Albafica VS Gareth

por Albafica Sáb Jun 04, 2011 2:08 am

En un cálido día de incesante tranquila brisa, en el santuario más lejano, reposaba tan sólo un joven elegante de cuyos bellos cabellos azules ocultaban una intensa aunque fría mirada a la temporal nada. Su brillante armadura dorada hacía resaltar su elegancia contrastada con el áspero y frío ambiente presentado en el rocoso templo cuya único resalte presidía en medio siendo un trono de piedra en cuál reposaba el frío joven.
Reposado en el trono, era presente observador de los miles de pétalos y rosas que flotaban movidos por la cálida brisa que abarcaba la atención del joven caballeros reciente de Piscis, Albafica, sonando en las columnas que aguantaban el templo.
Cerrando los ojos y con serenidad abrumadora, pudo pronunciar unos versos que retumbaban en su mente.
Se quedó unos instantes pensando, imaginándose una melodía que a continuación tarareó con gran afinidad en su cerrada boca.
Tras un breve tiempo de sonido, se detuvo, y, bajando la cabeza, se pudo percibir el sonido de su armónica voz musitando unas palabras.

-Sí... ese día arrivado será.

Así pues, el joven nuevo caballero, Albafica, cerró los ojoa y pudo sentir un fuerte y desconocido cosmos penetrar en el santuario. Definitivamente, le tocaba hacer algo.

por Gareth Sáb Jun 04, 2011 3:26 pm

El cosmos del desconocido caballero de Tauro se hacía presente a la intemperie de todo el Santuario que le desconocía a excepción de aquel caballero que vio sus ojos de guerrero, aquel caballero que había fallecido: Shion, el Patriarca. Sus ojos estaban posados en el celestial paisaje que tenía por delante, las doce Casas, digno para guerreros de su talla. Nadie sabía con que intenciones llegaba ahí y tampoco llevaba su armadura puesta, como era común en él, dado que solo la usaba para el combate. Cuando quiso llegar a la entrada que daba directo hacia las escalinatas de la casa de Aries se pudo sentir los pasos de tropas movilizándose rápidamente. Poca atención les prestó Gareth a esas personas hasta que le comenzaron a rodear y apuntaban con sus lanzas. Uno de ellos, el más grande y el que parecía ser el líder, espetó. – ¡Este lugar es Sagrado y solo los verdaderos guerreros pueden pasar por estos lugares…! Les pedimos que se retire amablemente si no quiere sufrir las consecuencias.

Gareth indiferente a la palabra de éstos, simplemente les ignoró y decidió pasar hasta que una lanza se movió de un sacudón a su pecho y éste con tan solo un golpe en seco la partió al medio. – Soy el caballero Dorado de Tauro, Gareth. Déjenme pasar…

¡No hay ningún caballero de Tauro despierto aun! ¡¡Así que no blasfeme…!! – musitó el mismo que anteriormente había hablado por los demás, mientras que aquel hombre al que le había partido la lanza se quedó observando sin entender nada, pues ningún de los presentes allí había llegado a ver el golpe, quizás por moverse a la velocidad de la luz.

Déjenme pasar, como ya mencioné soy el caballero dorado de Tauro y ustedes… no son mis oponentes. – musitó con una voz fría y seca. Dejando el misterio de si verdaderamente era el un Santo Dorado, pues se desconocía en el Santuario por soldados rasos de la existencia del Taurino. El hombre nuevamente musitó, esta vez tensando con más fiereza su lanza y musitando un poco mas enojado. – Si usted está diciendo la verdad, entonces muéstrenos su armadura dorada…

Gareth se les quedó viendo algo indiferentes y decidió avanzar para que éstos intentaran al unísono clavar sus lanzas en él. El siguió caminando como si nada, sin movimiento alguno mientras a su alrededor un par destellos dorados se provocaban dejando sin cabeza todas las armas de los soldados del Santuario. – Ya les dije, yo no soy su enemigo y no pueden ver mi armadura dorada, los demás la mostrarán y eso poco me importa a mí, pero mi pensar es que solo un guerrero dorado debe mostrar su armadura frente a sus enemigos y ustedes no lo son…

Siguió caminando mientras los soldados miraban asombrados sus lanzas. Más el general, terco en su accionar, comenzó a gritar a los cuatro vientos. – ¡¡¡Un intruso invade el Santuario…!!! ¡¡¡UN INTRUSO INVADE EL SANTUARIO!!!

Sabía que eso metería en problemas a Gareth, pero ni siquiera se dio la vuelta y siguió caminando. Si alguien se tenía que encargar de él, pues que viniera al ataque, no mostraría su armadura dorada, no al menos de que fuera un enemigo. Siguiente parada la casa de Tauro, allí reposaría como guardián después de un largo camino a pie desde China, puesto que había estado entrenando con Lee Sin, su maestro.