Esperando...

Con el mismo garbo de siempre, la diosa de la maternidad hizo su aparición en el templo de su hermano. Estaba pensando aún en Sebastián y en lo que planeaba hacer. No podía evitar pensar que deseaba quitarle el dominio del mundo a los dioses mayores, y aunque ella no quisiera admitirlo, prefería que las cosas estuvieran tal y como estaban, quería que Zeus fuera el que gobernara los cielos; Poseidón quien tuviera el reino de los mares y Hades el rey de los muertos. Definitivamente, para Anabelle era más que importante que el mundo continara así. Le gustaba esa forma en la que estaba configuarada y no quería que nadie la cambiara a menos que fuera para su favor, por lo que sintiéndolo mucho por Sebastian, la diosa esposa del dios del rayo tenía que hablar con su hermano para decirle todo lo que pasaba por su cabeza.

Tenía que admitir que su hermano era de todos los seres superiores el más creído y más ostentoso de todos, sin embargo estaba más que segura que cualquier información que ella tuviera para él, no podría ser más que bienvenida, además sabía bien que toda información que ella tuviese sería más que necesaria para poder impedir que Sebastian tuviese el control de todo, tal y como lo pudo notar cuando habló con el. El cosmos de su querido hermano estaba bastante elevado. No sentía ningún tipo de energía maligna en ese lugar, por lo que pudo llegar a la conclusión de que quizá se encontraba entrenando a alguien, porque no le llegaba el cosmos de nadie importante, además de un cosmos bastante débil, el cual ella pensó sería el perteneciente a un soldado de las filas de Poseidón.

Con el mismo paso firme de antes, Anabelle se presentó frente a su hermano obviando la presencia del otro ser. Hacía bastante tiempo que ella no veía a su hermano y no sabía si el se sentiría alegre de verla en ese lugar, por lo que se sintió bastante insegura por aquello de aparecer así no más en ese lugar, pero como ya era más que suficiente de tantas cosas poco apropiadas, la esposa del señor del rayo decidió empezar a decir en voz alta:

-Buenos días hermano querido... Espero que el vernos te de la misma alegría que yo estoy experimentando. Lamento mucho haberte importunado al venir así aquí, pero hay algo que tengo que contarte, espero no hagas de menos mi información.

La diosa Hera recibió una respuesta bastante inesperada por parte de su hermano, pues pensaba que el iba a ponerse a decirle que lo que ella supiera no era necesario saber, o que iba a desmerecer la información que ella tenía para decirle con tanta urgencia, ya que el asunto de Sebastian era una cosa que le ponía el ánimo bastante feo. No quería que ese ser estuviese andando por ahí planeando hacer cosas que podrían poner en peligro el equilibrio del mundo.

Con asombro, la diosa de la maternidad observó el despliegue de poder de su hermano en conjunto con su bienvenida, con eso sabía que no habría problemas con el dios de los mares ya que con aquello que estaba haciendo iba a ganar puntos con el hermano de su querido esposo y así de esa manera podría hacer que sus planes fueran cada vez más robustos y más fáciles de llevar a cabo.

-Muchas gracias hermano, la verdad es que temía que tú no quisieras escuchar lo que tengo que decirte.- Anabelle se sentó con tranquilidad en uno de los sillones que hizo aparecer Poseidón y mirando una vez más a su hermano empezó a hilvanar las ideas necesarias para poder argumentar de tal forma que su hermano no desconfiase nunca de ella.

-Hermano vengo porque no confío en lo que está haciendo el ser que pretende ser el humano Sebastian. Lo he encontrado en los reinos de Eris y tú sabes que mi hija es una deidad bastante voluble. Gusta mucho del poder de modo que no hay forma de que pueda negar que el podría estar tratando de tranzar con ella para hacer de las suyas. Hay que mirar detenidamente lo que hacen.

Anabellle entendió que en un caso como el que estaban viviendo, el ponerse en el plan de hermana resentida no iba a servirle para nada, por lo que decidió escuchar todo lo que decía su hermano y creer firmemente en aquello que estaba analizando, ya que por mucho que le pesara el sabía de guerras más que nadie, y ella al ser una diosa bajo el dominio de Zeus sólo sabía tomar venganza contra los que ayudaban a su marido en sus engaños, por lo que a pesar de su inteligencia evidentemente superior, quería dejar que el se encargara de todo la parte bélica.

-Tienes razón. Odín no es una amaneza latente como Sebastian, ese ser es bastante peligroso, aún no tengo idea de como enfrentarlo, más que todo aún no sé qué es lo que el destino tiene preparado para ese ser, y si es así no creo que sea posible enfrentarlo de buenas a primeras. Creo que habría que buscar la manera de hacer que el confesara sus verdaderos planes y no estoytan segura de que ella pudiese hacerlo, por lo que al final decidí hacerme la desentendida con él.

-¿Y si de pronto vas tu y hablas con ellos? A ver si te dicen sus verdaderos planes, porque seguro algo han de querer hacer, sino para qúe estarían perdiendo su tiempo- Anabelle se separó de Poseidón y caminó de regreso a su asiento ya que tenía muchas cosas que pensar antes de poder seguir hablando. Sebastian le llamaba mucho la atención, podría ser un buen aliado si desistiese de su plan de dominación, pero ella sabía que eso era casi imposible. Podía ver en los ojos de ese hombre. El quería poder y nada iba a detenerlo.

Off
GOmen por tardar tuve una semana horrible