Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
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Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Sobrevolaba a gran velocidad los reinos, para ir a la entrada del Inframundo. Hasta que sobrevolando los pueblos de Troya algo le llamó la atención, se detuvo, dejando aquella estela violácea a su andar y aterrizando de forma brusca en el suelo. Cayó con una rodilla en tierra y su armadura, justo en la parte de las garras de sus botas se manchó de arena, había aterrizado en lo que parecía ser una playa desierta.
Rozó la yema de los dedos en la arena, para luego juntar sus yemas y frotarlas, como si intentara diluir la arena. Había una esencia muy conocida en aquel lugar, Hades, pensó un instante para luego observar el mar. Hacía mucho tiempo que no hacía nada como humano desde que se había convertido en un Juez.
Se dio la vuelta, a lo lejos se podía observar Troya, muy a lo lejos, casi se divisaba tan pequeño como la palma de su mano y eso que se podía ver casi toda la ciudadela. Suspiró un tanto aliviado, estaba por buen camino y al parecer Hades estaba muy cerca. Se podía sentir el cosmos del Rey del Inframundo muy cercanamente, con otras dos presencias más. Sin embargo, estaba tan distraído en su Káiser que no prestó atención al cosmos que estaba aun más cerca de él… - ¿Qué demonios?
Dijo girando rápidamente y sus alas siguieron su movimiento cortando el viento. No había nadie, sin embargo quedaba esa esencia en el aire, un perfume extraño, un aroma dulzón que deleitaba su olfato. Observó para todos lados desconfiado, con sus ojos entrecerrados, mientras movía nerviosamente sus dedos, buscando a ese ser que estaba cerca de él y no podía ser detectado. Bufó por lo bajo y decidió marcharse.
Justo antes de emprender vuelo, sus alas se agitaron un instante, haciéndolo levitar un poco y levantando un poco de arena en un huracán diminuto, estaba por aletear una vez mas para salir volando a toda velocidad cuando otra vez sintió esa presencia y posó sus pies en la tierra, si algo que no era Seisyll era un cobarde, así que decidió musitar a los cuatro vientos. – Sé que estas ahí, que me oyes… puedo sentirte. Hazte presente.
Rozó la yema de los dedos en la arena, para luego juntar sus yemas y frotarlas, como si intentara diluir la arena. Había una esencia muy conocida en aquel lugar, Hades, pensó un instante para luego observar el mar. Hacía mucho tiempo que no hacía nada como humano desde que se había convertido en un Juez.
Se dio la vuelta, a lo lejos se podía observar Troya, muy a lo lejos, casi se divisaba tan pequeño como la palma de su mano y eso que se podía ver casi toda la ciudadela. Suspiró un tanto aliviado, estaba por buen camino y al parecer Hades estaba muy cerca. Se podía sentir el cosmos del Rey del Inframundo muy cercanamente, con otras dos presencias más. Sin embargo, estaba tan distraído en su Káiser que no prestó atención al cosmos que estaba aun más cerca de él… - ¿Qué demonios?
Dijo girando rápidamente y sus alas siguieron su movimiento cortando el viento. No había nadie, sin embargo quedaba esa esencia en el aire, un perfume extraño, un aroma dulzón que deleitaba su olfato. Observó para todos lados desconfiado, con sus ojos entrecerrados, mientras movía nerviosamente sus dedos, buscando a ese ser que estaba cerca de él y no podía ser detectado. Bufó por lo bajo y decidió marcharse.
Justo antes de emprender vuelo, sus alas se agitaron un instante, haciéndolo levitar un poco y levantando un poco de arena en un huracán diminuto, estaba por aletear una vez mas para salir volando a toda velocidad cuando otra vez sintió esa presencia y posó sus pies en la tierra, si algo que no era Seisyll era un cobarde, así que decidió musitar a los cuatro vientos. – Sé que estas ahí, que me oyes… puedo sentirte. Hazte presente.
Seisyll- Jueces
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
El Olimpo era un lugar con perfección y hermosura divina, donde todo parecía sobrenatural, sin embargo las playas humanas eran algo que encantaba a la Deidad del amor, en especial la Troyana. Al estar sentada en la blanca arena de las costas bañadas por el agua cristalina y llenas de aquel olor a salitre tan característico, su alma estaba en profunda paz.
Cerró los ojos concentrándose en oír como rompían las olas contra los acantilados no muy lejos de allí y así estuvo por un largo rato hasta que le pareció sentir un cosmo acercándose a gran velocidad. Hábil en reflejos, oculto su presencia en segundos, para escabullirse detrás de algunas rocas de gran tamaño. ¿Quién sería el poseedor de aquella imponente presencia? Apenas y tuvo tiempo de sorprenderse cuando diviso un Espectro de Hades, portando un bello Sapuri en tonos oscuros. Él aterrizo precipitadamente sobre la playa, tomando entre sus manos un poco de arena y complaciéndose al percatarse de algo.
Me pregunto si estará buscando a mi tío…
Ophelia prefirió no entrometerse en lo que fuera que tuviese que hacer aquel humano y solamente se removió un poco en su lugar, viéndolo. No creyó que fuese capaz de detectar su Cosmo, aún más si no era el que estaba buscando, pero se equivoco. Desde detrás de las rocas, casi se le escapa una risita al notar su confusión por el dulce aroma que generalmente desprendía el cuerpo de la Diosa de la belleza y que había quedado por todo el lugar.
Que curiosos y desconfiados suelen ser…algunos humanos.
Esperaba que al no encontrarla a simple vista finalmente siguiera con su camino, y así parecía hasta que volvió a colocar sus pies sobre la arena y en un tono casi inaudible para un oído normal, musitó algunas palabras, incitando a quien sea que estuviese ahí que saliera a su encuentro.
La rubia dudo algunos momentos sobre si desaparecer y volver a su templo, más ella también era muy curiosa y aunque se tratase de un soldado poderoso, no temía ni mucho menos. Suspirando con resignación, salió de su escondite y comenzó a caminar con pasos lentos y su gracia característica, acercándose a aquel joven. Ella llevaba puesto un hermoso vestido griego, hecho con una tela volátil que parecía flotar tras de sí y amarrado con un lazo de hilos de oro en su delicada y estrecha cintura. El cabello dorado le caía en perfectos bucles sobre los hombros, resaltando con su tono la brillantez y rareza de su color de ojos, los cuales se asemejaban a una piedra de aguamarina.
– Aquí estoy señor – Afrodita clavo su mirada en aquel hombre y en sus labios se dibujo una pequeña sonrisa de satisfacción.
Era alto y tenía pelo de brillante color plata. Sus facciones se le hicieron agradables a la vista, además de que los ojos violáceos le agradaron en demasía. Sí, sin duda la diosa lo definiría como un varón digno de su atención, pero había algo que lo volvía aún más interesante...quizá aquella frialdad y misterio que parecía emanar en su aura, no estaba del todo segura.
Cerró los ojos concentrándose en oír como rompían las olas contra los acantilados no muy lejos de allí y así estuvo por un largo rato hasta que le pareció sentir un cosmo acercándose a gran velocidad. Hábil en reflejos, oculto su presencia en segundos, para escabullirse detrás de algunas rocas de gran tamaño. ¿Quién sería el poseedor de aquella imponente presencia? Apenas y tuvo tiempo de sorprenderse cuando diviso un Espectro de Hades, portando un bello Sapuri en tonos oscuros. Él aterrizo precipitadamente sobre la playa, tomando entre sus manos un poco de arena y complaciéndose al percatarse de algo.
Me pregunto si estará buscando a mi tío…
Ophelia prefirió no entrometerse en lo que fuera que tuviese que hacer aquel humano y solamente se removió un poco en su lugar, viéndolo. No creyó que fuese capaz de detectar su Cosmo, aún más si no era el que estaba buscando, pero se equivoco. Desde detrás de las rocas, casi se le escapa una risita al notar su confusión por el dulce aroma que generalmente desprendía el cuerpo de la Diosa de la belleza y que había quedado por todo el lugar.
Que curiosos y desconfiados suelen ser…algunos humanos.
Esperaba que al no encontrarla a simple vista finalmente siguiera con su camino, y así parecía hasta que volvió a colocar sus pies sobre la arena y en un tono casi inaudible para un oído normal, musitó algunas palabras, incitando a quien sea que estuviese ahí que saliera a su encuentro.
La rubia dudo algunos momentos sobre si desaparecer y volver a su templo, más ella también era muy curiosa y aunque se tratase de un soldado poderoso, no temía ni mucho menos. Suspirando con resignación, salió de su escondite y comenzó a caminar con pasos lentos y su gracia característica, acercándose a aquel joven. Ella llevaba puesto un hermoso vestido griego, hecho con una tela volátil que parecía flotar tras de sí y amarrado con un lazo de hilos de oro en su delicada y estrecha cintura. El cabello dorado le caía en perfectos bucles sobre los hombros, resaltando con su tono la brillantez y rareza de su color de ojos, los cuales se asemejaban a una piedra de aguamarina.
– Aquí estoy señor – Afrodita clavo su mirada en aquel hombre y en sus labios se dibujo una pequeña sonrisa de satisfacción.
Era alto y tenía pelo de brillante color plata. Sus facciones se le hicieron agradables a la vista, además de que los ojos violáceos le agradaron en demasía. Sí, sin duda la diosa lo definiría como un varón digno de su atención, pero había algo que lo volvía aún más interesante...quizá aquella frialdad y misterio que parecía emanar en su aura, no estaba del todo segura.
Ophelia- Dios
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Arqueó una ceja al notar que aquella enorme presencia cósmica que se sentía, era nada más y nada menos que la de una mujer. Pero sabía muy bien que no tenía que confiarse de nadie, quizás hasta podría ser una ilusión proyectada por cualquiera, pues a decir verdad esa belleza que tenía la mujer era muy cautivadora al ojo humano. Sí, quizás sí era una simple ilusión para intentar engañarlo y ser atacado por la espalda ante un descuido, con la mirada buscaba hacia todos lados casi ignorando la presencia de la mujer, siempre tan cuidadoso y a la expectativa de ser atacado Seisyll. Pues así se había criado, en el Inframundo no se podía confiar en nadie y de hecho era una regla que seguía vigente aun en la tierra, pero cuando ella habló algo hizo que le prestara atención. Quizás era su tono melódico, o su voz de mando digna de una deidad. Ambas juntas, era increíble que una muchacha así tuviera ese cautivar con tan solo palabras.
Una diosa… - musitó Seisyll con voz fría y seria. Observó el paisaje intentando esquivarle a esos ojos aguamarina que tanto le hacían poner nervioso, con la simple manera que debería hacerle una reverencia, pero así no era Seisyll. Su corazón latía rápido, quizás aun seguía siendo humano y fue en ese momento que musitó. - … solo conozco a una Diosa que podría despertar instintos humanos hasta en un espectro, Afrodita.
Suspiró por lo bajo, observándole a los ojos. Se fijó en su vestido tenuemente, observando cada centímetro de su figura con cuidado, y otra vez llevó la vista hasta el horizonte. Observando el movimiento del mar, caminó hacia la playa y musitó. - ¿Por qué la Deidad de la Belleza se encuentra aquí?
No tendría que estar cuestionando a los Dioses y eso muy bien lo sabía, pero no podía rebajarse, era más fuerte que él. Se cruzó de brazos dándole la espalda, haciendo que sus enormes alas se extendieran y se mecieran lentamente con el viento. - ¿Será que usted también estará en contra de Hades?
Una diosa… - musitó Seisyll con voz fría y seria. Observó el paisaje intentando esquivarle a esos ojos aguamarina que tanto le hacían poner nervioso, con la simple manera que debería hacerle una reverencia, pero así no era Seisyll. Su corazón latía rápido, quizás aun seguía siendo humano y fue en ese momento que musitó. - … solo conozco a una Diosa que podría despertar instintos humanos hasta en un espectro, Afrodita.
Suspiró por lo bajo, observándole a los ojos. Se fijó en su vestido tenuemente, observando cada centímetro de su figura con cuidado, y otra vez llevó la vista hasta el horizonte. Observando el movimiento del mar, caminó hacia la playa y musitó. - ¿Por qué la Deidad de la Belleza se encuentra aquí?
No tendría que estar cuestionando a los Dioses y eso muy bien lo sabía, pero no podía rebajarse, era más fuerte que él. Se cruzó de brazos dándole la espalda, haciendo que sus enormes alas se extendieran y se mecieran lentamente con el viento. - ¿Será que usted también estará en contra de Hades?
Seisyll- Jueces
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Afrodita se estremeció un poco al sentir nombrar su linaje con tanta frialdad y seriedad. Aquel humano parecía tan desconfiado y retraído que no lograba más que llamar su atención. La parte de alma humana que aún habitaba dentro de la diosa se sentía un poco herida al ser tratada de aquella forma, más el orgullo característico que predominaba a la deidad solía ser más fuerte y predominante.
Le pareció curioso ver ese nerviosismo que intentaba ocultar el Espectro, casi podía sentir el latir de su corazón. Otra cosa que le llamaba la atención de los humanos, en especial de los soldados de Hades, era esa manía por querer ocultar sus sentimientos, por dejar estos de lado y actuar tras una máscara. Quizá al ser ella tan emocional e impulsiva en sus actos, le era raro ver a gente que quisiera controlar su sentir con tanto afán.
¿Por qué hacen eso? ¿Por qué desconfían tanto uno de los otros, aún entre camaradas, entre hermanos? Sé que las traiciones son dolorosas, pero… ¿No es más doloroso vivir una vida en total recelo?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos al notar la mirada de él pasearse por su cuerpo apenas cubierto por aquel fino vestido de tela con algo de transparencia. Parecía querer analizarla con la mirada. Y ahí estaba de nuevo ese deseo de no llevarse por los sentimientos. El de pelo plateado desvío sus preciosos ojos violetas hacía el mar, para luego caminar algunos pasos hasta quedar a la orilla del agua para preguntarle, aún sin mirarla, que era lo que se encontraba haciendo allí.
Se acercó un poco, intentando mirar su rostro pero entonces el espectro se cruzó de brazos, moviendo sus alas tras de sí con ese movimiento. Había vuelto a preguntar, pero esta vez preguntó si estaba en contra del Dios de los muertos.
Antes de responder, la rubia no pudo más que soltar una risita, tan hermosa y clara que sonaba como campanillas repiqueteando. Con movimientos lentos, para no exaltar los ánimos, volvió a ponerse enfrente de él peli-plateado, mojando sus delicados pies desnudos con el agua tibia de la costa. Aquel hombre era notablemente más alta que ella, haciendola parecer una frágil jovencita a su lado.
– Me gusta que me miren a los ojos al hablar – dijo con diversión en su rostro, tomando suavemente la barbilla de él entre sus dedos, para luego clavar su mirada verde agua en aquel par de orbes amatista – Y no, no estoy encontra de mi tío Hades…
Tras acariciar suavemente con la yema de los dedos la piel clara del Espectro, le aparto un mechón de cabello color plata y sonriendo ampliamente le pregunto:
– Dime ¿Nunca has hecho lo que tú quieres? – Tras una pausa volvió a tomar la palabra – Me refiero a lo que quieras por impulso, sin mascaras, sin nada que se interponga a tu deseo…
Le pareció curioso ver ese nerviosismo que intentaba ocultar el Espectro, casi podía sentir el latir de su corazón. Otra cosa que le llamaba la atención de los humanos, en especial de los soldados de Hades, era esa manía por querer ocultar sus sentimientos, por dejar estos de lado y actuar tras una máscara. Quizá al ser ella tan emocional e impulsiva en sus actos, le era raro ver a gente que quisiera controlar su sentir con tanto afán.
¿Por qué hacen eso? ¿Por qué desconfían tanto uno de los otros, aún entre camaradas, entre hermanos? Sé que las traiciones son dolorosas, pero… ¿No es más doloroso vivir una vida en total recelo?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos al notar la mirada de él pasearse por su cuerpo apenas cubierto por aquel fino vestido de tela con algo de transparencia. Parecía querer analizarla con la mirada. Y ahí estaba de nuevo ese deseo de no llevarse por los sentimientos. El de pelo plateado desvío sus preciosos ojos violetas hacía el mar, para luego caminar algunos pasos hasta quedar a la orilla del agua para preguntarle, aún sin mirarla, que era lo que se encontraba haciendo allí.
Se acercó un poco, intentando mirar su rostro pero entonces el espectro se cruzó de brazos, moviendo sus alas tras de sí con ese movimiento. Había vuelto a preguntar, pero esta vez preguntó si estaba en contra del Dios de los muertos.
Antes de responder, la rubia no pudo más que soltar una risita, tan hermosa y clara que sonaba como campanillas repiqueteando. Con movimientos lentos, para no exaltar los ánimos, volvió a ponerse enfrente de él peli-plateado, mojando sus delicados pies desnudos con el agua tibia de la costa. Aquel hombre era notablemente más alta que ella, haciendola parecer una frágil jovencita a su lado.
– Me gusta que me miren a los ojos al hablar – dijo con diversión en su rostro, tomando suavemente la barbilla de él entre sus dedos, para luego clavar su mirada verde agua en aquel par de orbes amatista – Y no, no estoy encontra de mi tío Hades…
Tras acariciar suavemente con la yema de los dedos la piel clara del Espectro, le aparto un mechón de cabello color plata y sonriendo ampliamente le pregunto:
– Dime ¿Nunca has hecho lo que tú quieres? – Tras una pausa volvió a tomar la palabra – Me refiero a lo que quieras por impulso, sin mascaras, sin nada que se interponga a tu deseo…
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Intentó evitarla con la mirada, aun cuando ella estaba enfrente. Hasta que ella le tomó por la barbilla y el le pudo observar a los ojos. Tragó saliva, nunca había estado tan cerca de una mujer y sabía muy bien que en el Inframundo un acto de tal calaña no se permitiría, pues no tendría que haber espectros de corazón frágil en las huestes Inframundanas. Sus labios quisieron musitar algo, pero no pudieron, debido a que sus ojos estaban en una prisión al observar como ella hablaba, cada centímetro de sus diminutos labios, le hacían perderse por momentos de la realidad.
No sabía que hacer, si se la quitaba de encima podría ser tomado como ofensa y quizás podría lastimarla, pues a pesar de que era una Diosa, por momentos se le había olvidado y la veía como una simple mujer, frágil que podría lastimar con su fuerza. ¿Estaba teniendo compasión por alguien? Era increíble. Ella tocó su rostro, le acarició, ya ni recordaba como se sentía eso, corriendo un mechón de su cabello y musitándole algo.
N-no… - musitó parpadeando dos veces nerviosamente. Se echó un instante hacia atrás, aquel contacto le hacía ponerse nervioso por alguna duda, tenía miedo, quizás a algo que desconocía. Como todo ser humano que le teme a lo que desconoce. - … soy un Juez, no puedo hacer lo que quiero.
Musitó mas libre, ahora libre del contacto. Pudo respirar, pues su respiración estaba como entrecortada, sentía un calor en su pecho, una gota de sudor corría por su sien, quizás por nervios como si estuviese al borde de la muerte. – No podemos hacer y deshacer a nuestra merced y voluntad, solo que tengamos ordenes. Es mi labor, como Juez, para eso nací, para eso sigo viviendo y viviré.
Mis deseos quedan de lado cuando se trata del Inframundo, ¿P-por que esa pregunta? ¿Por qué una Diosa como usted no me humilla como lo haría cualquiera? Es… es extraña. Cualquiera ya me hubiese pedido que me arrodille frente a él en señal de respeto al Olimpo. N-no logro entender. – dijo algo confundido Seisyll, no todo era como el creía. Había muchas cosas que no conocía, pero igual le parecía extraño, como eso a lo que los humanos llamaban sentimientos, para él era extraño, dado que no los comprendía a pesar de ser uno, su pasado traía mucha desolación, algo que lo fue alejando de los sentimientos, pero no de su naturaleza como humano que despertaba ante aquel contacto de la Diosa de la Belleza.
No sabía que hacer, si se la quitaba de encima podría ser tomado como ofensa y quizás podría lastimarla, pues a pesar de que era una Diosa, por momentos se le había olvidado y la veía como una simple mujer, frágil que podría lastimar con su fuerza. ¿Estaba teniendo compasión por alguien? Era increíble. Ella tocó su rostro, le acarició, ya ni recordaba como se sentía eso, corriendo un mechón de su cabello y musitándole algo.
N-no… - musitó parpadeando dos veces nerviosamente. Se echó un instante hacia atrás, aquel contacto le hacía ponerse nervioso por alguna duda, tenía miedo, quizás a algo que desconocía. Como todo ser humano que le teme a lo que desconoce. - … soy un Juez, no puedo hacer lo que quiero.
Musitó mas libre, ahora libre del contacto. Pudo respirar, pues su respiración estaba como entrecortada, sentía un calor en su pecho, una gota de sudor corría por su sien, quizás por nervios como si estuviese al borde de la muerte. – No podemos hacer y deshacer a nuestra merced y voluntad, solo que tengamos ordenes. Es mi labor, como Juez, para eso nací, para eso sigo viviendo y viviré.
Mis deseos quedan de lado cuando se trata del Inframundo, ¿P-por que esa pregunta? ¿Por qué una Diosa como usted no me humilla como lo haría cualquiera? Es… es extraña. Cualquiera ya me hubiese pedido que me arrodille frente a él en señal de respeto al Olimpo. N-no logro entender. – dijo algo confundido Seisyll, no todo era como el creía. Había muchas cosas que no conocía, pero igual le parecía extraño, como eso a lo que los humanos llamaban sentimientos, para él era extraño, dado que no los comprendía a pesar de ser uno, su pasado traía mucha desolación, algo que lo fue alejando de los sentimientos, pero no de su naturaleza como humano que despertaba ante aquel contacto de la Diosa de la Belleza.
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Pudo notar la mirada de aquel joven posarse en sus pequeños labios rosados para luego tragar saliva. Quizá era la primera vez que una mujer se acercaba tanto a él, o eso parecía dado su nerviosismo. Le agradaba que después de todo, comenzara a entrever realmente como era la persona detrás de la armadura y el cargo. Él parecía no querer apartarla por temor a lastimarla y es que toda su belleza también parecía frágil al lado de un guerrero curtido por la sangre derramada en sus batallas.
Sentir el contacto de la piel de la Diosa pareció perturbarlo e instintivamente se hecho hacía atrás. Ophelia suspiro más la sonrisa aún permanecía en su rostro. Escuchaba atentamente la respuesta del Juez. Era cierto que él no tenía toda la independencia de cualquier ser libre y también que fue educado para no mostrase débil ni tener compasión, pero ¿Eso era lo que quería?
Su sonrisa se transformo en un pequeño puchero al pensar que quizá había hablado de más, por eso bajo su vista hasta el piso, hasta que oyó la pregunta que le fue hecha.
– Soy una Diosa tranquila, mi deseo no es humillar a nadie a menos que este me incite a hacer tal cosa y creo que hasta en sos casos sería difícil que – sus labios se contrajeron en una mueca divertida – obligase a alguien a arrodillarse ante mí, creó que solo mis serafines hacen eso, y por su propia voluntad.
Vaya, es la primera vez que conozco a alguien así… ¿Por qué me resulta tan atractivo?
Divertida la Diosa se acercó en un rápido movimiento que fue casi imperceptible para el peli-plateado debido a lo turbado que estaba. Tomó el rostro de facciones masculinas entre sus delicadas manos y le plantó un beso fugaz y dulce.
– Lo siento…no pude evitarlo – comentó con desfachatez para luego sentarse en la arena y haciendo un gesto para invitarlo a sentarse a su lado – A pesar de todo…no sé tu nombre ¿Cuál es tu nombre Juez Infernal? ¿O acaso no tienes uno?
Sentir el contacto de la piel de la Diosa pareció perturbarlo e instintivamente se hecho hacía atrás. Ophelia suspiro más la sonrisa aún permanecía en su rostro. Escuchaba atentamente la respuesta del Juez. Era cierto que él no tenía toda la independencia de cualquier ser libre y también que fue educado para no mostrase débil ni tener compasión, pero ¿Eso era lo que quería?
Su sonrisa se transformo en un pequeño puchero al pensar que quizá había hablado de más, por eso bajo su vista hasta el piso, hasta que oyó la pregunta que le fue hecha.
– Soy una Diosa tranquila, mi deseo no es humillar a nadie a menos que este me incite a hacer tal cosa y creo que hasta en sos casos sería difícil que – sus labios se contrajeron en una mueca divertida – obligase a alguien a arrodillarse ante mí, creó que solo mis serafines hacen eso, y por su propia voluntad.
Vaya, es la primera vez que conozco a alguien así… ¿Por qué me resulta tan atractivo?
Divertida la Diosa se acercó en un rápido movimiento que fue casi imperceptible para el peli-plateado debido a lo turbado que estaba. Tomó el rostro de facciones masculinas entre sus delicadas manos y le plantó un beso fugaz y dulce.
– Lo siento…no pude evitarlo – comentó con desfachatez para luego sentarse en la arena y haciendo un gesto para invitarlo a sentarse a su lado – A pesar de todo…no sé tu nombre ¿Cuál es tu nombre Juez Infernal? ¿O acaso no tienes uno?
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Los labios de la mujer hacían contacto con los suyos y Seisyll cerró sus ojos, por reflejo casi, pensando que le iba a causar daño. Su corazón latía aun más fuerte que antes, sus labios temblaban y podía ser fácilmente percibido por aquella que lo besaba por sorpresa. Fue efímero el beso, pero para él duró eternamente, despertó montones de cosas que podrían ser inexplicables para un espectro, para alguien como él. Se abrían puertas nuevas, puertas que jamás había explorado en su vida.
Iba a colocar sus manos en la espalda de la mujer en un abrazo, pero sus manos titubearon un instante y cuando abrió los ojos ella estaba sentada en la arena. Invitándole a sentarse, estaba tan cautivado por su aroma, por su belleza que el Juez sin siquiera pensarlo se colocó de cuclillas y luego apoyó sus dos rodillas en la arena sentándose, pues su armadura aun estaba puesta y un poco de arenilla se le introducía en la armadura, pero eso no importaba. – S-sí… mi-mi nombre es Seisyll.
Dijo temeroso, revelando su nombre a una completa extraña, por mas que sea una Diosa no era alguien a quien veneraba pero había caído como el mejor ante sus encantos. Parpadeó lentamente, observando a cada instante esos orbes aguamarina que le miraban fijos a cada segundo. - ¿Por qué no lo pudo evitar?
¿Me puede explicar por que no puedo ser inmune a usted? Es decir, conocí muchas mujeres pero no como usted que hace que mi corazón lata con tanta fuerza. ¿Es por ser una Diosa? ¡¿Por qué con Athena no me comporté así…?! – musitó sinceramente Seisyll dando a conocer que no conocía nada con respecto a la atracción entre diferentes géneros. Tan solo conocía como asesinar personas, era el perfecto asesino, y por eso aborrecía a los “humanos” a pesar de ser uno, porque no los comprendía y tampoco quería hacerlo, pero en ese momento le daba curiosidad. Aunque estuviera desafiando prácticamente las mismísimas leyes de Hades de que los espectros no tengan sentimiento alguno.
Iba a colocar sus manos en la espalda de la mujer en un abrazo, pero sus manos titubearon un instante y cuando abrió los ojos ella estaba sentada en la arena. Invitándole a sentarse, estaba tan cautivado por su aroma, por su belleza que el Juez sin siquiera pensarlo se colocó de cuclillas y luego apoyó sus dos rodillas en la arena sentándose, pues su armadura aun estaba puesta y un poco de arenilla se le introducía en la armadura, pero eso no importaba. – S-sí… mi-mi nombre es Seisyll.
Dijo temeroso, revelando su nombre a una completa extraña, por mas que sea una Diosa no era alguien a quien veneraba pero había caído como el mejor ante sus encantos. Parpadeó lentamente, observando a cada instante esos orbes aguamarina que le miraban fijos a cada segundo. - ¿Por qué no lo pudo evitar?
¿Me puede explicar por que no puedo ser inmune a usted? Es decir, conocí muchas mujeres pero no como usted que hace que mi corazón lata con tanta fuerza. ¿Es por ser una Diosa? ¡¿Por qué con Athena no me comporté así…?! – musitó sinceramente Seisyll dando a conocer que no conocía nada con respecto a la atracción entre diferentes géneros. Tan solo conocía como asesinar personas, era el perfecto asesino, y por eso aborrecía a los “humanos” a pesar de ser uno, porque no los comprendía y tampoco quería hacerlo, pero en ese momento le daba curiosidad. Aunque estuviera desafiando prácticamente las mismísimas leyes de Hades de que los espectros no tengan sentimiento alguno.
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Él joven lució paralizado algunos segundos cuando ella lo besó más luego tomó asiento a su lado, casi por inercia. Esto le agrado a la rubia, quien aún seguía sonriendo con aquel deje de descaro de apenas unos segundos atrás. Parecía temeroso de aquella cercanía y familiaridad con la Deidad, sin embargo a ella le encantaba esto, pues no acostumbraba normalmente el trato frívolo y distante que podría tener cualquier persona.
Se sorprendió al ver como con sinceridad, él le preguntaba porque no podía manejar sus sentimientos al estar cerca de ella. Por un momento, Afrodita medito sobre la respuesta, pensando en que seguramente su físico le parecería atractivo como a cualquier hombre, pero también podría tratarse de que probablemente era la primera mujer con la que tenía aquel tipo de contacto y la cual le hacía tantas preguntas personales.
– Podría darte varias respuestas – sus ojos aguamarina volvieron a clavarse en Seisyll – Quizá es por mi físico, quizá es porque mi forma de ser es nueva para ti, realmente no lo sé, eso lo sabes tú solo que no sabes expresarlo o mejor dicho no sabes ponerle un nombre a lo que sientes.
¿Y yo…que es lo que despierta en mí este humano al servicio de Hades? Su forma de ver las cosas también me llamaba la atención…quisiera poder ver como es realmente.
– Y sobre por qué no lo pude evitar – esta vez su vista se perdió en el horizonte, donde el sol lentamente comenzaba a fundirse con el mar, dando paso a una luz rojiza muy hermosa – He visto muchos humanos, también Dioses…pero hay algo de ti que me provoca el no alejarme.
Sus mejillas se tiñeron levemente de rosado al decir eso. ¿La diosa Afrodita comportándose como una adolescente? Rió internamente ante eso y distraídamente extendió su mano para jugar con los dedos del peli-plateado, que se hundían en la blanquecina arena. Al tomar su mano sintió una pequeña descarga de electricidad que la dejo totalmente anonadada.
Por puro instinto volvió a subir la mirada y el espectro también estaba mirándola detenidamente. Sin ser del todo consiente de lo que hacía, se acercó más a él para quitarle el casco con movimientos cuidadosos. El cabello le caía en una cascada, y sus ojos violáceos resaltaban ante el contraste.
Si bien soy impulsiva…estas ganas de besarlo con tanta urgencia se me hacen ajenas…pero no deseo negarme al capricho.
Grácilmente posó sus brazos alrededor del cuello de Seisyll y con lentitud se acercó a su rostro. Podía sentir la respiración entrecortada contra la suya propia, las orbes amatistas devorando su piel tersa, el latir de su corazón agitado. Lo besó, pero esta vez con mayor profundidad, mordisqueando suavemente su labio inferior y lamiendo alrededor de ambos, invitándolo a dejar que sus lenguas se encontrasen.
Se sorprendió al ver como con sinceridad, él le preguntaba porque no podía manejar sus sentimientos al estar cerca de ella. Por un momento, Afrodita medito sobre la respuesta, pensando en que seguramente su físico le parecería atractivo como a cualquier hombre, pero también podría tratarse de que probablemente era la primera mujer con la que tenía aquel tipo de contacto y la cual le hacía tantas preguntas personales.
– Podría darte varias respuestas – sus ojos aguamarina volvieron a clavarse en Seisyll – Quizá es por mi físico, quizá es porque mi forma de ser es nueva para ti, realmente no lo sé, eso lo sabes tú solo que no sabes expresarlo o mejor dicho no sabes ponerle un nombre a lo que sientes.
¿Y yo…que es lo que despierta en mí este humano al servicio de Hades? Su forma de ver las cosas también me llamaba la atención…quisiera poder ver como es realmente.
– Y sobre por qué no lo pude evitar – esta vez su vista se perdió en el horizonte, donde el sol lentamente comenzaba a fundirse con el mar, dando paso a una luz rojiza muy hermosa – He visto muchos humanos, también Dioses…pero hay algo de ti que me provoca el no alejarme.
Sus mejillas se tiñeron levemente de rosado al decir eso. ¿La diosa Afrodita comportándose como una adolescente? Rió internamente ante eso y distraídamente extendió su mano para jugar con los dedos del peli-plateado, que se hundían en la blanquecina arena. Al tomar su mano sintió una pequeña descarga de electricidad que la dejo totalmente anonadada.
Por puro instinto volvió a subir la mirada y el espectro también estaba mirándola detenidamente. Sin ser del todo consiente de lo que hacía, se acercó más a él para quitarle el casco con movimientos cuidadosos. El cabello le caía en una cascada, y sus ojos violáceos resaltaban ante el contraste.
Si bien soy impulsiva…estas ganas de besarlo con tanta urgencia se me hacen ajenas…pero no deseo negarme al capricho.
Grácilmente posó sus brazos alrededor del cuello de Seisyll y con lentitud se acercó a su rostro. Podía sentir la respiración entrecortada contra la suya propia, las orbes amatistas devorando su piel tersa, el latir de su corazón agitado. Lo besó, pero esta vez con mayor profundidad, mordisqueando suavemente su labio inferior y lamiendo alrededor de ambos, invitándolo a dejar que sus lenguas se encontrasen.
Ophelia- Dios
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Sus cabellos cayeron por encima de sus hombros y el asombrado vio cada movimiento que la mujer hacía, envolvió su cuello con sus delicados brazos y acercó su rostro, Seisyll no sabía como responder, tan solo echó su rostro un tanto hacia atrás observando mejor el cuerpo de la mujer, no pudo evitar el beso que ésta le dio y su corazón comenzaba a latir mas rápido, intentando imitar el movimiento de la mujer, toscamente introdujo su lengua dentro de su boca, para moverla con suavidad a un ritmo que le comenzaba a gustar al Juez de Griffon.
Casi por naturaleza colocó sus manos en la cintura de la mujer, sujetándola con la suficiente fuerza para no causarle daño, mientras aun la seguía besando. Sus ojos estaban cerrados, perdidos en aquel mar de sentimientos que ni siquiera sabía nadar.
Se separó un instante, observando sus labios, sus facciones, Afrodita parecía ser una persona que eso no le impresionaba y era algo que no entendía, pero si entendía muy bien que las preguntas como mortal habían acabado ya. Tenía que hacer algo, ese silencio incomodo sin saber que hacer no pudo ser compensado con otra cosa que intentar besarla devuelta, pero esta vez fue un poco mas brusco.
La besó con desesperación, intentando sentir hasta lo mas profundo de su ser con tan solo un beso, tal fue la brusquedad que hizo caer en la arena a la mujer, cayendo él encima de ella. Colocando sus brazos justo a un costado de su cuerpo evitando aplastarla con el enorme peso de la armadura espectral. Siguió besándola, mordisqueando suavemente sus mejillas, su cuello, jugueteando con su lengua casi instintivamente intentando salir de que sea tan solo un beso.
Posó una mano sobre la mejilla de la mujer, con sinceridad el hombre le miró a los ojos. No sabía que hacer, como continuar, que era lo que a ella le gustaba. Con sus orbes violáceos apuntando hacia su cuello la besó una vez mas, pero cesó en un instante y acariciándola le dijo con suavidad. – N-no… no sé que hacer.
Es un sentimiento nuevo que estoy siguiendo por instinto, pero realmente no sé que hacer… - ahí se quedó. Mirándola fijo, intentando que ella le diera una respuesta para poder continuar, algo que le hiciera salir de ese laberinto de dudas.
Casi por naturaleza colocó sus manos en la cintura de la mujer, sujetándola con la suficiente fuerza para no causarle daño, mientras aun la seguía besando. Sus ojos estaban cerrados, perdidos en aquel mar de sentimientos que ni siquiera sabía nadar.
Se separó un instante, observando sus labios, sus facciones, Afrodita parecía ser una persona que eso no le impresionaba y era algo que no entendía, pero si entendía muy bien que las preguntas como mortal habían acabado ya. Tenía que hacer algo, ese silencio incomodo sin saber que hacer no pudo ser compensado con otra cosa que intentar besarla devuelta, pero esta vez fue un poco mas brusco.
La besó con desesperación, intentando sentir hasta lo mas profundo de su ser con tan solo un beso, tal fue la brusquedad que hizo caer en la arena a la mujer, cayendo él encima de ella. Colocando sus brazos justo a un costado de su cuerpo evitando aplastarla con el enorme peso de la armadura espectral. Siguió besándola, mordisqueando suavemente sus mejillas, su cuello, jugueteando con su lengua casi instintivamente intentando salir de que sea tan solo un beso.
Posó una mano sobre la mejilla de la mujer, con sinceridad el hombre le miró a los ojos. No sabía que hacer, como continuar, que era lo que a ella le gustaba. Con sus orbes violáceos apuntando hacia su cuello la besó una vez mas, pero cesó en un instante y acariciándola le dijo con suavidad. – N-no… no sé que hacer.
Es un sentimiento nuevo que estoy siguiendo por instinto, pero realmente no sé que hacer… - ahí se quedó. Mirándola fijo, intentando que ella le diera una respuesta para poder continuar, algo que le hiciera salir de ese laberinto de dudas.
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
Afrodita se dejó llevar por aquel beso, sintiendo también todo el mar de emociones que embargaban a Seisyll. Sabía que él no tenía mucha experiencia al respecto, pero lo hacía bien. En algún momento notó como las fuertes manos del espectro se posaban sobre su pequeña cintura, aferrándola con fuerza pero sin hacerle daño. Había algo en aquel humano que le gustaba demasiado.
Después de algunos minutos, se separaron para tomar aire. Las respiraciones entrecortadas era lo único que se oía además del ruido del agua. Sus miradas recorrían vagamente el cuerpo del otro y su silencio se acabo repentinamente, cual el volvió a besarla pero esta vez con mayor brusquedad, con necesidad y deseo. Ambos cayeron sobre la blanca arena, ella debajo de su cuerpo y el sosteniéndose con sus brazos para no ahogarla con su peso. Afrodita sentía los besos en su cuello y los suaves mordiscos del peliplateado, que exploraba como quien descubre lentamente algo nuevo y agradable.
No quiero que esto termine, no quiero alejarlo de mi… ¿Cómo lograste esto Seisyll? No estoy segura.
Una mano se posó delicadamente sobre la mejilla de la mujer de piel tersa. Su atención se vio desviada al hermoso par de ojos violáceos que la observaban con detenimiento. Aquella mirada le robo un par de latidos y sus mejillas se sonrojaron levemente.
Él no sabía cómo continuar, todo aquello era nuevo y no tenía idea de que hacer. Sonriendo la diosa se incorporo a medias y rozo sus labios con dulzura a la vez que comenzaba a despojarlo de su Cloth, pieza por pieza. Le llevó algún tiempo en el que no había dejado de acariciar su rostro y depositar pequeños besos en su cuello. Una vez que tan solo lo cubría la fina vestimenta que portaba debajo del Surplice, Ophelia sonrió satisfecha.
Volvieron a rodar sobre la arena, quedando ella sentada a horcajadas sobre el joven. Los ojos aguamarina destellaron con un deje de lujuria y se acercó al oído del Juez para mordisquear su lóbulo de manera tortuosa.
– No hay reglas que valgan aquí Seisyll, deja que tus deseos te controlen, llevate por lo que sientes… – murmuró muy suave para luego capturar su boca profundamente, jugueteando con su lengua de a ratos.
Después de algunos minutos, se separaron para tomar aire. Las respiraciones entrecortadas era lo único que se oía además del ruido del agua. Sus miradas recorrían vagamente el cuerpo del otro y su silencio se acabo repentinamente, cual el volvió a besarla pero esta vez con mayor brusquedad, con necesidad y deseo. Ambos cayeron sobre la blanca arena, ella debajo de su cuerpo y el sosteniéndose con sus brazos para no ahogarla con su peso. Afrodita sentía los besos en su cuello y los suaves mordiscos del peliplateado, que exploraba como quien descubre lentamente algo nuevo y agradable.
No quiero que esto termine, no quiero alejarlo de mi… ¿Cómo lograste esto Seisyll? No estoy segura.
Una mano se posó delicadamente sobre la mejilla de la mujer de piel tersa. Su atención se vio desviada al hermoso par de ojos violáceos que la observaban con detenimiento. Aquella mirada le robo un par de latidos y sus mejillas se sonrojaron levemente.
Él no sabía cómo continuar, todo aquello era nuevo y no tenía idea de que hacer. Sonriendo la diosa se incorporo a medias y rozo sus labios con dulzura a la vez que comenzaba a despojarlo de su Cloth, pieza por pieza. Le llevó algún tiempo en el que no había dejado de acariciar su rostro y depositar pequeños besos en su cuello. Una vez que tan solo lo cubría la fina vestimenta que portaba debajo del Surplice, Ophelia sonrió satisfecha.
Volvieron a rodar sobre la arena, quedando ella sentada a horcajadas sobre el joven. Los ojos aguamarina destellaron con un deje de lujuria y se acercó al oído del Juez para mordisquear su lóbulo de manera tortuosa.
– No hay reglas que valgan aquí Seisyll, deja que tus deseos te controlen, llevate por lo que sientes… – murmuró muy suave para luego capturar su boca profundamente, jugueteando con su lengua de a ratos.
- Spoiler:
- Su mano trazaba círculos cadenciosos en el pecho bien trabajado de aquel hombre que tenía bajo su pequeño cuerpo de curvas generosas. Lentamente comenzó a bajar por su torso hasta llegar al pantalón, para acariciar su sexo por encima de la tela.
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
- Lemon (+18):
- Un suspiro liberó el hombre al escuchar las palabras, tenía los ojos entrecerrados, adormilados, observando con lujuria cada movimiento de la mujer. Nuevamente se hundían en besos apasionados, divagando en lugares que a Seisyll le encantaban. Su mano se deslizaba por todo su cuerpo, trazando una línea en su abdomen hasta llegar a su sexo, que estaba cubierto por la tela de su ropa. Comenzó a masajearlo, acariciarlo, estimularlo haciendo que lentamente creciera, mientras el besaba con mas pasión a la mujer, llegando mas profundo con su lengua dentro de la boca de la diosa, por el cautivar de la excitación que ella misma le estaba entregando.
Casi instintivamente deslizó sus manos por la delicada piel de sus muslos externos, no sabía muy bien donde estaba la estimulación de la mujer, pero sintió el deseo, el impulso de posar sus dedos por debajo de su vestido. Trazando un paso calorífico, por la temperatura que había levantado su cuerpo, sujetando con suavidad sus nalgas, apretujándolas, para sentarse de un envión y que sus pechos se juntaran.
Ella estaba encima de él, como si estuviese cabalgando, lamió su cuello un instante, para subir con sus manos su vestido, tocando su espalda. Acariciándola, manteniéndose firme y no dejándola caer. Tiró lentamente del lazo dorado que estaba en la cintura de la mujer, para que su vestido estuviera completamente suelto, por una extraña razón quería ver su cuerpo desnudo, ver cada centímetro de su ser y sentirlo junto a él.
Tomó a la mujer por sus brazos, como manteniéndola prisionera, mientras la besaba, lamía lentamente sus labios y mordisqueaba de vez en cuando. Olía aquel perfume embriagador que la mujer destilaba, algo que le excitaba aun más y se podía notar en la entrepierna del Juez. Fue caminando con sus dedos hasta los hombros de la rubia y tomó las tirillas del vestido para irlo bajando lentamente, desnudando su torso con lentitud, deleitando cada segundo sus ojos con aquel cuerpo escultural.
Sus senos quedaban en libertad, siendo aprisionados por la boca de Seisyll que no tardó en lamerlos con suavidad, sin causarle daño. Sus manos se posaban nuevamente en la espalda de la mujer, bajando hacia su cintura, mientras con su lengua jugueteaba con aquellos rosados pezones de la mujer, que tanto le atraían sin respuesta alguna; instintivamente podría ser. El consejo que había tomado de la mujer, había servido de algo, actuar como él quería por primera vez en su vida, quizás.
Acercó su cuerpo mas al de ella, estando juntos lo suficiente como para que sus manos que estaban en el delicado trasero de la mujer, se fueran deslizando para su vagina. Lentamente comenzó a rozar con sus dedos el sexo de la Diosa, sintiendo el calor interno en su ser, aumentando aun mas su considerable erección. Por alguna razón inexplicable en ese momento ni siquiera pensaba en Hades, se había despojado de todo cargo como Juez y había puesto su mejor empeño en “aprender” lo que Afrodita le enseñaba. - ¿Es ahí?
Preguntó con inocencia el juez, intentando confirmar su teoría. Mientras su dedo índice se movía casi por el interior, por los labios de la vagina, notando la humedad de la deidad que comenzaba a escurrir lentamente gracias a su estimulación.
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
- Lemon:
- Afrodita suspiraba complacida por la caricias de Seisyll, disfrutando de gran placer cada vez que el deslizaba las manos por su espalda o sus muslos. Podía sentir la notable excitación de él, creciendo contra su ingle aumentando también la humedad de su interior. La tenía aprisionada entre sus brazos, mientras los besos profundos y lentos no acababan. Sentía una agradable sensación que se extendía por su cuerpo, lo estaba disfrutando realmente mucho.
En algún momento, el peliplateado deslizo con suavidad los finos breteles de su vestido, dejando al descubierto sus senos firmes y perfectos. Enseguida notó los labios ávidos que se apoderaban de ellos, lamiendo centímetro por centímetro, jugando con pezones…sin duda estaba haciendo lo que le apetecía.
– Mmm…Seisyll – la diosa no puedo reprimir un gemido que escapo de su boca.
En ese momento, sintió como los dedos del Juez lentamente se deslizaban desde su trasero hasta su femineidad, rozándola suavemente. Esto aumentaba el calor de Afrodita quien aferro sus brazos a la espalda de él, clavando levemente sus uñas en la piel. A la pregunta que le fue hecha tan solo respondió con un pequeño gemido de asentimiento, para luego pasar a mordisquear juguetonamente el cuello de piel pálida que tenía a su merced, dejando pequeñas marcas. Podía sentir como Seisyll exploraba su intimidad, húmeda por la estimulación recibida. Cerró los ojos un momento, entregándose tan solo a las sensaciones que la extasiaban.
Quiero jugar un poco contigo, que me pidas más…
Sonriendo traviesamente, Afrodita empujó al Griffo con suavidad a la arena. Luego con movimientos lentos y desesperantes, terminó de quitarle la ropa. Admiró su cuerpo bien trabajado por un instante, para luego trazar un sendero de besos, pasando su lengua por los bíceps para generarle estremecimiento. En tanto una de sus manos se deslizo hasta el gran miembro del joven, comenzando a acariciarlo, sintiendo como él se retorcía de placer.
– ¿Te gusta esto Seisyll? – pregunto con voz seductora.
Su boca se desplazo del plano vientre de él hasta su pene, tomándolo entre sus finos y suaves dedos, para introducirlo de a poco en esta. Primero comenzó a lamer la punta observándolo fijamente a los ojos, aumentando su diversión y mientras lo introducía por completo en su boca, su mano le acariciaba con cuidado los testículos.
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Re: Troya - Playas Lejanas de la Ciudadela.
- Lemon (+18):
- La arena se complementaba a la espalda del Juez de Griffon, ante la humedad del sudor que tenía por el inmenso calor que había ahí, sin contar el inmenso calor que generaba en ese momento su cuerpo. Observó apuntando hacia su pecho como la mujer trazaba un camino lentamente con sus labios, una sonrisa se dibujó en el rostro del Juez, quizás una sonrisa lasciva no tanta de felicidad, hasta que tragó saliva cuando ella tomó con su mano su hombría, todo pareció electrificarse, como si todo su cuerpo estaría conectado a su pene, vibrando un instante en la arena tenuemente casi sin ser notorio.
Es como… no, no tiene explicación, sin duda alguna, sí… me gusta. – musitó el juez aun con voz fría. No parecía tenerle miedo a esa “aventura”, pero si temía aun de expresar sus sentimientos a pesar de ser una Diosa. Aunque no pudo evitar un suspiro y cerrar sus ojos al sentir su boca en su miembro viril, sus suaves labios, su lengua, todo parecía complementar completamente con el ambiente y agachó su cabeza chocando sus miradas. Sentía como su cuerpo se estremecía, adoraba ese movimiento en su pene.
Sigue así… - musitó entre gemidos. Con una voz tenue, casi sin aliento. Se sentó mientras ella seguía ahí con su boca, apoyando la palma de sus manos en la arena. Por un momento todo fue silencio, solo el viento chocando en la mejilla del peliplateado y su movimiento de labios tenuemente por estar conectados todos sus nervios activos, suspiró y sintió algo aun mas fuerte que lo hizo vibrar, con brusquedad casi por reflejo corrió la boca de la mujer y liberó un fuerte suspiro, comenzando a brotar un liquido espeso y blancuzco de la punta de su miembro, pues era su primera vez. – Lo-lo siento…
Musitó el con sus dedos enredados a sus cabellos rubios, quería recobrar el aire. Observó su cuerpo, su sexo, no podía creer lo bien que se sentía hacer eso. No sabía nada acerca de lo que estaba despertando, pero quería seguir investigando. – He oído hablar que las mujeres son tratadas como esclavas en varios lugares, que solo complacen a los hombres por placer… es éste del placer que hablaban seguro.
Agachó su cabeza un instante, observando la arena siendo removida tenuemente por el viento, y como el sol provocaba un brillo en la pequeña arenilla bastante reconfortante. – Quizás el hombre abusa de su poder porque quiere vivir al máximo, será que el hombre intenta disfrutar su vida porque en algún momento sabe que se terminará, ya sea bajo el acero o bajo una muerte natural.
No se me permite pensar en sentimientos, pero en este momento siento que si usara a una Diosa solo para complacerme sería injusto y un insulto al Olimpo. Así que quiero que me permitas, si tú quieres claro, hacerte sentir como tú me hiciste sentir a mí. – musitó mientras su corazón parecía latir con mas fuerza y observaba el cuerpo desnudo de la diosa de arriba abajo, cada centímetro era analizado por sus orbes.
No se si una mujer puede sentir como un hombre, pero hoy quisiera ser tu hombre si me lo permites… Afrodita. – musitó con frialdad el juez sin ningún momento agachar su cabeza.
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