Templo de Piscis

por Albafica Sáb Abr 16, 2011 3:47 am

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Dies irae dies illa,
Solvet saeclum in favilla.
Quantus tremor est futurus,
quando judex est venturus,
cuncta stricte discussurus.

En un cálido día de incesante tranquila brisa, en el santuario más lejano, reposaba tan sólo un joven elegante de cuyos bellos cabellos azules ocultaban una intensa aunque fría mirada a la temporal nada. Su brillante armadura dorada hacía resaltar su elegancia contrastada con el áspero y frío ambiente presentado en el rocoso templo cuya único resalte presidía en medio siendo un trono de piedra en cuál reposaba el frío joven.
Reposado en el trono, era presente observador de los miles de pétalos y rosas que flotaban movidos por la cálida brisa que abarcaba la atención del joven caballeros reciente de Piscis, Albafica, sonando en las columnas que aguantaban el templo.
Cerrando los ojos y con serenidad abrumadora, pudo pronunciar unos versos que retumbaban en su mente.
-Dies irae dies illa,
Solvet saeclum in favilla.
Quantus tremor est futurus,
quando judex est venturus,
cuncta stricte discussurus.
Se quedó unos instantes pensando, imaginándose una melodía que a continuación tarareó con gran afinidad en su cerrada boca.
Tras un breve tiempo de sonido, se detuvo, y, bajando la cabeza, se pudo percibir el sonido de su armónica voz musitando unas palabras.

-Sí... ese día arrivado será, más nuestro deber es evitar que tal fecha llegada sea si no derrotamos a Hades...
<< Ahora todos hallasen en movimiento. Debería pues yo hacer lo mismo.

Así pues, el joven nuevo caballero, Albafica, cerró los ojos, sintiendo los cosmos activos en el santuario. Definitivamente, le tocaba hacer algo.

por Albafica Lun Mayo 16, 2011 6:37 pm

Un nuevo día había comenzado. El sol, distante mas avistado se veía tras las lejanas colinas que daban lugar a un mundo fuera del santuario, fuera de aquí...
Sí, fuera de aquí era un mundo injusto y despreciable.

Me encontraba de pie, ente dos pilares perfectamente esculpidos en mi santuario. Mi mirada perdida y tapada por mi alisados cabellos azulados movidos suavemente por una agradable brisa de mañana. Miraba al este, melancólico.
A primeras vistas, el día que parecía tranquilo abrazaba con alegría el santuario mientras seguramente en otros mundos estaban turbados por un viento frío que les abrumaba y, la causa de ésta, Hades.

Sí... Hades había despertado de su sueño para iniciar una guerra santa. Su renacimiento no era algo fácil de ignorar, y, eso, pese al día optimista que había, era algo inquietante, hasta para el santuario.

Miré de nuevo al sol naciente, preocupado.

por Sasha Miér Mayo 18, 2011 12:03 am

Su cosmos se expandía conectándose inmediatamente con los santos de oro, esperaba que su mensaje llegara lo más rápido posible, una habilidad que Shion le había enseñado antes de su ausencia. Lentamente su energía se fundía con la de aquellos hombres, repitiendo como un eco sus palabras justo en su corazón, transmitiendo sin querer aquellos sentimientos de incertidumbre ante tal noticia. Sin embargo había sido clara en un punto, que los necesitaba de inmediato para declarar como proceder en esos momentos, si bien Hades no declaraba su despertar ante Athena debía de ser totalmente precavida…

– Caballeros es hora de presentarse una vez más ante el salón del Patriarca, por favor… les convoco… el despertar de Hades, ha dado comienzo. –tal como la energía les envolvía desaparecía tenuemente, el mensaje había sido dado...

[OFF: Bien como se habrán dado cuenta les llamó para darles indicaciones de como proceder, es importante que asistan.]

por Albafica Miér Mayo 18, 2011 9:01 pm

Ya en el atardecer de un nuevo día sin sobresaltos, se alzó majestuoso el, primero, cosmos de nuestra diosa Athena, Sasha. Ya de por sí, estaba claro de que si la diosa Athena hacia llamar a los mismísimos Santos de Oro en una misma sala anunciaba acontecimientos dignos de preocupación. Fue así. Con una voz aguda y firme aunque con el todo común angelical que poseía la voz de aquella diosa a la que todos idolatrábamos anunció el despertar de Hades.

Me levanté del trono que presidía en el centro del inamueblado Santuario y miré al este, donde, tras subir una gran escalera, se encontraba el Santuario del Patriarca.
Miré hacia suso dicha dirección con la mirada perdida. Había notado el cosmos de Hades y era pues consciente del peligro que suponía para cualquier ser vivo. Sin embargo, no pude evitar sentir de nuevo una repentina sensación de temor por todos aquellos de ahí fuera, en ese horrible mundo que, por alguna razón, no me impedían sentir eso aunque no fueran de mi incumbencia.

Sin mayor dilación bajé la mirada, meditando. Tomé el camino hacia la casa del patriarca, preocupado por la situación pues era obvio que andábamos en situaciones preocupantes en todos los aspectos los santos de Oro. La razón era la vista desde mi casa. Mi santuario era el último de todos los santos dorados y, desde el envío del mensaje, nadie había pasado aún por allí salvo por días antes el caballeros dorado de Sagitario.
Sería el segundo en llegar, algo que demostraría el bajo número de personal o respeto en el Santuario, pues mi tardía era obvia y me incluía avergonzadamente en uno de ellos.

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