordene.

Dije con mi cabeza agachada esperando a que el gran juez de griffon me pidiera cualquier cosa, mientras tanto estudiaba el entorno dandome cuenta de todo lo que pasaba a mi alrededor.
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Mensaje por Seisyll Vie Mayo 13, 2011 7:09 am

Cuando sintió aquella aura de magnificencia entrar en la sala simplemente cerró sus ojos, tomó aire y agachó su cabeza a lo mas bajo, inclinándose frente a la dama de la oscuridad, la señorita Pandora. Escuchó reproche y castigo sin que su temple se moviera de aquella sonrisa que tenía dibujada, pues la cuestión de alimentar su alma con su dulce voz y la reprimenda era método de enseñanza para una próxima ocasión. Su corazón palpitaba de emoción con cada palabra que salía de su boca, pues después de todo en ese juego era un simple can y ella era el amo, así que debería obedecer. Abrió sus ojos, esperando que terminara de hablar, parpadeando cuando ella subía un poco su tono de voz, pero no le temía en lo absoluto. Le respetaba eso sí. La incompetencia, la falta de criterio y de lugar, seguía en Garuda que espetó unas palabras nuevamente desubicadas, pero esta vez no reaccionó, tan solo tensó su puño por la rabia que sentía de no poder callar simplemente su boca cosiendo sus labios con sus propios hilos de una vez por todas, para que dejara de ser tan insolente frente a la señorita Pandora. Sabía muy bien su lugar, y en ese momento no debería hacer nada, Pandora ya lo haría por él… sin embargo, había algo que quedaba picando y debía explicar, al menos así lo creía conveniente, no se le daban ese tipo de “presentimientos” pero quería hacerlo. – Prometo que no volverá a suceder al menos por mi parte, Señorita Pandora. En ningún momento quise insultarla, ni mucho menos degradar su puesto, solo quise poner en su lugar a alguien que creí conveniente en hacerlo, pero veo y ahora me doy cuenta que estoy mal, ya que ese alguien comparte mi rango a la par, discúlpeme.

Sin embargo, quiero dejar en claro que en ningún momento quise juzgar la fidelidad de un espectro hacia Hades, solo creo que el delatar nuestro renacer Inframundano en China, podría traernos muchos mas problemas e inconvenientes del pequeño problema que es ahora. La fidelidad de los espectros es una, obedecer o descansar eternamente, no tienen alternativa y como mencioné anteriormente, voy a obedecerla en todo lo que diga, solo quería compartir mi opinión con usted, Señorita Pandora.

Sí, como bien dijo juzgamos el destino de este espectro. Pero eso es porque creo conveniente que éste espectro, Estrella Celestial del Terror, Fedor de Mandrágora, me servirá mucho para mis planes que tengo pensado comentar hacia el Gran Hades, nuestro omnipresente Káiser. Si a usted no le molesta e intentando buscar los menores problemas posibles, le solicito y pido por favor, que me conceda el permiso de tener bajo mi responsabilidad a éste espectro.
– En ningún momento levantó su rostro, sabía muy bien su lugar y para que estaban ahí, era fiel, claramente fiel.

Permiso para ponerme de pie. – dijo para erguirse y justo en ese momento se hicieran presente dos de los espectros que estaban bajo su cargo y eran de su hueste personal, Fedor, con mucha suerte sería el tercero y prontamente el anteúltimo guerrero para completar su plan secreto, el último estaría pronto en llegar. Pandora sabía muy bien de la habilidad estratégica y mental de Griffo, y que sus planes no eran pequeños, sin embargo el dependía siempre de su permiso y de ella decir no, no se negaría en lo absoluto, tan solo asentiría y ya, sin chistar. No musitó palabra alguna, se quedó esperando una respuesta o la misma introducción del Señor Hades a esa habitación, de ser necesario, no quería molestarle, no ahora. Su hueste personal le interesaba, pero no podía faltarle el respeto a la Señorita Pandora para dirigirse hacia sus espectros frente a rangos mayores como lo era la Princesa y dueña de las ciento ocho estrellas espectrales.
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Mensaje por Xemnas Vie Mayo 13, 2011 5:29 pm

Despues de aquel tiempo, en busca del lugar indicado, llegue, con tranquilidad , de entre los espectros, habia gente interesante, uno de los jueces, mi hermano Ricardo, uno de los espectros mas poderosos, y tranquilos de entre todos, a demas de Seisyll, el otro juez, su forma de hablar y tranquilidad, le hacia de respetar, era alguien confiable, a demas, su gran pico de oro, le hacia ser el mas conocido y respetable de los expectros. Se encontraba la señorita Pandora, la mas linda del inframundo y la unico que tiene por lo general, contacto directo con mi señor Hades, a demas habia una personam as interesante, su cosmos era aterrador, al igual que tranquilizador, era el de un dios, a juzgar seria Morfeo, un dios de categoria menor, caracterizado por ser dios del sueño, hijo de Hipnos y Niz, segun lo conocido, a demas su capacidad de vuelo le permitia, recorrer el mundo velozmente.
Me fijaba en las paredes, recorridas por infinidades de cuadros y candelabros, armaduras y armas situadas por los lados, bastantes cosas bellas, en algo tan poco digno, a pesar de eso, preferia no entretenerme en sandeces, y continuar con mi camino.
Escuchaba, lo que decian, hacia minutos que escuche hablara a Alucard,por lo visto espero, asta que la cosa calmase, aunque en verdad ni lo se ni me importa, lo unico que me interesaba en este momento, era acatar las ordenes de mi hermano en esta ocasion.
Cuando llegue ante la puerta elegida en la que tras ella se encontraban mis compañeros, suspire profundamente, mi toga no dejaba ver ni rastro de mi armadura, asi que lo unico que hice para que noten mi presencia, fue entrar sin llamar.
Antes de nada, me fije en los presentes, a demas de los tres jueces, la señorita Pandora, y Morfeo, podia ver a Mandragora, Behemoth y Balrog, a pesar de eso no me interesaba su presencia no necesito ni necesitaba nada de ellos.
Cerre aquella puerta, y hable:

-Disculpen por mi retraso señores y señorita, me habria gustado haber podido llegar un poco antes, pero tube asuntos de los que ocuparme que no vienen al caso ahora mismo, a demas espero poder seros de ayuda en este momento.


Hice una reverencia en señal de educacion a la señorita Pandora, y me coloque cerca e mi hermano Ricardo. Seriamente, estaba atento a toda la sala, en estos momentos el silencio era sepulcral, tal vez por mi descortesia de entrar tan descaradamente, sin haber sido invitado a pasar, Quite mi toga, dejando mostras la bella armadura de Bennuh, la mas cercana a la de un Juez desplegue las alas, dejando verla por completo, entonces dije estas palabras:


Pandora, señores jueces, para lo que necesiteis, mis alas quedan a vuestro servicio.

Despues de eso, miraba a Balrog seriamente, sin motivo aparente, no parecia mala persona, al igual que los otros espectros, me gustaria poder establecer algo de compañerismo con ellos, sera mejor mantener compañeros, en vez de perderlos, como en circunstancias normales, yo habria echo sin dudar. Despues de eso, miraba la marca de mi hermano, y seguidamente la mia, la cual se encontraba en el brazo contrario, no sabia ni por que ni como se creo, pero la verdad que no era algo que me llamara mucho la atencion, mi mirada, observaba todo lo que nos rodeaba, serio pero tranquilamente, me dirigi hacia mandragora, dejando solo a mi hermano, me apoye sobre la pared para notar mas comodidad, y sonreia algo, tenia pensado, que cuando salieramos tener charla con los espectros, necesito saber algo mas sobre ellos. A pesar de todo, no sabia de lo que hablaron, asi que eso seria lo principal, preguntar lo ocurrido en este lugar. Miraba a los jueces Aiakos, y Seisyll con desprecio, a pesar de su forma de ser, no me gustaban, uno me parecia bastante estirado, y el otro simplemente me daba asco, fijaba la mirada en Aiakos, con bastante asco y repugnancia, pero sin cambiar la expresion nunca. Despues de todo esto, me fije en Morfeo, era alguien de tez blanca de piel, pelo plateado, y constitucion fuerte, se notaba que entrenaba, a demas, como pensaba antes de entrar, es el mas poderoso de entre todosl os que estan aqui, asi que tendre que hablar con el ahora despues tambien,


Disculpen mi intromision, pero me gustaria saber lo ocurrido anteriormente en este lugar si no es de mucha incumbencia, mo me gustaria andar molestando.

Me calle, y quede tranquilo.



Última edición por Xemnas el Sáb Mayo 14, 2011 5:23 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Paradox Vie Mayo 13, 2011 11:32 pm

Todo ocurrió de golpe. Establecí una fuerte disputa verbal entre dos jueces del Inframundo. La situación fue terrible sobretodo para mí. Una estrella celeste que, a vistas de los asistentes, era un rango muy bajo.
El ambiente era terrorífico. La rabia que invadía al Juez Seisyll en un momento dado se volvió tangible mientras que el Juez Garuda desesperaba en su sitio.

Pese a que aquella disputa se había convertido en una guerra de honor, más que una lucha de mi custodia (a lo que no pude evitar sentirme halagado) no podía intervenir, pues mi opinión era infravalorada.

Tras la larga para mí disputa, apareció Pandora, a lo que, en seguida, me puse con una rodilla en el suelo haciendo una reverencia hacia ella, semblante a un inmóvil busto. Demostró cuanta ineptitud gobernaba en esa sala. También me sentía culpable.
Me miró un poco, con una mirada común para ella, pero algo que no pude evitar notar la exitación que provocaba, a lo que luego sentí profunda humillación.
Tras ésto, descargo la ira que le provocaba ver tal escena frene a los dos Jueces, algo que no me hizo mucha gracia, pues, en esa sala, el número de veces que se bramó la palabra "insecto" refiriéndoseme fue superlativo.

En la escena, aparecieron dos Espectros más, con aire y porte importante aunque respetuoso. Les conocía, tenía información sobre ellos. Los espectros de Behemoth y Balrog. Estaban en las huestes de Griffon.
A continuación, El Juez griffon se disculpó con cordialidad frente a la todopoderosa diosa Pandora, pues, sus palabras y las de Pandora llevaban razón.
También pronto entró el benerado Espectro de Bennuh. Había leído información sobre él, pero mi primera vista de él no fue muy buena.

Así pues, todavía en la misma posición, decidí hablar:

- De primera, disculpaseme, pues, si se me permite todavía la osadía de hablar y dar una insignificante opinión de nos, me gustaría parlar unas palabras.
Esta situación no entrega agrado a ningún presente. Mis actos han sido con gravedad erróneos, si se me permite dar mi opinión, pero, pese a que aguardo el castigo, nada de ésto debe ser tratado ahora, con el debido respeto, diosa Pandora.
Vamos a recibir al señor Hades con orgullo, celebramos el incio de una guerra santa con nuestros propósitos y mis actos erróneos son bien indignos de tratar en tal situación y sala, así que, creo que hablo en nombre de todas las estrellas celestes que se encuentran ahora aquí, sería un honor poder tan sólo rogaros, diosa Pandora, dios Morfeo, y benerados Jueces del Inframundo, ser testigos de tal esplendoroso acto que se avecina
.- Dije, sin mover un ápice de mi petrificado cuerpo, a lo que retrocedí como pude, moviéndome lo mínimo.

Me puse a la altura del Espectro cuya armadura era la esplendorosa de Bennuh.

- Como bien he dicho osadamente antes, y con el debido respeto, lo acontecido anteriormente no es de vuestra incumbencia, Bennuh. Nuestro propósito tener la suerte de recibir a nuestro gran dios Hades.

Me arrodillé de nuevo, mostrando gran respeto a mis superiores.
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Mensaje por Pandora2 Miér Mayo 18, 2011 3:27 am

Todo hubiera seguido perfectamente para Pandora sin la interrupción de Griffon, la mujer se mostró levemente paciente ante sus palabras, era común encontrar en el Inframundo seres que derrochaban un gran ego y sobre todos aquellos que ostentaban un cargo de superioridad sobre el reino de los muertos. Su rostro se tornaba sombrío, la sombra que crecía bajo sus ojos se extendían casi por todo su rostro, dejando visible solo los labios de la mujer…

Era algo gracioso, en parte tenía razón en sus palabras pero la segunda parte estaba totalmente equivocada. La pelinegra ya se había posicionado quedando de pie a lado del trono de Hades, esperaba por mucho controlar la situación antes de que su dios hiciera acto de presencia. Respirando profundamente su atención solo se situaba en Garuda, ya hasta la interrupción de los siguientes espectros que anunciaron su llegada demasiado tarde parecía ser algo inexistente para la mujer.


Vaya Garuda… tus palabras son demasiado fuertes… espero seas igualmente de osado ante la presencia de Hades.. –trataba de esconder su energía, una que no fuera totalmente agresiva ya que ese ser divino se encontraba cerca, ya no podía proceder con tanta facilidad como lo hacía antes, ahora solo estaba a disposición del dios de la muerte. Aun manteniéndose bajo su control no podía evitar que su orgullo fuera tomado demasiado a la ligera y más en presencia de espectros y dioses…

Sin moverse de su lugar observó finalmente el rostro de ese sujeto, grabándose su expresión antes de castigarlo y someterlo ante todos los demás pero las palabras del siguiente juez se contrapusieron indicándole el lugar que portaba, si no fuera por su intervención Garuda ya hubiera sido destituido de su puesto. A pesar de que sus palabras sonaran algo complacientes para la fémina simplemente le resultaban una mera distracción antes de hacer un acto imprudente.
Lo discutiremos después Griffon, por el momento confórmate que Mandrágora estará bajo mi supervisión y Garuda… atrévete a mencionar o mejor dicho a insinuar de nuevo algo sobre la derrota de hace 200 años y yo misma te arrancaré de tu puesto de juez, piensa a quién le respondes de esta forma y no lo digo por mí… Hades por muy misericordioso que se muestre no posee la misma paciencia para tener que tratar con sabandijas. –la amenaza no solo iba para ese hombre, iba para cada uno de los presentes… así que echando una vista corta observó con severidad a los que se mantenían en aquel salón- Espectros arrodíllense!!... Jueces de pie!!.. Hades ha llegado una vez más entre nosotros…

OFF: Bien a partir de acá nadie puede responder.. el turno esta reservado para Hades, aquellos que no asistieron a tiempo limitense a pasar en este tema o serán castigados por Pandora.
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Mensaje por Shion Jue Mayo 19, 2011 7:49 pm

Durante el transcurso del viaje, los desastres que el despertar del señor oscuro causo fueron apagándose al fin, dejando una gran marca de caos y miseria en el mundo de los humanos, la Tierra. La luna retomo su color habitual, dejando atrás el rojo carmesí que había mostrado durante el transcurso de su regreso al trono del Inframundo, el regreso de Hades. El orbe cósmico que rodeaba tanto a Pandora como al mismo Hades fue reducido al momento de aterrizar en las entradas al gran palacio del Dios del inframundo en la Tierra, Heinstein, cumpliendo su trabajo de transportar al Emperador y su fiel seguidora al lugar donde estarían Hades y su ejercito durante un largo tiempo, esperando el momento oportuno para dar inicio de una vez a la Guerra Santa contra Athena, que tanto podría traer la oscuridad como la luz al mundo. El imponente Heinstein se alzaba con un esplendor de carácter sombrío e enigmático, llegando incluso a sobrepasar en grandeza y tamaño al de cualquier Rey de humanos o cualquier otra edificación hecha por estos; lo único que podría describirlo tal majestuosidad que representaba aquel castilla era “sublime”. Las puertas del gigantesco castillo de piedra se abrieron de par en par, dejando libre la entrada para el Dios del Inframundo y su leal Representante, Pandora. Como el exterior, el interior era un espectáculo lejos de la imaginación humana, tan bello como terrible.

Estatuas y pinturas con su rostro impreso en ellas se hallaban por todas partes dentro del infernal palacio, teniendo en común lo hiperrealista de sus facciones, muy poco común en la época actual, y el echo de que en ellas siempre se veía en ellas una escena donde el Emperador del Mekai se encontraba torturando las almas de los pecadores que en vida ejercieron malos actos, y que en la muerte les esperaría el peor de los castigos impuesto por sus tres leales súbditos y la élite de sus huestes, los Tres Jueces Infernales. Mientras Garuda y Wyvern juzgaban, Griffon imponía su respectivo castigo al pecador siguiendo lo declarado por los dos anteriores y según las reglas impuestas por su señor. Eran los guerreros perfectos, tan capaces a la hora de elegir la condena mas adecuada para el alma pecadora, confinándola al mas profundo sufrimiento en su respectiva prisión, como demostraban también en batalla, superando por una enorme diferencia al osado guerrero que intentara hacerles frente… aunque, para el nuevo Hades, aquel que había revivido en el cuerpo de ese joven de nombre “Raphael”, no eran mas que meros peones con un poder considerable, aunque sin valor real para él; Hades en esta y en todas las eras donde él naciera o al menos en aquellos instantes, solo respetaba una vida… Su vida. Para él, el resto solo eran piezas en su tablero que podría usar a su antojo, piezas que le ayudarían a ganar su juego contra aquella ingenua Diosa, Athena. Incluso las divinidades que le servían y estabas a su entera disposición, Hypnos y Thanatos entre ellos y como sus segundos al mando… no eran mas importantes para él que el Espectro mas débil en sus filas.

Aunque algo faltaba, una jugada que podría ser la que llevara a su persona a la inminente victoria en contra de la susodicha Diosa de la Guerra Sabia, algo que ella siempre había tenido de su lado aunque pareciera estar en desventaja, algo que tanto tiempo él había tardado en entender que incluso, ahora que llegaba a comprenderlo, le parecía una broma en un comienzo, pero en aquellos instantes veía el sentido que poseía aquella extraña ventaja que el ejercito de Athena poseía en contra del suyo. Pero, aquello sería corregido esta misma noche de su llegada. Nike, aparentemente, le sonreía ahora al Dios del Inframundo.

Sin embargo, había algo que en aquellos momentos lograba que en sus facciones se presentaran sombrías, mas de lo normal. Por dentro, él aun contenía un pequeño rastro del joven al que utilizaba como contenedor, siendo este el deseo de escribir cuando llegara la inspiración a su alma, como el escritor de gran talento que él había sido antes de despertar como el Rey del Mekai. No era necesario ocultarlo ni tampoco era mal visto por el alma del Dios inframundano, ya que él mismo disfrutaba del arte como todo ser divino que se respetara y aunque odiara la existencia de la humanidad sobre la Tierra desde incluso el momento de su creación, no dejaba de degustar algunas de las experiencias que podría y puede pasar cuando su alma revive en el contenedor mas puro, reservado únicamente para el gran Emperador inframundano, por lo que simplemente… se dejaba llevar por el deseo de sentir sus nuevos dedos probar aquellas experiencias y diversiones que el cuerpo mas puro entre los humanos pudiera ofrecerle. Después de todo, cualquier buen líder o al menos, cualquier ser con el suficiente intelecto para analizar las situaciones, sabría que es mejor ver el lado positivo de las cosas cuando uno se encuentra en diversas situaciones, en su caso tener que aguantar la pestilencia humana de su actual cuerpo. Simplemente, no valía la pena darse malos disgustos por tonteras sin sentido.

- Adelante. – Respondió únicamente Hades ante las palabras de la joven huésped de Pandora, en tono cordial al tiempo que él mismo se adentraba mas en las profundidades de Heinstein, buscando un lugar adecuado para poder llevar a cabo su reciente capricho. Encontrando el lugar adecuado, junto a un pequeño altar donde un antiguo casco dorado roto en algunas partes reposaba inmóvil delante de un vitral de colores violáceos y carmesíes, posiblemente perteneciente algún antiguo Patriarca que hubiera dado mas problemas de lo normal, como un trofeo de alguna guerra mucho antes a la que se llevaría en el presente, aquello avivaba su inspiración en algo que en su cabeza hacía retumbar en sus pensamientos la palabra “Interesante”. De la nada, una pluma de oscuras tonalidades, perteneciendo a algún tipo de ave inframundana como lo pudiera ser el Bennuh y pergamino de un metálico color dorado se materializaron sobre el altar, al mismo tiempo que una de las sillas de algún lugar cercano al que él se encontraba se desplazaba por propia voluntad velozmente hasta su dueño, el cual dejaba caer su ser encima del leal asiento.

Sus ropas habían sido mágicamente cambiadas durante el transcurso de su viaje, por unas exactamente iguales a las anteriores pero al contrario que estas, completas y en todo su esplendor. De uno de sus bolsillos extrajo un extraño frasco de tinta negra, la cual desprendía un intenso olor a muerte y un aura violácea claramente visible. Deposito el pequeño frasco de tinta sobre la improvisada mesa después de haber retirado su tapa, lo cual produjo que un viento desagradable a su alrededor, causando la muerte de un pequeño escarabajo que probablemente fuera el único ser que realmente se le pudiera considerar como vivo entre las presencias que allí se congregaban en una asamblea infernal.




Humedeciendo de tinta aquella pluma que fue creada por su mismo cosmos, el cuerpo anfitrión de Hades comenzó con elegancia a trazar encima del reverso del pergamino un solo y único nombre; “Shion” y por debajo de este, un titulo; *El que estuvo desde el inicio para avisar del final.”

Aquellas palabras momentos antes ser impresas sobre el dorso del papel, fueron fugazmente iluminadas por un intenso color rojizo durante una fracción de segundo, como si algo hubiera sido sellado en esas palabras, algo maligno e inimaginablemente horrible. Con trazos finos y llenos de exuberante elegancia, el Emperador del Mekai continuó ejerciendo su ocio, describiendo una escena ficticia donde el personaje principal poseía el mismo nombre que el que había trazado posteriormente al dorso del pergamino. En la escena se describía el aspecto del personaje, siendo este de cabellos rubios de una tonalidad verdecía, largos hasta las caderas sujetados en una cola de caballo. Aquel hombre, ya que según las características físicas y por el nombre se hacía obvio que se trataba de un hombre y no de una fémina, era descrito también de complexión física delgada y alta, un poco mas de lo normal. También en sus trazos él describía lo que yacía alrededor del hombre y sus sentimientos; siendo estos negativos, convirtiéndolo de un ser descritamente anteriormente tranquilo a un asesino de sangre fría y un lunático, debido a la gran cantidad de años que poseía y al echo de que aun caminara sobre la tierra de los vivos en lugar de ya poder darle un fin a su vida, de descansar en paz; mismos sentimientos que momentos antes, el huésped de Hades había albergado en su interior.

Aun cuando solo eran letras, la forma en la se expresaban era tan surrealista y a la vez tan realista que aturdiría la mente de cualquier ser que leyera aquellos escritos sin ser lo suficientemente experimentado para diferenciar la realidad de la ficción, aunque aun así podría causar el desborde de la locura interna de incluso el más experimentado guerrero, aun aquel cuyos ojos han podido apreciar la crueldad y la crudeza del campo de combate mas sangriento de entre todos, aun inclusive los Bersekers que fueron nacidos para el único motivo de la matanza, temblarían de terror al tan solo ojear algunas cuantas líneas de aquella cruda irreal historia. Aunque para Hades, aquello solo era un pequeño tentempié para desgastar su tiempo y auto satisfacerse.

Los pasos de aquel desgraciado personaje hacían eco incluso entre las paredes del mismo Heinstein, como si de verdad hubiera alguien avanzando entre sus sombríos pasillos. Antes de terminar el capitulo horas después, entre líneas significativas que hacían al personaje “hablar” en la escena, el Olímpico escribió una especie de mensaje, algo que no tenía cabida en aquella lúgubre y tétrica historia, como si él mismo se comunicara con alguien a través de aquel singular y desafortunado personaje. Luego de humedecer por última vez su pluma en el pequeño frasco de tinta negra, describió en sus trazos como aquel susodicho moría, así sin mas sin una historia o un desenlace real, sólo perdía la vida ante los presentes que también había descrito entre trazos vagamente, sin dar nombre a ninguno más que al tal Shion, lo que era extraño ya que tampoco había trazado más pensamientos o había hecho hablar más a su personaje aparte del anteriormente mencionado mensaje. Con un último punto y final, dio un desenlace abierto a su trágica parodia de la vida de un desdichado personaje que no tenía ni pasado, presente ni ahora, futuro. O al menos, lo de ficticio ya no sería tan seguro.

Sin inmutarse, Raphael enrollo finalmente el pergamino para proceder a guardarlo entre los pliegues de su ropa. Él obviamente lo guardaría, ya que aun siendo tan solo obra de su ocio entre otros motivos, era escrito por un ser divino y no merecía ser visto a la ligera por cualquiera que atravesara su recinto y llegara hasta el lugar donde casualmente el pergamino se encontraría, él prefería evitar eso. Tal como habían aparecido, desaparecieron nuevamente en la nada los utensilios que había usado para llevar a cabo su diversión. Aunque algo volvería a ocurrir nuevamente en aquella zona del castillo. Cuando el Rey del Inframundo se levanto, manos espectrales salieron entre las sombras de las cercanías. Estas eran viscosas y de un blanco espectral, deslumbrante que resplandecía en su carne, pútrida e inusualmente devorada por gusanos que aun sobresalían entre los pliegues de la supuesta carne, dejando entre ver el hueso. Estas transportaban algo: Un segundo casco dorado, este de una tonalidad más viva y notándose en él menos antigüedad, aunque por su parte este poseía algo que el otro casco no o que al menos, no en aquel tiempo; una gran mancha de sangre, aun fresca y goteando del sombrero para dejar rastros por el suelo mientras era transportada y dejada sobre el altar justo al lado del otro casco y donde Raphael se había mantenido escribiendo.

- Ya hemos comenzado nuestro juego, Athena. Uno menos y uno más en la lista de pendientes de mis Jueces. – Dijo para si el Emperador oscuro, mientras recorría los oscuros pasillos de Heinstein, al tiempo que aquellas espectrales manos fueron volviendo a la oscuridad de donde habían salido. Esta vez, no se dirigía a ningún lugar apartado para satisfacer su ocio. Ya era hora de que, de una vez, se hiciera cargo de aquella dichosa reunión.




En el ambiente, rodando en todos y cada uno de los rincones de Heinstein se podía percibir un ambiente pesado, cargado de ira y rencor inundando todo cuando estaba a su alcance, proveniente de un único lugar: La sala de reuniones. Dentro, se llevaba una pequeña disputa entre Pandora, los Jueces y algunos Espectros, o eso parecía. Dependiendo de la situación, daba lo mismo en aquellos momentos. Solo eran pequeños gusanos después de todo, sirvientes destinados nada mas a la misión de complacer a su señor, claro esta si en algo apreciaban sus almas.

El ambiente de la sala cambió rotundamente, alterándose esta al tiempo que se oscurecía aun más de lo que ya estaba. Por fin él se presentaba ante sus fieles seguidores, el Rey del Mekai, Hades. Su cuerpo se materializo de la nada sobre la mesa de textura rocosa y sólida donde minutos antes tanto Espectros como Jueces se habían encontrado sentados, bebiendo lo que parecía ser vino de una excelente cosecha, probablemente alguno que Griffon hubiera recogido la era posterior a esta. Aparentemente, habían tratado en vano forzar un poco el ambiente y tornarlo un poco mas “Alegre”, aunque como era obvio a simple vista, no había resultado. Hades examinaba los rostros de cada uno de los Espectros y Jueces que habían en la sala, los cuales callaron y postraron su ser en el suelo debido al omnipotente e inconfundible cosmos de su señor. En sus facciones el Rey inframundano aparentaba neutralidad total y una gran frialdad al ver a sus lacayos, peleándose entre ellos por asuntos insignificantes, como si ya no tuvieran suficiente con tener que pelear contra el ejército ateniense.

-Ha pasado mucho tiempo, mis Espectros, me alegra ver que aun son leales a mi. – Dijo formalmente en general para la audiencia espectral, sin retirar ni por un momento su semblante frío y relajado, pasando su vista de uno a otro de los presentes. - Pensé que a ustedes les importaba más su rango, Griffon, Garuda y… Wyvern. Aunque veo que no mucho.
Gracias a su enorme aura hostilidad y a la Estrella Terrestre de la Rareza que se encontraba oculto en un oscuro rincón mientras ustedes se divertían sin darse cuenta de su presencia, me ha informado sobre la situación momentos antes de entrar aquí, mientras recorría los pasillos de mí castillo con algo de nostalgia después de declarar la guerra por mi mismo, utilizando al Patriarca del Santuario ateniense como intermediario entre Athena y yo, para luego darle muerte, quitándonos así un peso de encima. Que decepción tan grande y absoluta el saber que mis más poderosos guerreros se pelean por un simple Espectro como dos niños por un dulce, ya que niños es la palabra adecuada para describirlos, por que decir que peleaban como perros por un hueso sería halagarlos demasiado. Los perros al menos tienen más gracia que ustedes. –
Al hacerle mención, el Espectro de nombre Zeros dio un salto con atrevimiento hacía la mesa, jubiloso de que al fin hubiera sido útil para su señor, ya que tanto la Estrella maligna como aquella Sappuri tenían la mala fama de ser ostentados por el guerrero mas débil del Inframundo desde tiempos mitológicos, y posiblemente en aquella era no sería la excepción ya que el guerrero en cuestión poseía las mismas cualidades físicas que sus antecesores.

- Garuda, Estrella Celestial de la Valentía… escuche que hiciste mención de nuestra anterior guerra contra Athena y en ella especificaste, de muy acertada forma, como murieron nuestros mas grandes guerreros en nuestras filas… pero es extraño que no hagas mención de ti, y más siendo tú quien tuvo el destino mas irónico de los tres y el que realmente, fue el que cayo mas bajo. Según recuerdo, tú caíste en contra de un solo Santo Dorado, el de Sagitario si mi memoria no me falla… y de la peor manera. En lugar de morir como un digno Juez de mis filas, solo tu Estrella fue sellada y tu cuerpo humano se le fue perdonada la vida, huyendo este del campo de batalla y viviendo como un vulgar mortal hasta el final de sus días, aun manteniendo una parte fraccionada de ti consigo. Y a diferencia de mi cuerpo, que es el mas puro entre los humanos, tu caso fue un completo desastre, ya que viviste sólo el resto de tus días como un ladrón en Egipto. Aun después de volver a mi letargo, puedo saber lo que ustedes o lo que quedo de ustedes, hacen o hacían. Repite una vez mas tus altanerías durante una reunión inframundana, y no solo cortaré personalmente tus alas, si no que te mandaré al  Cocytus por desobedecer las ordenes de tu señor. Los tres Jueces, vuelan por igual y sus vidas, me dan igual. –

Mientras hablaba, aun utilizando aquel mismo tono de voz tranquilo, pausado y audible para todos en la sala, no dejaba de observar directamente con su fría mirada la silueta del Juez de Garuda, observando directamente su rostro. Pocos instantes de terminar, una onda cósmica de elevado poder golpeo directamente en el rostro al Juez de Garuda, haciendo retroceder a este hasta la pared rocosa de la sala, al tiempo que su casco volaba por los aires y se perdía en algún rincón alejado de la sala. Zeros no paraba de reír como si aquello hubiera sido algún tipo de atracción únicamente diseñada para este, demostrando aun más su ineptitud y cobardía ya que bien sabían todos los presentes que aquel Espectro no valía mas que una rata sin piernas ni cola en las huestes oscuras del Inframundo. Ignorando por completo las risas del estúpido sapo y el eco metálico de Garuda al ponerse de pie, fijo ahora su mirada sobre el rostro del segundo que había continuado el disturbio causado por el primero: Griffon.

- Griffon, Estrella Celestial de la Nobleza… El Juez que tiene le ultimo voto de los tres anteriores para condenar al alma pecadora a su respectiva prisión. Muy noble de tu parte proteger a la pequeña Estrella Celestial del Terror, Mandrágora. Muy acorde con el significado de la Estrella maligna que ostentas como tuya. Aunque… muy complaciente para mi gusto. Espero que no seas así en el campo de batalla, y espero esta vez no tengas un final digno de mencionar por Garuda, ya que si ese fuera el caso me vería obligado a tomar acciones al respecto. Por esta vez, tanto para Garuda como para ti no habrá un castigo severo, pero no quiero volver a ver esa piedad de tu parte. Puedes quedarte con la tutela de Mandrágora, y al decidir hacerte responsable de este y de sus actos incluso por encima de la autoridad de un Dios, cometiendo así un acto tan infantil como el del mismo Garuda, también recibirás su parte del castigo. –



Las ultimas palabras del Dios inframundano resonaron con fuerza en la sala pese a que este aun no había cambiado ni aumentado realmente su tono de voz, era por el silencio lleno de tensión que en aquellos instantes se hacía presente en la sala en lugar del bochornoso ambiente de ira entre los presentes. Así pues y al igual que Garuda, Griffon fue golpeado por aquella misma intensidad provocada por aquella onda cósmica que Hades había utilizado para castigar al anterior Juez, y impactando de lleno este en la pared, Seisyll recibió una segunda onda cósmica, la cual fue de tal magnitud que logro agrietar la pared de roca a las espaldas del Juez Griffon, impulsando a este hacía una sala contigua al salón de reuniones. Heinstein retumbo una vez más cuando el Juez Griffon cayo abatido al suelo, debido al impacto de la onda cósmica forzada por Hades.

Nuevamente, las risotadas del Espectro inferior de la Rana retumbaron al mismo tiempo que lo hacían los escombros que caían aun del suelo, tanto en la sala de reuniones como en la otra donde Griffon había sido enviado a la fuerza. Sin mas preámbulos y por ultimo, el rostro del huésped de Hades giro insondable hasta ubicar al ultimo Juez que quedaba en pie: Wyvern. Al contrario que con los dos últimos a los cuales solo había amedrentado con una mirada, el Rey del Mekai alzo uno de sus brazos, dejando suspendida su mano en el aire. El cuerpo de Ricardo se comprimió como si un lazo invisible atara su cuerpo por completo. La silueta de Wyvern se elevo en la sala delante de todos los presentes, volteando al Juez boca abajo en el aire hasta que su rostro fue a parar frente a frente con el de Hades, separados apenas por unos centímetros de sus narices. El silencio reino nuevamente en la sala, mientras Hades hablo:

- Tú has sido quien mas me ha decepcionado de los tres, Wyvern de la Estrella Celestial de la Furia. No te has introducido en el entupido juego de niños de Griffon y Garuda, pero aun peor es que… no detuvieras o intentaras al menos detener dicho problema. Solo te quedaste ahí, divirtiéndote por la ignorancia de tus dos compañeros de Juzgado. Como dije, los tres vuelan por igual… y el problema de uno, es también el del otro. Que eso quede claro, ya que la próxima vez... no seré piadoso. -

La voz de Hades resonó el doble de fuerte que cuando este castigo al Juez Griffon, por lo que daba a entender que Wyvern había sido entre los tres el que más había realmente molestado a su señor. Tres fueron los impactos que recibió el Juez, al mismo tiempo provocando que no su casco saliera volando y golpeara al Espectro de Balrog que se encontraba presente en su hombro. El impulso provocado por el golpe fue tan grande que no solo atravesó una sola pared como había ocurrido en el caso de Griffon, si no tres, tres paredes rocosas fueron victimas del choque entre estas y la Sappuri y el cuerpo de Wyverm, enviándolo lejos de la vida de los ahora presentes. Las risotadas de Zeros en esta ocasión fueron más sonoras, al tiempo que este agregaba palabras bastante ofensivas para contra su superior. Aunque pronto se apagaron.

El cuerpo del Espectro de Rana se elevo por los aires como lo había hecho el de Wyverm, solo que el cuerpo de Zeros se comprimía de pies a cabeza, convirtiendo al pequeño insecto espectral en un ovillo apenas del cual solo se podía notar ya la cabeza y su rostro, del cual lagrimas de sangre comenzaban a brotar sin cesar debido a la presión que se ejercía en su diminuto cuerpo.

- Zeros de Rana… siempre tan servicial y tan cordial con sus superiores, siempre sirviendo lealmente a mi y a mi Representante. Siempre has querido participar abiertamente en las contiendas, ¿no?, entonces… te daré el honor de ser mi conejillo de indias. Esto, será lo que le pase al siguiente que se atreva a hacer desorden en mí palacio. –

La voz de Hades, que antes había estado en un tono de voz que no aparentaba enfado alguno, ahora sonaba profunda y severa, dando a entender su posición y además hacerse a entender de quien mandaba sobre sus vidas y sus almas, era únicamente él y nadie mas. El Dios del Mekai chasqueo sus dedos, que debido al silencio de la sala solo roto por los sollozos del Espectro de la Rana fue prolongado durante un rato, resonando por todos los rincones del tremebundo castillo, cargado de un aire siniestro y terrible. Sin mas, el cuerpo y la Sappuri de Zeros exploto en mil pedazos, embarrando el cuarto con sus restos que caían desperdigados sobre todos los presentes a excepción de Hades, que en aquellos momentos albergaba un cosmos enorme y terrible a su alrededor, que inundaba no solo la sala en la que se encontraban, si no a Heinstein por completo.

- Que esto les sirva de lección, espero no tener que volver a repetir la misma demostración nuevamente. – Dijo el Rey del Mekai, para después fijar de nuevo su mirada en uno de los presentes, uno que poseía un cosmos aun mas terrible que el de los Jueces Espectrales. El Dios de los Sueños e hijo de Hypnos, Morfeo. Una sonrisa, fría y solitaria se dejo entrever por unos momentos provenientes de sus labios, para luego desaparecer por completo después de girarse y caminar sobre la mesa hasta llegar al lugar donde se encontraba sentado tal Deidad a su servicio.

- Morfeo, veo que has despertado un poco antes que tu padre Hypnos. En tu caso no te castigaré, aunque… tendrás que volver a dormir, por necesidad de tiempo aun no me eres necesario como tal en el campo de batalla, pero podrías ayudarme de otra manera. Vuelve a Mophia, Morfeo. – Exclamo Hades, para que en segundos un agujero negro tragara al Dios menor que estaba a su servicio, el cual no parecía tener inconveniente contra aquella orden que su superior le había dado, después de todo el solo estaba para cumplir las ordenes del Señor del Inframundo y nada mas.

- Lo ultimo que diré de momento, será informarles que esta vez no planeo darles el don de la inmortalidad. Simplemente, me han demostrado que eso los ha convertido en blancos fáciles a la mayoría y debido a esa sobrecarga de confianza, han perdido muchos de ustedes contra los Santos. Así que llegue a la conclusión de que, aunque parezca mentira, esa es la pequeña ventaja que ellos poseen sobre ustedes. Si desean pelear a mi lado, entonces deberán hacerlo con una única vida y una única oportunidad para oscurecer el mundo a mi lado, si mueren… será por su propia debilidad. Que quede claro esto… además, Garuda. Tú vuelve al Inframundo y recibe al Patriarca, hoy tendrás el honor de ser tú el voto final y enviarlo a la prisión mas adecuada para este. Lo dejo a tu criterio. Por su parte, Wyvern tú te quedarás en Heinstein durante un tiempo, y tú Griffon quiero que te prepares para la batalla tú y tus súbditos, luego hablaremos sobre eso. De momento ahora me retiro, pueden retirarse ustedes también. – Termino de decir Hades, al tiempo de que su cuerpo levito por encima de las cabezas de los presentes, hasta que sus pies volvieron a tocar el suelo de piedra en frente de la salida del salón de reuniones. - Pandora, muéstrame mis aposentos, date prisa. – Dijo el huésped de Hades, dirigiéndose por primera vez desde que apareció dentro del recinto. Después, sin esperar a que la joven dama le diera alcance en la puerta, comenzó su trayecto rumbo al pasillo exterior, donde espero la llegada de Pandora ante él, saliendo así por fin de aquel lugar donde tanto estrés y disgustos innecesarios tuvo que pasar nada mas para poner en claro una vez el lugar que les correspondía a cada Espectro, fuera Juez o no. Al momento de salir Hades, la reunión había culminado al fin.


Off: Ya pueden irse, y advierto que el que no siga mis ordenes se las verá negras conmigo.
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Mensaje por Sune Vie Mayo 20, 2011 7:31 am

Otros espectros se hacían presentes, tranquilos o arrogantes, no tenía importancia, éramos todos perros al mismo nivel a los ojos de nuestros superiores. Pero escuchar a Garuda verdaderamente me sorprendió, un juez con tal actitud, era algo…incoherente. Esa osadía le costaría caro, Hades podía ser benevolente pero también podía ser el más despiadado. Tanto alboroto en plena llegada del señor de la oscuridad, un nudo se formaba en la garganta ante el mero pensamiento.

La voz de Pandora irrumpió con el silencio, sedosa y asimismo siniestra, pero por sobretodo imponente y seductora, capaz de hipnotizar hasta la más fuerte de las voluntades. Pero pronto se volvió más severa, mostrándose firme ante la irrespetuosidad, callando toda voz soberbia. La impaciencia se hacía presente, tan solo me mantuve quieta observando el desarrollo de la escena. Mis ojos se posaron por momentos en Seisyll, mi señor siempre manteniéndose educado y sereno, incluso al ser reprimido por intentar hacer valer su posición. Yo ya estaba resignada a saber que era nada mas que un peón, pero no me importaba, el valor de mi persona no era algo que estuviera en mi mente. Mis pensamientos se desviaban a otros caminos, otros anhelos.

El aire se volvió mas turbio, aun más de lo que era generalmente en aquel oscuro palacio. El intenso cosmos y el sofocante aroma a muerte inundaron la habitación. La orden de Pandora no se dio a esperar y ya sabiendo lo que ocurriría respondí con rapidez, llevando una rodilla al suelo, mi puño al pecho y agachando mi torso hasta que mis cabellos cubrieron prácticamente todo mi rostro y se desparramaron por el suelo. Nuestro dios había llegado…

Con su presencia traía esa esencia tan pura y desgarradora, la mismísima oscuridad en un cuerpo humano. Sin embargo ese aire no era placido y acogedor como solía serlo, al observar la mirada penetrante de Hades sentí como si cada músculo de mi ser, incluso mi corazón se paralizara y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. El dios que me había devuelto a la vida para permitirme ser parte de sus huestes, aquel que me dio la salvación de poder estar donde pertenecía y con aquel que admiraba, en ese momento no era el mismo. La serenidad en su expresión solo estaba ocultando su furia, en ese momento era el Hades despiadado. Uno por uno los jueces recibían su reproche, mas cuando el turno fue de Griffon y la fiereza en la voz del dios lo hizo volar hasta la habitación conjunta, debí agachar aun mas mi cabeza para contener el estremecimiento. Mis manos se tensaron y vi que aquella que estaba posada en el suelo había agrietado levemente el suelo de piedra, y que la otra que llevaba pegada a mi pecho era delineada por finas líneas carmesí al clavarme mis propias uñas y mi remera estaba algo rasgada y manchada de la misma sangre. Por suerte todo aquello paso desapercibido, pero aun así cerré mis ojos buscando controlar mis sentimientos e impulsos, y así calmar esa fuerza feroz, ese fuego que me quemaba en las manos.

Esperé a que todo pasara, que el hedor de la sangre del espectro de rana fuese llevado por el turbio viento y no ahogara mas mi sentido del olfato. Escuché su orden y asentí levemente con mi cabeza sin emitir sonido alguno. “Un perro.” Me dije a mi misma entre pensamientos.

Esperé…no fue mucho hasta que el señor Hades y Pandora se retiraron dejando un silencio sepulcral reinando en la habitación. Con rapidez me puse de pie y me apresure a ir a la habitación continua, donde Seisyll había terminado al traspasar la pared. Vi que ya estaba buscando ponerse de pie, el era fuerte pero no evitaba mi preocupación por mas que buscara disimularla. Los actos de nuestro dios habían sido en extremo severos y perturbadores, al menos para una simple espectro como yo. Comencé a apartar pedazos de escombros, sin siquiera percatarme de que algunos volaban violentamente hacia la otra punta de la habitación hasta chocar estrepitosamente contra la pared.

-Señor Seisyll ¿Se encuentra bien? – Musité tenuemente, quise intentar ayudarlo a recomponerse, sin tratar de abrumarlo, tampoco quería faltarle el respeto o que pudiera parecer que lo tomaba por débil. Pero aunque desease opacarlo o esconderlo, me importaba...

Sin embargo, al tener mis extremidades extendidas hacia él vi en mis brazos desnudos las cicatrices y mis pálidas manos descubiertas del metal que protegía su destrucción. Las retraje, no solo estaba impresentable sin mi armadura sino que no estaba cumpliendo con la orden de siempre portar esos guanteletes, y el temor de que esa brutalidad pudiese hacerle el más mínimo daño me abstuvo de continuar haciendo contacto con su cuerpo.
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Mensaje por Aiakos Vie Mayo 20, 2011 6:22 pm

Justo cuando estaba apunto de entrar el dios Hades su gran cosmos recubrió completamente el lugar haciéndome arrodillar, a pesar de que podía romper fácilmente su cosmos y pararme no lo hice, quería ver que era que hacía aquel dios ante la disputa entre jueces, de seguro nos daría un largo y aburrido sermón de cómo los jueces deben tratarse entre si y continuaría con una amenaza por si no obedecíamos sus ordenes…

Efectivamente como había previsto al entrar en aquel lugar comenzó con su largo y aburrido discurso hacía mi persona pero antes haciendo algo interesante, acabando con el patriarca y supuestamente eliminándolo de nuestra lista de pendientes aunque luego me daría cuenta de que no era así y aquel guerrero estaría en mi lista negra…

-¿Eso fue lo que oyó dios Hades? Pues si mi memoria tampoco me falla usted fue derrotado por el burro alado, en otras palabras por el santo de bronce de Pegaso, algo aun peor que ser derrotado por un caballero dorado. Además si hay que comparar a usted también lo dejaron vivo en su forma de mortal por lo que si yo morí de forma patética usted murió aun peor que yo… ¿Cortar mis alas? No sabe lo que dice, las alas de todas las personas fueron cortadas al momento en el que te haces el importante simplemente por ser el dios del inframundo…- Dije respondiendo a las palabras de mi dios sin miedo alguno ante el, el miedo solo lo demostraban los cobardes. Un buen guerrero nunca se retractaba de sus palabras y siempre seguía con el mismo objetivo en mente.

Al escuchar todas mis palabras Hades no respondió con palabras, simplemente agacho la cabeza un poco y algo “enojado” me envió una onda de cosmos débil la cual pude haber cortado fácilmente al expandir mi cosmos pero no lo hice, quería ver su reacción… su furia despertar al fin… en otras palabras quería saber si aquella persona tenía el poder para convertirse en el dios supremo del universo o otra vez seria derrotado por el santo de Pegaso.
Gracias a la onda de poder choque contra la pared perdiendo mi casco de mis manos gracias al azote, ¿Ese no podía ser todo el poder del dios? Si así lo era debía decir que Hades no seria capaz esta vez y como siempre de derrotar a Athena y sobre todo al joven santo de bronce que lo venía derrotando una vez tras otra.

Finalmente hades desapareció de aquella sala sin antes encargarme al Patriarca Shion el cual podía llevar a la prisión que se me diera el antojo, algo realmente halagador viniendo de aquel dios luego de mis palabras hacía el… no hice esperar a nadie, o mas bien no quería convivir mas con aquellas personas, gracias a esto miles, no millones de plumas aparecieron en aquella sala mientras desaparecía sin que nadie me viera al igual que nuestro dios el cual ya se había ido hacía instantes con Pandora.
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Mensaje por Ricardo Vie Mayo 20, 2011 10:28 pm

En aquella sala de reuniones se mantenia unapatetica disputa entre los dos juecezz por su supremacía sobre aquel espectro, wyvern solo observaba, callado, no es que no quisiese decirle algo a sus "hermanos" si no que no queria hacer parte de dicha discusión sin sentido, eran tres jueces que siempre tenían posiciones encontradas, pero el quien se quedaría con mandrágora bajo su tutela le parecía a ricardo una estupidez, teniendo la gran guerra santa en sima, un gran cosmos apareció en heinstein, para ser exactos, dos grandes cosmos uno infinito y otro de la misma magnitud del de los tres jueces, no cabía duda de que se trataba de pandora. Las puertas del salón se abrieron y con gran autonomía entro pandora, mirada fría y vacía, era una mujer de armas tomar, se dirigió a los jueces y Ricardo lo único que hizo fue quitarse el casco y arrodillarse, de inmediato embargo antes que aquellos dos seres habían aparecido tres espectros los cuales ante los ojos del juez de garuda no tenían mayor relevancia a exepcion de su gemelo, no le dirigió la palabra, solo callo, luego se puso de pie y se sentó nuevamente para escuchar atento las palabras de Pandora.

Ante la orden de pandora, Ricardo se coloco su casco y se levanto y entro a aquella habitación el gran dios hades, imponente pero había algo que nunca le gustaba a Wybern, que la encarnación de Hades siempre fuese el ser mas puro del mundo, pues lo consideraba una desventaja que a su parecer les había costado las anteriores guerras, las palabras de Hades eran rudas y duras, pero cuando llego al juez de wyvern este se elevo su cuerpo se retorcía pero el espectro no bajaba la mirada, al contrario oso a mirar a su dios a los ojos, no gritaba, aguantaba aquel dolor y luego cuando lo golpearon aquellas ondas de energía se mantuvo firme hasta caer a las otras dos habitaciones contiguas, quedo entre escombro, con raspones en su armadura y en su rostro, lentamente se puso de pie, y camino hacia su dios. escucho lo que tenia que decir, busco su casco se lo coloco y luego camino hacia una de las paredes y se recostó, con gran mirada de odio, su puño cerrado y con ganas de destrozar lo que estuviese en su camino, preferiblemente a un santo dorado, por el regaño y humillación recibidas, no podía hacer nada, a su parecer se lo merecía si su dios lo creía así, aunque no estaba completamente de acuerdo, habiendo acabado de hablar hades y estando marchándose ricardo se dio vuelta y ya en la entrada para irse a otro lado del castillo que ahora custodiaba fue que hablo

Se dirigio hacia la puerta de salida pues ahora el custodiaba heinstein y no podia hacer nada, debia seguir ordenes y recorreria todo el castillo, rogando por encontrar un intruso para eliminar, antes de salir giro su rostro hacia mandragora por cierto mandrágora, si tus actos vuelven a atentar contra el equilibrio que hay entre los tres jueces, te lo aseguro que el siguiente en sufrir el mismo destino de Zeros seras tu, y no importara lo que diga ninguno de los seres que habita el Inframundo o los eliseos, luego miro a Behum, espectro de Behum, acompáñamé necesito hablar con tigo, luego de aquellas palabras wyvern se retiro, al tiempo que las plumas dejadas por grifo en su partida se apoderaban del salón.
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Mensaje por Anterior Alucard Sáb Mayo 21, 2011 6:48 am

Despues de su interrupcion en aquella sala y despues de presentarse ante su superior al mando, el espectro de Balrog se paro a un lado de la habitacion sin decir palabra alguna ni hacer cualquier gesto, aquellas poderosas entidades con quien compartia la habitacion eran poco pacientes con seres de tan bajo poder.
Las discordias continuaron como si obra de la diosa Eris se tratara, la señorita Pandora exigia respeto en aquel lugar sagrado mientras que aquel juez de Garuda interrumpia una y otra vez. Despues de tanto alboroto Pandora emitio unas cortas y contundentes ordenes, en ese momento me arrodille con una mano en mi rodilla y baje la cara para mostrar mi respeto a aquel sagrado ente que iba a entrar en la sala.
El cosmos de mi señor Hades rapidamente recubrio todo el lugar oscureciendo aun mas el horizonte para todos nosotros quienes nos sentiamos abrumados y felices de cierto modo por volver a ver a nuestro señor reencarnado. Mi señor entro a la sala y despues de ser informado por zeros, empezo a dar castigo a uno por uno de sus jueces quienes con sus absurdas peleas habian irrespetado el sagrado lugar en el que nos encontrabamos, yo seguia con mi cabeza agachada y nunca pense en desobedecer ninguna orden.
Despues del juez de garuda llego el momento del castigo de aquel a quien yo servia, mi señor el juez de Griffon fue lanzado por los aires gracias al gran poder de Hades, pude notar que el espectro de Behemont se habia estremecido por los daños causados a nuestro señor, mas sin embargo yo no senti absolutamente nada despues de ver volar a mi superior por los aires, despues de todo le servia a él por orden del mismo Hades y no por lealtad pura.
Cuando llego el momento de castigar al juez de Wyvern, no note que estaba en el lugar equivocado, cuando Hades lanzo a Wyvern con su gran cosmos, su casco salio disparado hacia mi, golpeando una de las alas de mi sappuri y provocando algunos daños en este.
Despues de que mi señor Hades inflingiera su castigo en los tres jueces ademas de unas certeras palabras hacia el dios Morpheo, mi dios se marcho junto a su mas leal sirviente la señorita Pandora. Yo por otra parte espere a que algunos de los jueces salieran para acercarme al lugar en el que se encontraba mi superior junto a Behemont, era el momento de que dictara nuevas ordenes asi que le dije:

-Mi señor Seysill gran juez de Griphon, espero ordenes.

Le dije mientras me arrodillaba frente a el en señal de respeto, ya que tenia claro que al mostrarle respeto a él, tambien le mostraba respeto a mi dios Hades.
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Mensaje por Paradox Sáb Mayo 21, 2011 9:02 pm

El todopoderoso Dios nuestro Hades se había postrado ante nosotros y había dado un discurso y lecciones a los jueces.
Fue un espectáculo sin embargo digno de ver, pues la mera presencia de aquel dios ya llenaba el ser de cualquiera de autoconfianza junto con Temor.

Llegué incluso a inspirarme. Supe que había perdido el control el China y había ganado la desconfianza de todo el inframundo, pero había conseguido creer de nuevo en mi poder y en que era capaz de lograr mi principal objetivo...

Más tarde, tarde, enrabietado por su humillación, el juez de Wyvern protestó unas palabras a nuestro dios y culpó a mi persona de la disputa entre los dos jueces anteriores.
No pude evitar sentirme furioso con aquel Juez, sin embargo, sabía que era un juez pero, yo, como espectro orgulloso emisario de la muerte, guardé mi rencor esperando sacarlo alguna vez.

Así pues, terminada la reunión, me dirigí el juez de Griffon, Seisyll. El juez había abierto mi camino de nuevo, y también le estaba agradecido, aunque, por algún motivo, sentía una sensación extraña de él, y no me gustaba.

Era una estrella celeste y tan sólo podía remitirme a obedecer a mis superiores, sin embargo, decidí obrar de una manera impropia de espectro y indagaría sobre los temas en busca de respuestas.

Llegué pues enfrente de Seisyll, junto con los otros espectros que parecían ser de sus huestes. Me arrodillé ante él con una reverencia y hablé.

- Gracias por acogerme en vuestras Huestes, Juez de Griffon. Juro lealtad hacia vos más mi gratitud.
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Mensaje por Seisyll Dom Mayo 22, 2011 11:10 am

La sombra del Inframundo, el Rey del Mekai había arribado a esa habitación, Seisyll había escuchado cada palabra de Pandora pero no había tiempo para reflexionarlas, tan solo se puso de pie por orden de la mujer y con ligereza volvió a hacer una reverencia, ocultando su faz bajo la oscuridad de su yelmo, mientras que un par de cabellos no dejaban ver sus ojos azules. Ni siquiera se atrevió a levantar su mirada ante su señor, no sería digno, hizo un pequeño movimiento con sus manos, haciendo a un lado sus cabellos de sus ojos para poder observar si sus espectros estaban en la misma posición, sería una falta de respeto que soldados que estaban a su cargo no lo hicieran. Miro a Alucard, luego a Sune, se ensancharon sus ojos cuando observó que sus guantes no los tenía puestos, pero no emitió palabra alguna, no podía hablar frente a su Káiser e interrumpirlo, sería una falta de criterio a las leyes Inframundanas, incluso para un Juez, que era uno de los cargos más importantes en las huestes de las profundidades.

El saludo de Hades, al igual que su voz no se hizo esperar, resonaba en los oídos de Seisyll, no era la misma que la anterior guerra santa, de hecho era diferente, aun mas pura que la anterior, con ese tono de oscuridad pero con una pequeña chispa de inocencia, como si un niño jugara a ser un adulto. Cuando resonó “Griffon” en su mente, se inquietó, tragó saliva, una gota de sudor comenzó a recorrer su sien trazando una línea hasta su mejilla y escuchó su reprimenda, no era tan simple como la de Pandora, sonaba muy autoritario aunque no apagaba su tono neutral de su voz, algo que lo hacía desesperarse un tanto, comenzando a temblar su mano que estaba apoyada en el suelo. Mientras hablaba de las sombras apareció Zeros, el espectro de Rana, Seisyll, se había percatado muy bien de su presencia, pero también sabía que no debería lastimar espectros sin justificación, algo que esta vez le jugaba en contra. De haber sido por él le hubiera puesto la bota en la cabeza y explotado sus sesos pisándolos, derramándolos por toda la habitación por aquel atrevimiento que se tomaba al subir a la misma mesa en la que estaba el Señor Hades, pero si el dios se lo permitía, ¿Quién era él para juzgar al espectro? El regaño hacia Garuda por su imprudencia de contestarle mal a la Señorita Pandora no se hacía esperar y pronto, dejó ver una sonrisa el Juez de Griffo, de satisfacción al saber que era castigado como claramente él lo había querido hacer. Cerró sus ojos con fuerza, al sentir la espalda de Garuda impactar contra la pared ante su contestación, algo que le había parecido una falta de respeto en todo sentido. Tensó su puño, haciendo crujir sus nudillos quería darle una lección a ese hombre que se creía más grande que los Dioses, pero decidió esperar el momento para hacerlo. La risa de Zeros se tornaba molesta en sus oídos, era a pesar de ser una sonrisa como si destriparan a un cerdo, y quería callarlo hasta que se sintió observado. No por cualquiera de los ahí presentes, sino por el que se ostentaba por encima de los demás. Sus ojos temblorosos se abrieron con sorpresa, no pensó que alguien, fiel como él era, iba a recibir su castigo, pero si así lo quería Hades, no podía decir nada. Su estrella mencionada, simplemente su nombre en boca de Hades le hizo temblar un poco más, no podía predecir lo que el Señor del Inframundo iba a decir, pero era obvio que sufriría el mismo destino que Garuda o quizás uno aun peor. No podía rezar, solo le obedecía al Dios que ahora le estaba juzgando, su vista se borroneó un tanto como si sintiera la presión que le caía en los hombros y dejó caer sus parpados entregándose a la voluntad de su Káiser.

Sintió un ardor en su pecho, como si el mismo Dios que le vestía le estuviese dejando sin respaldo, un fuerte golpe seco que paralizó su corazón un momento y cuando abrió sus ojos, boquiabierto se quedó mientras veía como su cuerpo, se estrellaba contra una pared, dejando salir un pequeño alarido de dolor. Escupió sangre, era mas fuerte de lo que alguien podría creer o soportar, era el abandono de un Dios y al mismo tiempo un castigo, por alguien se suponía tenía que cuidar de él, quizás le dolía mas en el orgullo haberle fallado que el golpe en sí. Su melena cayó hacia delante con el impacto, haciendo chocar su nuca contra las finas piedras de la habitación, mientras que un segundo golpe, comenzó agrietarlas y atravesó la otra habitación, cayendo al suelo de la siguiente habitación, quedándose con sus ojos perdidos en el techo. Podía levantarse, quizás le dolía un poco el pecho, sin embargo decidió quedarse ahí y reflexionar lo que había hecho, en que había fallado. – Disculpe… mi señor.

Musitó al aire, no siendo audible para nadie. Sobretodo porque sus palabras eran tapadas por las carcajadas del Espectro de Rana, arañó el suelo en el que estaba, pudiendo notarse la furia en sus ojos y se reincorporó, sentándose un instante, justo para observar como Wyvern impactaba en otro lado atravesando dos habitaciones. Suspiró, su Dios, dentro de su regaño y el castigo que le había impuesto, se conformaba con saber que había sido duro por igual ante la osadía de los jueces de no permanecer unidos y, que a pesar de todo le había otorgado la tutela de Mandrágora. Se quedó ensimismado observando sus piernas, mientras liberaba un par de piedras de sus pies para erguirse por completo y que un poco de sangre de Zeros salpicara su rostro. Manchándolo. Colocó su mano derecha en su rostro, quitándose las vísceras del espectro, desparramándolas por entre los escombros mientras que observó a su dios. La sangre de aquel despreciable espectro estaba aun esparcida en su rostro, sin embargo no le importó mucho. La idea de que Morfeo que había despertado y se le envíe nuevamente a dormir, no había sido muy táctica, pero si su Dios así lo quería no podía objetar nada. El Dios así como había llegado se retiraba, con Pandora detrás de él, no sin antes dejar un par de palabras al aire. En ese momento Seisyll se alejó de los escombros, quedándose en la oscuridad de la habitación, disminuyendo su cosmos, observando como Sune buscaba entre los escombros, Ricardo se marchaba, y en ese momento también lo hacía Garuda. – Que la rectitud del Inframundo y las decisiones se den solamente entre dos Jueces…

Musitó una voz entre ecos en su cabeza, era idéntica a la de Hades, lo que hizo alzar su rostro hacia su Dios que se retiraba y éste le miraba severo. Haciendo un ademán con su cabeza como incentivando a que aquellos sentimientos en su cabeza, fueran mas que sentimientos y que se expresaran ahí mismo. Estaba Garuda, envolviéndose entre plumas y Wyvern se estaba retirando cuando las plumas que envolvían al Juez que anteriormente le había faltado el respeto a Hades, se dispersaban y dejaban ver aun presente a Aiakos, pero esta vez… sin su armadura. Se observó, extrañado, mirando sus manos que ya no eran cubiertas por aquella armadura violácea que le protegía y le daba el renombre de un gran cargo entre los ciento ocho espectros. Prontamente una curveada sonrisa surcó el rostro de quien parecía el mas pacifico de la sala pero uno de los mas fieles al mismo tiempo y era momento de que actuara. Si pudieran observar sus dedos, podían ver que se estaban moviendo, pero la oscuridad cubría perfectamente su posición, Aiakos tragó saliva y su corazón palpitaba tan fuerte que era audible en toda la sala, sabía que le llegaría el final pronto y éste se dio vuelta para todos lados, buscando quien fuera el que se atreviese a quitarle la vida. – El primero que se acerque haré rodar su cabeza tan solo con mi mano…

Miró para todos lados, no parecía ser aquel hombre confiado sin su Kyoto cubriendo su ser. Elevó su cosmos como lo hacía siempre que había peligro y llevó sus manos a su cuello, desconcertando a todos los presentes. En su antebrazo desnudo se remarcaba una vena, mostrando la fuerza que hacía para liberarse como de fantasmas, su rostro se enrojecía, demostraba desesperación, caos en su mente, sudaba como el mas falso de los testigos y fue en ese momento, que de las sombras de la otra habitación la voz del Juez de Griffon se hizo audible. – Cuando un Dios te abandona, te sientes sufriendo por dentro, pero no dentro del cuerpo, porque el dolor viene del alma. Ni el más malvado ser podría soportar tal indignación. Sientes como si tu ser estuviera a punto de derramar miles de lágrimas de sangre, te sientes vulnerable, literalmente nada. Te sientes como si el mundo estuviera en tus hombros, como si cargaras con una responsabilidad invisible que no sabes de que se trata, ni tampoco logras deducir… podrías haberle fallado y él te perdonaría, pero… ¿Faltarle el respeto? Eso ni el mas tonto lo podría hacer, porque todos saben que están conectados a su Dios desde su nacimiento o, como en nuestro caso desde nuestra muerte… ¿No es así Garuda?

Los ojos del Juez se dejaron ver, saliendo de aquella negra cortina y su rostro dejaba ver una sonrisa complaciente. Sus dedos estaban tensados, moviéndose lentamente, mientras que Aiakos miraba su mano, pues su rostro, su cabeza, todo su ser estaba siendo arrastrado hacia el Juez de Griffon como por una fuerza invisible, y justo cuando sus súbditos hablaron el contestó. – Nuestra siguiente misión, está a punto de ser ejecutada por mi persona.

Pero ahora dime… Garuda. ¿No sientes como que tu Dios te abandonó? ¿Cómo que tu cuerpo te empieza a pesar? ¿Cómo que el aire que respiras no es el mismo? Es como si te ¡¡Asfixiaras!!
– Dijo para mover sus dedos de la mano derecha y se notara que el cuello de Aiakos se hacía mas estrecho por una pequeña línea. Claramente se podían ver sus finos hilos una vez que hizo eso, tensarse en el cuello de quien sería su próxima victima. Tiró de su mano para que los hilos fueran atrayendo a Aiakos que intentaba luchar contra eso, pero era inútil, ya era demasiado tarde, estaba a merced de Seisyll. Prontamente con la habilidad de los hilos estaba justo al lado de Griffon, por el aire, por la falta de oxigeno Aiakos cayó de rodillas aun sujetando su cuello, mientras manchaba con sangre sus manos por estar desnudas ante el filo de aquellos hilos. Estaba sin aire, esperaba su muerte, cuando Seisyll movió sus dedos una vez mas su cuello se hizo más estrecho dejando casi sin aire y exhausto al hombre que dejó caer su cabeza hacia delante del agotamiento… levantándola al instante, pues los hilos ya no lo asfixiaban. – Soy la estrella de la Nobleza, aun tengo respeto por los Jueces… lo juro Aiakos, siempre fuiste mi hermano… y te perdono.

Dijo para darle la espalda y darles una señal a sus siervos, que lo siguieran. Suspiró, miró a Aiakos una vez mas por sobre su hombro y este no entendía muy bien que es lo que hacía Griffo, tenía las manos en su cuello intentando calmar el dolor, era realmente extraño cuando dos pasos metálicos se hicieron sentir, eran los de Seisyll caminando hacia delante. – Es lo que diría Seisyll… pero esto es una orden de Hades.

Musitó, dándose la vuelta y clavando la Daga Sagrada justo en el medio de su frente, la hundió hasta que su empuñadura chocó contra el entrecejo y sin ninguna expresión en su rostro, era como si estuviera haciendo el bien o el mal, no le importaba, era algo que le había dicho su propio Káiser y no podía desobedecer. – Al menos ahora valorarás tu siguiente vida, pues no fue quitada por un caballero dorado… “hermano”…

Desclavó la daga, para que la cabeza de Aiakos liberara a borbotones sangre y cayera hacia atrás manchando de carmesí el suelo. Observó a sus súbditos, suspiró, mientras sacaba un pañuelo de la mesa de piedra de la habitación y limpiaba el filo de su daga, con lentitud musitó. – Están libres por ahora, ya oyeron, si los necesito para la batalla tendrán que estar aquí de inmediato, no se metan en problemas. Sune, acompáñame… tenemos cosas que hacer.

Dijo para comenzar a caminar dejando al Espectro de Garuda, a una leyenda de las huestes del Inframundo en el suelo, completamente inerte. Ya se ocuparía el espectro del Esqueleto o algún súbdito de bajo poder de limpiar el cadáver, Seisyll apostaría que hasta se pelearían por quien tocaría ese cadáver que tanto problema le había causado al Inframundo con sus tácticas que no llevaban a ningún lugar y su arrogancia a sus superiores.
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