Alba Vs Xemnas
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Alba Vs Xemnas
Estaba como siempre, vigilando cerca del santuario, pero no adentrándome en el escudo sagrado, mi propósito, ayudar a Hades, esta misión tenia gran importancia para mi, fue pedida por el sin que mas gente se enterara, en cierto modo me gustaba que mi muerte y reencarnación sirviera para algo mas que servir sin motivo aparente, al menos me dio la impresión de que me necesitan.
Al rato de estar caminando hacia afuera de la ciudad, comenzó a diluviar ferozmente, embarrando los paramos por los que me encontraba en este momento, costaba cada vez mas caminar, mis piernas se hundían, el lugar era bastante fangoso, pero era de esperar cerca de aquí se encontraba un pequeño pantano. Extendí las alas de la armadura, y me puse a volar despacio, seguía vigilando bastante esto, el frió que hacia, era normal para esta fecha del año al igual que las lluvias, probablemente nevara en cuestión de días. La lluvia cada vez era mas fuerte y grande, por lo que me refugie, en una cabaña abandonada que encontré. Me recordaba como cuando era pequeño, casas humildes sin valor alguno, siempre acababan siendo asaltadas por ladrones o vasallos de alguien importante, con el simple fin de poder divertirse tranquilamente.
Miraba hacia afuera por una pequeña ventana, por la cual el agua entraba, la tormenta amansaba, dejando el terreno embarrado y costoso para caminar, a demás no me gustaba la idea de tener que estar mas tiempo aquí. Me aleje cada vez mas, pero había algo que me seguía inquietando bastante....de quien era aquel cosmos que notaba desde hace un rato, era el de un santo de oro, pero....¿Cual? por lo que supuse se dirigía hacia mi, pero la velocidad era de paso tranquilo, así que camine hacia el. Me ilusione bastante, llevaba mucho tiempo sin pelear con nadie, sobretodo con alguien fuerte, a pesar de eso se encontraba aun lejos, y el terreno para colmo dificultaba mas el paso. A pesar de que dejo de llover, el cielo se veía nublado, por lo que supuse que la pelea seria mas costosa por los terrenos embarrados, al menos seria para ambos. Notaba cada vez mas cerca su cosmos, era alguien de gran poder, me superaba notablemente, aunque es de esperar, un espectro contra un santo de oro....se podría decir que es una desventaja grande, pero me daba igual ya que entre los espectros sin contar a los jueces era el mas poderoso sin dudarlo, así que alguna posibilidad tendría de dejarlo aunque sea mal herido.
A unos 2 kilómetros de distancia entre ambos, volvió a llover, los animales se escondían, tenían miedo, según me acercaba liberaba mi cosmos y a Yamato, todo lo que se encontraba cerca estaba siendo cortado, con tan solo las vibraciones que irradiaba mi cosmos en el filo de Yamato. Ese era el truco para ser la espada mas rápida existente, su gran percepción al cosmos. Sparda, era mas un ser vivo, notaba como movía el ojo bruscamente, buscaba aquella fuente de poder dorado, anhelaba comerse su cosmos.
La lluvia empezó otra vez a caer mas fuerte, pero esta vez no parecía que fuese a acabar, eso en cierto modo no me daba ventaja a pesar de que podía volar, mis llamas, necesitarían una cantidad mas de cosmos para poder hacerse consistentes y no apagarse, así que tendré que usar las espadas mas veces de lo normal. Coloque la vaina de Yamato bien, quedando fija en la armadura, y coloque a Sparda en mi brazo derecho, portando a las dos grandes espadas del inframundo.
Ya le veía, su pelo era de un azul claro, portaba una bella rosa sobre sus labios, a demás su armadura de oro portaba una gran capa blanca, aquel que veía era Piscis, uno de los santos de oro mas poderosos, o eso dicen siempre para asustar, sinceramente, no me creo esas patrañas, ya que la verdad es que entre armaduras todas se igualan, pero solo eran leyendas, tal vez me equivocaba yo, pero....que se le va ha hacer si me equivoco.
Cuando me encontré frente a frente con el, vi que su armadura a pesar de estar mojada, seguía teniendo brillo, la mía tenia algo menos de brillo pero aun así lo tenia, el ojo de Sparda fijaba su mirada en aquel santo dorado, y Yamato paro de recibir el cosmos, parece como si tuviera voluntad propia.
Caballero de piscis, dime tu nombre quiero saber el nombre de...mis víctimas
Me coloque en posición de combate esperando su primer movimiento...
Al rato de estar caminando hacia afuera de la ciudad, comenzó a diluviar ferozmente, embarrando los paramos por los que me encontraba en este momento, costaba cada vez mas caminar, mis piernas se hundían, el lugar era bastante fangoso, pero era de esperar cerca de aquí se encontraba un pequeño pantano. Extendí las alas de la armadura, y me puse a volar despacio, seguía vigilando bastante esto, el frió que hacia, era normal para esta fecha del año al igual que las lluvias, probablemente nevara en cuestión de días. La lluvia cada vez era mas fuerte y grande, por lo que me refugie, en una cabaña abandonada que encontré. Me recordaba como cuando era pequeño, casas humildes sin valor alguno, siempre acababan siendo asaltadas por ladrones o vasallos de alguien importante, con el simple fin de poder divertirse tranquilamente.
Miraba hacia afuera por una pequeña ventana, por la cual el agua entraba, la tormenta amansaba, dejando el terreno embarrado y costoso para caminar, a demás no me gustaba la idea de tener que estar mas tiempo aquí. Me aleje cada vez mas, pero había algo que me seguía inquietando bastante....de quien era aquel cosmos que notaba desde hace un rato, era el de un santo de oro, pero....¿Cual? por lo que supuse se dirigía hacia mi, pero la velocidad era de paso tranquilo, así que camine hacia el. Me ilusione bastante, llevaba mucho tiempo sin pelear con nadie, sobretodo con alguien fuerte, a pesar de eso se encontraba aun lejos, y el terreno para colmo dificultaba mas el paso. A pesar de que dejo de llover, el cielo se veía nublado, por lo que supuse que la pelea seria mas costosa por los terrenos embarrados, al menos seria para ambos. Notaba cada vez mas cerca su cosmos, era alguien de gran poder, me superaba notablemente, aunque es de esperar, un espectro contra un santo de oro....se podría decir que es una desventaja grande, pero me daba igual ya que entre los espectros sin contar a los jueces era el mas poderoso sin dudarlo, así que alguna posibilidad tendría de dejarlo aunque sea mal herido.
A unos 2 kilómetros de distancia entre ambos, volvió a llover, los animales se escondían, tenían miedo, según me acercaba liberaba mi cosmos y a Yamato, todo lo que se encontraba cerca estaba siendo cortado, con tan solo las vibraciones que irradiaba mi cosmos en el filo de Yamato. Ese era el truco para ser la espada mas rápida existente, su gran percepción al cosmos. Sparda, era mas un ser vivo, notaba como movía el ojo bruscamente, buscaba aquella fuente de poder dorado, anhelaba comerse su cosmos.
La lluvia empezó otra vez a caer mas fuerte, pero esta vez no parecía que fuese a acabar, eso en cierto modo no me daba ventaja a pesar de que podía volar, mis llamas, necesitarían una cantidad mas de cosmos para poder hacerse consistentes y no apagarse, así que tendré que usar las espadas mas veces de lo normal. Coloque la vaina de Yamato bien, quedando fija en la armadura, y coloque a Sparda en mi brazo derecho, portando a las dos grandes espadas del inframundo.
Ya le veía, su pelo era de un azul claro, portaba una bella rosa sobre sus labios, a demás su armadura de oro portaba una gran capa blanca, aquel que veía era Piscis, uno de los santos de oro mas poderosos, o eso dicen siempre para asustar, sinceramente, no me creo esas patrañas, ya que la verdad es que entre armaduras todas se igualan, pero solo eran leyendas, tal vez me equivocaba yo, pero....que se le va ha hacer si me equivoco.
Cuando me encontré frente a frente con el, vi que su armadura a pesar de estar mojada, seguía teniendo brillo, la mía tenia algo menos de brillo pero aun así lo tenia, el ojo de Sparda fijaba su mirada en aquel santo dorado, y Yamato paro de recibir el cosmos, parece como si tuviera voluntad propia.
Caballero de piscis, dime tu nombre quiero saber el nombre de...mis víctimas
Me coloque en posición de combate esperando su primer movimiento...
Xemnas- Espectros
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Re: Alba Vs Xemnas
Abandona tu Casa ♪
El cielo triste miraba con sus ojos mullidos y blanquecinos el firmamento desolado fuera de un territorio que para mi criterio recibía la mera descripción de "paraíso". Soltaba las lágrimas serenamente con aire lúgubre. Aquel era el lugar donde no arribaban los confines de la diosa Athena, donde no llegaba la barrera celestial de ésta ni el cielo le miraba con buenos ojos.
Encontrame yo dentro del Santuario. Me encontraba en la ciudad de Rodorio, a los pies del Santuario. Pocas veces abandonaba la casa de piscis, pero una pequeña horda había tratado de adentrarse en Rodorio en pos de su destrucción y había salido en su rescate.
Vencida entonces la horda de espectros, que en este tiempo había logrado convertirse en una rutina, decidí dirigirme sólo a la casa de Piscis, donde cortaría el paso a aquellos herejes que se adentren en el santuario, logrando infiltrarse por las restantes casas.
Sin embargo, algo me detuvo. Percibía un fuerte cosmos de las lejanías del territorio que Athena resguardaba y, pese que era escaso el sentido de la profundidad en una mera percepción espiritual, pude intentar adivinar que aqueste poderoso cosmos se hallaba fuera del territorio protegido por Athena con su hechizo.
Con el conocimiento ya de una vaga localización de aquel poderoso ser, decidí acercarme a él, pues alguien así no podía acercarse al Santuario, las consecuencias serían harto graves.
Sin embargo, preparado a marchar de nuevo a una sí en serio feroz batalla, fui detenido de nuevo.
- ¡Señor Albaficaaaaa! ¡Señor Albaficaaaaa!- Gritaba una voz aguda y chirriante a metros de mí.
Me giré. pudiendo ver la identidad de aquel que conocía y gritaba mi nombre. Se trataba de Pefuko. Pefuko era un niño al que salvé de unos espectros que le acosaron en una vegetativa zona y, pro lo visto, me estaba bastante agradecido. Pefuko se lanzó contra mí, intentando abrazarme. Logré detenerle poniendo la blanca capa de mi armadura dorada puesta en medio, provocando su caída de bruces contra el suelo.
- Te dije que no me toques, Pefuko.
- Lo se, lo se, lo siento Señor Albafica, pero me halaga saber que se acuerda de mi nombre.- Dijo, sacando una pequeña sonrisa y rascándose en la zona donde había sido golpeado-. Verá, le traía ésto.
Pefuko silbó y de la casa de Rodorio de donde nos encontrábamos salió un ser humanoide de pequeñas dimensiones. Se trataba de mi mascota, Rose Tenues. Era un pequeño ser con una zarza como cuerpo donde su cabeza presidía roja con unos ojos, teniendo forma de Rosa. Este carecía de personalidad y era muy manipulable y, en éstos momentos, me consideraba como su dueño.
Tras dar una par de vueltas sobre sí mismo, Rose Tenues logró distinguirme de la multitud y se acerco torpemente hacia mí, a lo que abrazo mi pierna y tras mover un poco la cabeza, se cayó y se reincorporó.
Agradecí a Pefuko haber traído a Rose Tenues, que había salido del Santuario y estuve una semana sin verle, algo que me resultó indiferente. Sin embargo, el cosmos de aquel ser se hizo notar más (El espectro alza más su cosmos para que sus llamas y su vuelo no se vean afectadas por la lluvia) y pensé que había sabido de mi localización cercana y esperaba la batalla.
Sin dar mayor explicación a Pefuko, haciéndole un gesto para que no me siguiera, avancé hacia las afueras, notando cada vez más su comos, llegando a identificarlo como un espectro. Esto era cada vez más peligroso y, como muestra en el campo de batalla, me coloqué una rosa cuyo aroma dispersé en la boca.
Combate definitivo ♪
Con Rose Tenues siguiéndome y cayéndose unas cuantas veces, llegué a salir del Santuario, notando dónde se encontraba el espectro. Pude notar cómo llovía tranquilamente y, tras taparme con la capa blanca de mi armadura, me acerqué a él, teníendole enfrente. Emitía un potente un potente cosmos y las espadas a su lado que pude distinguir. Parecían tres poderosas personas.
Sin mover yo ápice ninguno, el espectro habló.
- Caballero de piscis, dime tu nombre quiero saber el nombre de...mis víctimas.
Sin mediar palabra tan siquiera para saber de quién se trataba, alcé mi cosmos en gran medida. Rose Tenues pudo notar mi cosmos y se puso también en posición de guardia, esperando la batalla con el, a primeras vistas, poderoso espectro.
Albafica- Caballero dorado
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Re: Alba Vs Xemnas
Me hallaba en frente de un poderoso espectro. Estaba fuera de la custodia de Athena, fuera del santuario, fuera de su protección aunque bien eso era de poca relevancia en la situación. Desafiante era aquel espectro pues retame ya a la batalla y, sin duda, mi respuesta fue continuativa.
La llovizna que presentaba el combate era ahora un diluvio torrencial que arremetía contra la piedras que desgraciadamente se hallaban en una altitud equívoca. Sin levantar la mirada, sin media palabra aún, sin responder al cosmos activo de aquel espectro pensé en Athena. Pensaba que estaría triste, llorando, y aquesta caída fuera representaba de verdad lo que sentía, lejana de aquel paraíso que salvaguardaba y sufría por proteger. Sin embargo, no era hora de aquello. Debía luchar pro la causa que Athena estaba sufriendo. El mundo en el que vivíamos iba a ser de forma grotesca maltratado y, por la razón de Athena, contribuiría en ese gran paso y el primer movimiento, era acabar con aqueste impetuoso espectro.
Listos estábamos ya para la batalla. Rose Tenues había respondido ante mi cosmos. Tranquilamente de pie estaba. De pronto, unas cuatro rosas conjuntaron dos grupos de dos rosas que salieron repentinamente en cada muñeca. Aquestas rosas eran particulares. Se podía notar si una mirada aguda era fijada en ella cómo el color carmesí las diferenciaba.
- Ahora, Rose Tenues.
Rose Tenues, que había estado con la mirada perdida durante todo el diminuto transcurso del combate, agudizó sus sentidos. Sus ojos se tornaron fijos y entrecerrados, teniendo como único a aquel espectro. Del calce de la rosa que representaba su cabeza salió una tremenda boca cuyos colmillos llegaban a atravesar una mano humana. Rose Tenues, una vez lista para un combate en serio saltó de manera sobrehumana sobre aquel espectro. Sin tocar el suelo llego a la altura de la faz de aquel ser, con la intención de atacar directamente al rostro. y gritó con todas sus fuerzas:
- ¡¡¡LARIAT!!!
De momento, funcionó bien. Aproveché entonces la distracción causada por la mascota que protegía para colocar las cuatro rosas de mis manos, que tapadas se encontraban. Las rosas salieron en una dirección cada una, formando un cuadrado alrededor del espectro, el cuál él era el centro de la figura formada; fue entonces cuando pudose ver por mis manos diminutos regueros de sangre. Las rosas se clavaron en el suelo, sin embargo, serían enseguida perdidas de vista. De la boca donde colgaba una rosa cayó poco a poco hasta quedar tan sólo un pétalo de la flor caída de un potente color. Lucía en mi boca un aire lúgubre y hermoso cuando fue tragado por mí.
Entonces, mientras Rose Tenues trataba de atentar contra el espectro directamente, mi cuerpo se desvaneció en una inmensa masa de pétalos, inundando todo el lugar en un radio de 25 metros, teniendo mi antigua posición como centro.
Las rosas irradiaban un olor mortal para aquellos que lo aspiraban y, para aumentar la dosis, aproveché entonces la situación con Rose Tenues. Mientras Rose Tenues había entrado ya en el área de combate, dirigiéndose ante el espectro, los pétalos que cubrían esa zona, de unos aproximados 3 metros volaron en dirección hacia él, creando una cúpula de pétalos cuyo aroma era mortal a su alrededor, mientras estaba encerrado con Rose Tenues.
La llovizna que presentaba el combate era ahora un diluvio torrencial que arremetía contra la piedras que desgraciadamente se hallaban en una altitud equívoca. Sin levantar la mirada, sin media palabra aún, sin responder al cosmos activo de aquel espectro pensé en Athena. Pensaba que estaría triste, llorando, y aquesta caída fuera representaba de verdad lo que sentía, lejana de aquel paraíso que salvaguardaba y sufría por proteger. Sin embargo, no era hora de aquello. Debía luchar pro la causa que Athena estaba sufriendo. El mundo en el que vivíamos iba a ser de forma grotesca maltratado y, por la razón de Athena, contribuiría en ese gran paso y el primer movimiento, era acabar con aqueste impetuoso espectro.
Listos estábamos ya para la batalla. Rose Tenues había respondido ante mi cosmos. Tranquilamente de pie estaba. De pronto, unas cuatro rosas conjuntaron dos grupos de dos rosas que salieron repentinamente en cada muñeca. Aquestas rosas eran particulares. Se podía notar si una mirada aguda era fijada en ella cómo el color carmesí las diferenciaba.
- Ahora, Rose Tenues.
Rose Tenues, que había estado con la mirada perdida durante todo el diminuto transcurso del combate, agudizó sus sentidos. Sus ojos se tornaron fijos y entrecerrados, teniendo como único a aquel espectro. Del calce de la rosa que representaba su cabeza salió una tremenda boca cuyos colmillos llegaban a atravesar una mano humana. Rose Tenues, una vez lista para un combate en serio saltó de manera sobrehumana sobre aquel espectro. Sin tocar el suelo llego a la altura de la faz de aquel ser, con la intención de atacar directamente al rostro. y gritó con todas sus fuerzas:
- ¡¡¡LARIAT!!!
De momento, funcionó bien. Aproveché entonces la distracción causada por la mascota que protegía para colocar las cuatro rosas de mis manos, que tapadas se encontraban. Las rosas salieron en una dirección cada una, formando un cuadrado alrededor del espectro, el cuál él era el centro de la figura formada; fue entonces cuando pudose ver por mis manos diminutos regueros de sangre. Las rosas se clavaron en el suelo, sin embargo, serían enseguida perdidas de vista. De la boca donde colgaba una rosa cayó poco a poco hasta quedar tan sólo un pétalo de la flor caída de un potente color. Lucía en mi boca un aire lúgubre y hermoso cuando fue tragado por mí.
Entonces, mientras Rose Tenues trataba de atentar contra el espectro directamente, mi cuerpo se desvaneció en una inmensa masa de pétalos, inundando todo el lugar en un radio de 25 metros, teniendo mi antigua posición como centro.
Las rosas irradiaban un olor mortal para aquellos que lo aspiraban y, para aumentar la dosis, aproveché entonces la situación con Rose Tenues. Mientras Rose Tenues había entrado ya en el área de combate, dirigiéndose ante el espectro, los pétalos que cubrían esa zona, de unos aproximados 3 metros volaron en dirección hacia él, creando una cúpula de pétalos cuyo aroma era mortal a su alrededor, mientras estaba encerrado con Rose Tenues.
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