“Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
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“Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
-¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que estoy en este lugar?- Mientras leía una de las epopeyas de Homero, pensaba en los años que he estado preparándome cuidadosamente para ser lo que ellos querían... La reencarnación de la Diosa Athena, diosa de la guerra y la sabiduría...
Deje mi interesante lectura y decidí caminar por los amplios pasillos de la habitación de Athena aprovechando que el Gran Patriarca había salido a hacer unos trámites importantes y no se encontraba en los alrededores. Quería ir a observar el entrenamiento de los aspirantes a caballeros, aunque, antes de ello, quería hacer una pequeña visita a un lugar en especial. Decidí salir por la parte trasera del Santuario de Athena para ir a observar atentamente la gran estatua de la Diosa que es el final del recorrido de las doce casas, más la habitación del Patriarca y la habitación de Athena donde me encuentro.
-Es en verdad una estatua magnifica y hermosa- La observaba asombrada por su belleza e imponencia. Aun me costaba algo de entendimiento pensar que era la reencarnación de aquella diosa como me había dicho el Patriarca, me gustaría pensar que soy una simple humana que desea vivir como los demás, libre y sin restricciones; pero no podía hacerlo. Sabía que dentro de mí había un poder oculto que deseaba salir y que más temprano que tarde se manifestaría de maneras insospechadas.
Seguí observando la majestuosa estatua de Atenea cuando sentí algo extraño. Una extraña brisa comenzó a correr por aquel sitio... Una gran incertidumbre me invadió y comencé a sentir algo de escalofríos. ¿Podría ser que aquella estatua quería decirme algo? Podía ser que sí, pero si era eso, al parecer no eran buenas noticias. Algo estaba a punto de venir y se podía sentir por el viento que traía un sutil aroma a muerte, pero, trate de no preocuparme demasiado por aquel presentimiento y decidí salir de aquel lugar, veré si después comento lo que pase con el Patriarca.
Entre nuevamente a la habitación de la diosa y tome un cuaderno con un bolígrafo que utilizaba para tomar apuntes. Generalmente lo usaba para anotar cosas que me llamaban la atención y una de ellas era observar atentamente los entrenamientos de los aspirantes a caballeros. Algunas veces anotaba lo que hacían, otras veces, solo observaba, pero hoy, andaba con muchas ganas de escribir. Me sentía como motivada aunque aun estaba con esa extraña sensación en mi pecho por lo que paso anteriormente.
Salí nuevamente de la habitación y camine hacia el lugar donde entrenaban los aspirantes; en cierto modo, debía ir sigilosamente para que nadie me descubriera porque si me veían, corría el riesgo de que el Patriarca me llamara la atención y me encerrara aun mas. Llegue a un sitio algo apartado donde estaba entrenando una pareja de jóvenes quienes levantaban unos pilares y los lanzaban al aire para golpearlos con sus puños a una velocidad sorprendente. Decidí dibujar como anotar lo que hacían atentamente, aunque, en algunas ocasiones, la fuerte luz del sol impedía que pudiera observar algunos detalles. En eso, volví a sentir esa extraña sensación y escuche una sonrisa aterrorizante en mi mente. Era molesta, me llegaba a doler hasta la cabeza de solo escucharla y tome la determinación de volver al santuario. Comencé a correr rápidamente observando para todas direcciones hasta que llegue nuevamente a mi habitación...
-¿Por qué, porque después de mirar aquella estatua me están pasando estas cosas? Acaso ¿Pasará lo que más temo?- Susurre aquellas palabras con un nudo en la garganta y sin darme cuenta, un par de lagrimas brotaron de mis ojos y acariciaron sutilmente mis mejillas; sabía que era una corazonada, pero esperaba que fuese errónea. En eso, tome uno de los libros sobre mitología griega que había encima de la mesa y de repente, cayó un papel que decía las siguientes palabras...
“Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo... Es hora de que su poder proteja lo más anhelado y amado... Si dejas que el Sol lo cubran las sombras, la belleza que te rodea caerá como hojas secas bajo tus pies...”
Al ver aquella frase, fui directamente hacia la ventana y mire otra vez la estatua de Atenea, luego lleve una de mis manos hacia mi pecho y me dije a mi misma... –Las coincidencias no existen, solo existe lo inevitable... Ya es hora...-
Deje mi interesante lectura y decidí caminar por los amplios pasillos de la habitación de Athena aprovechando que el Gran Patriarca había salido a hacer unos trámites importantes y no se encontraba en los alrededores. Quería ir a observar el entrenamiento de los aspirantes a caballeros, aunque, antes de ello, quería hacer una pequeña visita a un lugar en especial. Decidí salir por la parte trasera del Santuario de Athena para ir a observar atentamente la gran estatua de la Diosa que es el final del recorrido de las doce casas, más la habitación del Patriarca y la habitación de Athena donde me encuentro.
-Es en verdad una estatua magnifica y hermosa- La observaba asombrada por su belleza e imponencia. Aun me costaba algo de entendimiento pensar que era la reencarnación de aquella diosa como me había dicho el Patriarca, me gustaría pensar que soy una simple humana que desea vivir como los demás, libre y sin restricciones; pero no podía hacerlo. Sabía que dentro de mí había un poder oculto que deseaba salir y que más temprano que tarde se manifestaría de maneras insospechadas.
Seguí observando la majestuosa estatua de Atenea cuando sentí algo extraño. Una extraña brisa comenzó a correr por aquel sitio... Una gran incertidumbre me invadió y comencé a sentir algo de escalofríos. ¿Podría ser que aquella estatua quería decirme algo? Podía ser que sí, pero si era eso, al parecer no eran buenas noticias. Algo estaba a punto de venir y se podía sentir por el viento que traía un sutil aroma a muerte, pero, trate de no preocuparme demasiado por aquel presentimiento y decidí salir de aquel lugar, veré si después comento lo que pase con el Patriarca.
Entre nuevamente a la habitación de la diosa y tome un cuaderno con un bolígrafo que utilizaba para tomar apuntes. Generalmente lo usaba para anotar cosas que me llamaban la atención y una de ellas era observar atentamente los entrenamientos de los aspirantes a caballeros. Algunas veces anotaba lo que hacían, otras veces, solo observaba, pero hoy, andaba con muchas ganas de escribir. Me sentía como motivada aunque aun estaba con esa extraña sensación en mi pecho por lo que paso anteriormente.
Salí nuevamente de la habitación y camine hacia el lugar donde entrenaban los aspirantes; en cierto modo, debía ir sigilosamente para que nadie me descubriera porque si me veían, corría el riesgo de que el Patriarca me llamara la atención y me encerrara aun mas. Llegue a un sitio algo apartado donde estaba entrenando una pareja de jóvenes quienes levantaban unos pilares y los lanzaban al aire para golpearlos con sus puños a una velocidad sorprendente. Decidí dibujar como anotar lo que hacían atentamente, aunque, en algunas ocasiones, la fuerte luz del sol impedía que pudiera observar algunos detalles. En eso, volví a sentir esa extraña sensación y escuche una sonrisa aterrorizante en mi mente. Era molesta, me llegaba a doler hasta la cabeza de solo escucharla y tome la determinación de volver al santuario. Comencé a correr rápidamente observando para todas direcciones hasta que llegue nuevamente a mi habitación...
-¿Por qué, porque después de mirar aquella estatua me están pasando estas cosas? Acaso ¿Pasará lo que más temo?- Susurre aquellas palabras con un nudo en la garganta y sin darme cuenta, un par de lagrimas brotaron de mis ojos y acariciaron sutilmente mis mejillas; sabía que era una corazonada, pero esperaba que fuese errónea. En eso, tome uno de los libros sobre mitología griega que había encima de la mesa y de repente, cayó un papel que decía las siguientes palabras...
“Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo... Es hora de que su poder proteja lo más anhelado y amado... Si dejas que el Sol lo cubran las sombras, la belleza que te rodea caerá como hojas secas bajo tus pies...”
Al ver aquella frase, fui directamente hacia la ventana y mire otra vez la estatua de Atenea, luego lleve una de mis manos hacia mi pecho y me dije a mi misma... –Las coincidencias no existen, solo existe lo inevitable... Ya es hora...-
Sasha Athena- Dios
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Re: “Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
La habitación de la doncella, el lugar de recinto de la futura luz en un mundo oscuro. Esta era la habitación en donde todo comenzaría, la habitación en la cual los deseos de una joven mujer equilibrarían el cosmos y despertarían el poder máximo de aquel ejercito, aunque no solo eso sino también la máxima pesadilla de los hombres… con la luz viene una sombra la cual se fortalece según qué tan fuerte sea su luz, Hades despertaría de su largo sueño junto con la mujer de ojos brillantes para luchar una vez más en lo que muchos llaman guerra santa.
Los santos en el santuario eran muy pocos, con el paso de los tiempos las guerras entre los distintos ejércitos habían alejado de la verdadera causa a los creyentes, mientras que otros yacían en los suelos del santuario en forma de cenizas. Sin embargo había un santo solitario destinado a proteger a su diosa desde las sombras, este santo era desconocido por casi todos sus compañeros e inclusive por la mismísima mujer que pasaría a ser una pieza clave en aquel “juego” llamado guerra.
Los cielos en el santuario poco a poco comenzaron a oscurecerse, se podía escuchar relámpagos y ver caer truenos a lo lejos. Un rayo cayó sobre la estatua iluminando todo a su paso en unos instantes, todo esto fue seguido de un estruendo molesto y tedioso como de costumbre… cuando la luz producida por el dios Zeus termino de verse, sobre la estatua apareció una silueta dorada, no se podía observar bien su rostro o la armadura que portaba sin embargo la presencia de este ser no era hostil, más bien trasmitía seguridad a todo lo que lo rodeaba incluyendo tal vez a su futura diosa.
-Con toda nueva luz crece una nueva sombra, no debe dejar que su sombra sea más grande que la luz o será consumida por lo oscuro.- Dijo aquel impresionante guerrero mientras paraba unos segundos entre la lluvia y a su silueta le crecían un par de alas provenientes de la armadura de sagitario. –La felicidad, la gracia, el respeto, la amistad, incluso los sentimientos… son cosas que usted debe olvidar; no se aferre mucho a las piezas de su ajedrez y siempre que sea necesario un sacrifico para ganar realícelo; al fin y al cabo la sangre de todos los guerreros caídos construirán el camino hacia otra guerra. No lo olvide de confiar en usted misma eso nunca le fallara.- comento el guerrero mientras otro flash producido por el clima se hacía presente para que el caballero desapareciera de aquel lugar cubierto de un manto dorado sin antes decir –tal vez mis palabras sean confusas pero ya lo comprenderá, es hora de sufrir el infierno en carne propia.-
Los santos en el santuario eran muy pocos, con el paso de los tiempos las guerras entre los distintos ejércitos habían alejado de la verdadera causa a los creyentes, mientras que otros yacían en los suelos del santuario en forma de cenizas. Sin embargo había un santo solitario destinado a proteger a su diosa desde las sombras, este santo era desconocido por casi todos sus compañeros e inclusive por la mismísima mujer que pasaría a ser una pieza clave en aquel “juego” llamado guerra.
Los cielos en el santuario poco a poco comenzaron a oscurecerse, se podía escuchar relámpagos y ver caer truenos a lo lejos. Un rayo cayó sobre la estatua iluminando todo a su paso en unos instantes, todo esto fue seguido de un estruendo molesto y tedioso como de costumbre… cuando la luz producida por el dios Zeus termino de verse, sobre la estatua apareció una silueta dorada, no se podía observar bien su rostro o la armadura que portaba sin embargo la presencia de este ser no era hostil, más bien trasmitía seguridad a todo lo que lo rodeaba incluyendo tal vez a su futura diosa.
-Con toda nueva luz crece una nueva sombra, no debe dejar que su sombra sea más grande que la luz o será consumida por lo oscuro.- Dijo aquel impresionante guerrero mientras paraba unos segundos entre la lluvia y a su silueta le crecían un par de alas provenientes de la armadura de sagitario. –La felicidad, la gracia, el respeto, la amistad, incluso los sentimientos… son cosas que usted debe olvidar; no se aferre mucho a las piezas de su ajedrez y siempre que sea necesario un sacrifico para ganar realícelo; al fin y al cabo la sangre de todos los guerreros caídos construirán el camino hacia otra guerra. No lo olvide de confiar en usted misma eso nunca le fallara.- comento el guerrero mientras otro flash producido por el clima se hacía presente para que el caballero desapareciera de aquel lugar cubierto de un manto dorado sin antes decir –tal vez mis palabras sean confusas pero ya lo comprenderá, es hora de sufrir el infierno en carne propia.-
Enzo- Caballero dorado
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Re: “Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
Después, cuando deje de observar la ventana de la habitación, tome un libro que se llamaba “La historia más Bella del Mundo” de Hubert Reeves para revisarlo, pero pude sentín el cosmos de Sagitario hablándome... Al parecer no había sido yo la única en darse cuenta de lo que estaría a punto de ocurrir. Sabía que ahora sería el comienzo de dolores en La Tierra y como dice aquel titulo “La Historia más Bella del Mundo”, podría transformarse de un momento a otro en “La Historia más dolorosa y tétrica del Mundo”. Tome aquel libro entre mis manos y volví a dirigirme a la ventana. Pude observar que el clima apacible de hace un momento, se había transformado en tempestad. Los rayos de Zeus iluminaban aquel cielo poco tranquilo y eso ya quería decir algo... Algo va a ocurrir y hay que prepararse para lo peor...
Salí de la habitación sin antes tomar aquel papel con la frase que cayó de un libro de mitologías griegas y lo guarde entre mis ropajes y dejar el libro que tome anteriormente sobre aquella mesa. Camine por los pasillos que se sentían solitarios y que se podía escuchar atentamente los ecos de mis pisadas y dirigí mi caminata fuera de la Habitación de Atenea percibiendo aun, pero de manera leve, el cosmos de Sagitario... -Creo que debo hablarles a mis caballeros de lo que está a punto de ocurrir- Cerré mis ojos por unos segundos, suspire y luego abrí mis ojos de par en par, colocando una mirada seria... –La Nueva Guerra Santa va a dar comienzo y debemos estar preparados, ya es hora que despierte como diosa y proteja lo más bello para mi... No dejare que La Tierra sucumba bajo el poder de Hades, ¡No lo voy a permitir!-
Apenas finalice aquellas palabras, sentí un gran poder dentro de mí, un poder que quería manifestarse y que ya no debía retener más. Un aura dorada recorrió mi cuerpo, mientras que en el lugar donde se encontraba aquella estatua de Atenea comenzó a brillar... –La flor que nace a los pies del Olimpo acaba de despertar y deberá cumplir con su destino, una vez más...- Quise transmitirle aquella información al caballero dorado de Sagitario con mi cosmos aunque ya no se sentía sobre el lugar. En eso, una tenue lluvia comenzó a caer como si los dioses estuvieran llorando por lo que pasaría, pero debía ser fuerte. Esto es el principio del infierno que debemos enfrentar.
Salí de la habitación sin antes tomar aquel papel con la frase que cayó de un libro de mitologías griegas y lo guarde entre mis ropajes y dejar el libro que tome anteriormente sobre aquella mesa. Camine por los pasillos que se sentían solitarios y que se podía escuchar atentamente los ecos de mis pisadas y dirigí mi caminata fuera de la Habitación de Atenea percibiendo aun, pero de manera leve, el cosmos de Sagitario... -Creo que debo hablarles a mis caballeros de lo que está a punto de ocurrir- Cerré mis ojos por unos segundos, suspire y luego abrí mis ojos de par en par, colocando una mirada seria... –La Nueva Guerra Santa va a dar comienzo y debemos estar preparados, ya es hora que despierte como diosa y proteja lo más bello para mi... No dejare que La Tierra sucumba bajo el poder de Hades, ¡No lo voy a permitir!-
Apenas finalice aquellas palabras, sentí un gran poder dentro de mí, un poder que quería manifestarse y que ya no debía retener más. Un aura dorada recorrió mi cuerpo, mientras que en el lugar donde se encontraba aquella estatua de Atenea comenzó a brillar... –La flor que nace a los pies del Olimpo acaba de despertar y deberá cumplir con su destino, una vez más...- Quise transmitirle aquella información al caballero dorado de Sagitario con mi cosmos aunque ya no se sentía sobre el lugar. En eso, una tenue lluvia comenzó a caer como si los dioses estuvieran llorando por lo que pasaría, pero debía ser fuerte. Esto es el principio del infierno que debemos enfrentar.
Última edición por Sasha Athena el Jue Mayo 02, 2013 10:40 pm, editado 1 vez
Sasha Athena- Dios
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Re: “Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
Un cosmos abrumador crecía en la ultima casa, el santo caballero dorado de Virgo, Asmita sentia que la diosa Athena había vuelto a reencarnar, el cosmos de la diosa crecía a magnitudes incomprensibles, era un palpitar cálido en el universo, el caballero de Virgo estaba en conexion con este, al sentir la presencia el cosmos de la Diosa comenzo a buscar la fuente de ese cosmos, que al parecer provenía de la ultima casa, suavemente irradio su cosmos en la Diosa y se comunico con ella
No hay día que no traiga como un fatídico caballero trayendo noticias acerca de la muerte de algún caballero que defiende vuestra causa. No es que estemos muy viejos ni cansados…. ha estallado la guerra santa. No hay epidemia declarada ni militamos en las contradicciones. Unos adquieren los dolores de la guerra temprano, a otros el corazón se los lleva dejándose llevar por sus emociones, un camino asegurado a la muerte, de vez en cuando algún suicidio o un combate innecesario entre caballeros del mismo bando. Se encuentra uno en los sepelios y los rescata del olvido condiscípulos ventripotentes ya con ansias de terminar la guerra. Mi señora, ves, a tus caballeros, es en la mismo sueño de la muerte, con la cara pálida como cara de pocos amigos nadando en flores a merced de vuestra voluntad y la de los otros dioses. Un día de estos yo seré la noticia y los caballeros de entonces se conmoverán en su regazo por mi desaparición prematura.
Nada tengo contra la muerte. Pero me hubiera gustado vivir la promesa de un paraíso donde el amor fuera posible sin la espina de la corona del señor de la oscuridad
Mi señora, yo soy su caballero, el santo caballero portador de la armadura dorada de Virgo, Asmita de Virgo, que sus peticiones se conviertan en ordenes para mi, su voluntad abrumadora baña mi cosmos con un latido caliente en mi corazón. Estoy al servicio de vuestra causa diosa Athena es un placer estar ante su presencia
No hay día que no traiga como un fatídico caballero trayendo noticias acerca de la muerte de algún caballero que defiende vuestra causa. No es que estemos muy viejos ni cansados…. ha estallado la guerra santa. No hay epidemia declarada ni militamos en las contradicciones. Unos adquieren los dolores de la guerra temprano, a otros el corazón se los lleva dejándose llevar por sus emociones, un camino asegurado a la muerte, de vez en cuando algún suicidio o un combate innecesario entre caballeros del mismo bando. Se encuentra uno en los sepelios y los rescata del olvido condiscípulos ventripotentes ya con ansias de terminar la guerra. Mi señora, ves, a tus caballeros, es en la mismo sueño de la muerte, con la cara pálida como cara de pocos amigos nadando en flores a merced de vuestra voluntad y la de los otros dioses. Un día de estos yo seré la noticia y los caballeros de entonces se conmoverán en su regazo por mi desaparición prematura.
Nada tengo contra la muerte. Pero me hubiera gustado vivir la promesa de un paraíso donde el amor fuera posible sin la espina de la corona del señor de la oscuridad
Mi señora, yo soy su caballero, el santo caballero portador de la armadura dorada de Virgo, Asmita de Virgo, que sus peticiones se conviertan en ordenes para mi, su voluntad abrumadora baña mi cosmos con un latido caliente en mi corazón. Estoy al servicio de vuestra causa diosa Athena es un placer estar ante su presencia
Asmita.- Caballero dorado
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Re: “Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
Mientras mi cosmos estaba floreciendo como una hermosa flor de primavera, pude sentir el cosmos de Asmita de Virgo quien me hablaba desde el fondo de su corazón. En cierto sentido, escucharle me causo algo de dolor, no quería que mis queridos caballeros murieran en manos despiadadas del Dios Hades y su ejército de Espectros, pero, tal como decía él, “...ves, a tus caballeros, es en el mismo sueño de la muerte, con la cara pálida como cara de pocos amigos nadando en flores a merced de vuestra voluntad y la de los otros dioses. Un día de estos yo seré la noticia y los caballeros de entonces se conmoverán en su regazo por mi desaparición prematura...” Hay que correr riesgos y si alguno debiera morir por causa de esto, lo único que podríamos rescatar es que dio su valerosa vida por su Diosa y por las personas de esta amada Tierra. Cerré mis ojos y con mi cosmos me comunique con Asmita...
-Asmita, al parecer también percibes que La Tierra y todos estamos en inminente peligro. Como puedes ver, Hades, el Dios del Inframundo ah despertado- Tome un poco de aire aunque sintiendo un poco el nudo en mi garganta, pero, trate de que eso no afectara lo que tenía que decirle... –Le agradezco que esté a mi lado en esta causa. Sé que deberá correr un gran riesgo en esta batalla, incluso, a costa de su propia vida, pero, mi querido caballero, os pido que se cuide, pero que pelee con todas sus fuerzas...-
Apenas finalice ese dialogo, abrí lentamente mis ojos y observe mí alrededor. Podía sentir un calor recorriendo completamente mi cuerpo, incluso, debido a ello, no sentía las frías gotas de agua producto de la lluvia que arrecia en el lugar. Volví a cerrar nuevamente mis ojos y le dirigí unas últimas palabras a Asmita antes de entrar nuevamente en el templo...
-Mí querido caballero de Virgo, debemos estar atentos a los movimientos del enemigo. Os ruego que esté alerta ante cualquier suceso extraño que ocurra- Tome un poco de aire y proseguí hablándole –De todas formas, deberé hablar con el Patriarca e infórmale lo que ocurre, aunque creo que ya debió darse cuenta al igual que usted. Solo os pediré que esté atento a los movimientos del enemigo y a las instrucciones que pueda daros. Que la gracia de los Dioses os proteja...-
Abrí mis ojos nuevamente de manera lenta y controle mi cosmos hasta que aquella aura dorada que recorría mi cuerpo se desvaneció, aunque, podía sentir dentro de mí un gran poder... Entre nuevamente al templo para ir en búsqueda de mi cetro y algunos implementos que usaba la anterior Athena. Es hora que ya comience a usarlos y esperar poder comunicarme con los demás caballeros dorados para planear los pasos a seguir.
-Asmita, al parecer también percibes que La Tierra y todos estamos en inminente peligro. Como puedes ver, Hades, el Dios del Inframundo ah despertado- Tome un poco de aire aunque sintiendo un poco el nudo en mi garganta, pero, trate de que eso no afectara lo que tenía que decirle... –Le agradezco que esté a mi lado en esta causa. Sé que deberá correr un gran riesgo en esta batalla, incluso, a costa de su propia vida, pero, mi querido caballero, os pido que se cuide, pero que pelee con todas sus fuerzas...-
Apenas finalice ese dialogo, abrí lentamente mis ojos y observe mí alrededor. Podía sentir un calor recorriendo completamente mi cuerpo, incluso, debido a ello, no sentía las frías gotas de agua producto de la lluvia que arrecia en el lugar. Volví a cerrar nuevamente mis ojos y le dirigí unas últimas palabras a Asmita antes de entrar nuevamente en el templo...
-Mí querido caballero de Virgo, debemos estar atentos a los movimientos del enemigo. Os ruego que esté alerta ante cualquier suceso extraño que ocurra- Tome un poco de aire y proseguí hablándole –De todas formas, deberé hablar con el Patriarca e infórmale lo que ocurre, aunque creo que ya debió darse cuenta al igual que usted. Solo os pediré que esté atento a los movimientos del enemigo y a las instrucciones que pueda daros. Que la gracia de los Dioses os proteja...-
Abrí mis ojos nuevamente de manera lenta y controle mi cosmos hasta que aquella aura dorada que recorría mi cuerpo se desvaneció, aunque, podía sentir dentro de mí un gran poder... Entre nuevamente al templo para ir en búsqueda de mi cetro y algunos implementos que usaba la anterior Athena. Es hora que ya comience a usarlos y esperar poder comunicarme con los demás caballeros dorados para planear los pasos a seguir.
Sasha Athena- Dios
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Re: “Una flor blanca que nace a los pies del Olimpo...”
Me había movido de manera hábil y oculta entre los santuarios, a pesar que era una llamada de Athena, no me interesaba tener algún contacto o conversación con otra persona que no fuera de mi incidencia. Logre hacer las cosas de tal manera que pude no tener que tolerar a nadie, ni siquiera al gran patriarca. Pero al llegar donde Athena, podía observar que ya estaba dando a la marcha su gentil forma de ser en estar comunicándose con sus caballeros. En ese sentido era de admirar su carácter, pero siempre me preguntaba hasta qué punto llegaba esa gentileza. Me acercaba de manera suave, hasta terminar cerca de uno de los cimientos de la estructura. A recostarme de esta misma, para decir con una voz tosca pero a su vez fija –Parece que vengo algo atrasado, perdonarme. Si lo que dice es cierto mi querida Athena, ¿Estará bien?, no dude en decirme si debo encargarme de algo o estar a su lado. No quiero que tenga que esforzarse más de la cuenta.
Era sincero en mis palabras, al fin de cuenta le tenía una gran deuda, si no fuese por ella, seguiría siendo solo un chiquillo el cual se encargaba de aniquilar y saquear, como una rata la cual estaba de cañería en cañería, pero ella me vio diferente. A pesar que con aquellos dulces ojos que juzga, ella pudo ver a través de mi desde el primer momento, no me era necesario ocultar mi faceta “Poco buena”, si podía decirlo así. Por lo que me sentía mas tranquilo cuando estaba a su lado. Mire de reojo a la dirección donde estaba Athena, asimilaba su silueta, ignorando todo lo demás a su alrededor –En este mundo las peores cosas se dan en cierto momento, pero si se logra enfrentar y combatir a tiempo, de aquello que tanto mal dio. Puede producir luego resultados buenos, si el suficiente esfuerzo se dio- Si la guerra santa se acercaba, tenía que ser consiente que más de una cosa estaría en riesgo, sobre todo hasta podría morir en la misma.
Pero no permitiría que algo tan tonto acabara conmigo, por un pensamiento de cobardía. Más bien buscaba sonreír de forma descarada, ahora es que empezaba algo bueno, ahora es que empezaba en verdad a volver a sentir aquella adrenalina de la vida. Deje de a recostarme de alguno de los cimientos, entonces me acercaba de forma serena a donde Athena, arrodillándome ante ella, declarando con tal alto confianza a su vez mi vida. Un guerrero por si solo no es nadie, pero si tiene algo de que aferrarse o anhelar, puede ser imparable, por su deseo de cuidarlo o obtenerlo. En mi caso, solo quería que aquella paz continuara por más tiempo. Esperando a las palabras de ella, para saber si debía de irme o simplemente estar en las cercanías.
Era sincero en mis palabras, al fin de cuenta le tenía una gran deuda, si no fuese por ella, seguiría siendo solo un chiquillo el cual se encargaba de aniquilar y saquear, como una rata la cual estaba de cañería en cañería, pero ella me vio diferente. A pesar que con aquellos dulces ojos que juzga, ella pudo ver a través de mi desde el primer momento, no me era necesario ocultar mi faceta “Poco buena”, si podía decirlo así. Por lo que me sentía mas tranquilo cuando estaba a su lado. Mire de reojo a la dirección donde estaba Athena, asimilaba su silueta, ignorando todo lo demás a su alrededor –En este mundo las peores cosas se dan en cierto momento, pero si se logra enfrentar y combatir a tiempo, de aquello que tanto mal dio. Puede producir luego resultados buenos, si el suficiente esfuerzo se dio- Si la guerra santa se acercaba, tenía que ser consiente que más de una cosa estaría en riesgo, sobre todo hasta podría morir en la misma.
Pero no permitiría que algo tan tonto acabara conmigo, por un pensamiento de cobardía. Más bien buscaba sonreír de forma descarada, ahora es que empezaba algo bueno, ahora es que empezaba en verdad a volver a sentir aquella adrenalina de la vida. Deje de a recostarme de alguno de los cimientos, entonces me acercaba de forma serena a donde Athena, arrodillándome ante ella, declarando con tal alto confianza a su vez mi vida. Un guerrero por si solo no es nadie, pero si tiene algo de que aferrarse o anhelar, puede ser imparable, por su deseo de cuidarlo o obtenerlo. En mi caso, solo quería que aquella paz continuara por más tiempo. Esperando a las palabras de ella, para saber si debía de irme o simplemente estar en las cercanías.
Cianor Crucesseing- Caballero dorado
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